Superbia in Proelio 134vr

Cuatro de la tarde , 2 de julio de 1863. El gran movimiento de giro confederado en Gettysburg, que pretendía arrollar la línea federal de izquierda a derecha, finalmente se puso en marcha, con la brigada de Alabama del general Evander Law a la cabeza. Mientras los escaramuzadores confederados avanzaban delante de la brigada, parecía que no había nada entre ellos y la cima. Estaban equivocados. Sin ser vista por los Rebeldes, una línea suelta de tropas Federales, de unas 900 yardas de largo, estaba apostada desde la base de Big Round Top aproximadamente un cuarto de milla al sur. Estas 204 tropas de la Unión representaban la única oposición del Norte entre la brigada de Law y Little Round Top. Eran el 2º de Tiradores de Estados Unidos, uno de los equipos más peligrosos de la Guerra Civil Americana.

En las gélidas aguas del Océano Ártico durante la Segunda Guerra Mundial, los hombres lucharon no sólo contra el enemigo, sino también contra los elementos. Entre 1941 y 1945, más de 78 convoyes se abrieron paso a través de traicioneros campos de hielo, tormentas torrenciales e implacables ataques enemigos para llevar suministros vitales a los puertos soviéticos de Murmansk y Arcángel. Entre ellos navegaba el HMS Achates, un destructor que llegaría a simbolizar tanto la determinación como el sacrificio de la Royal Navy. Su historia es un microcosmos del conflicto.

Mientras el Ejército Rojo de STALIN se abría paso hacia el Reichstag de Berlín a finales de abril de 1945, un extraño rumor comenzó a extenderse por los refugios subterráneos de la ciudad. La historia, de ser cierta, era sensacional. Como dijo un berlinés: «Los yanquis y los alemanes se han peleado con Iván [los rusos] y están pensando en unirse a nosotros [los alemanes]». ¿Podría ser cierto? ¿Podrían los aliados occidentales estar realmente contemplando un ataque contra las fuerzas soviéticas para expulsarlas de Alemania?

Durante los años 90, los expertos en seguridad nacional de Estados Unidos empezaron a rastrear una amenaza nueva y bastante inusual. Algún individuo o grupo estaba inundando a propósito la economía mundial con millones de billetes falsos de 100 dólares estadounidenses.

Cuando Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania en agosto de 1914, los planificadores militares de Londres eran muy conscientes de que el enemigo poseía un arma única: dirigibles rígidos gigantes. Los más conocidos eran los Zeppelin, aunque una empresa rival, Schütte-Lanz, construyó un número menor. Durante algunos años, los dirigibles Zeppelin funcionaron como aviones civiles que ofrecían a los viajeros entusiastas una vista de pájaro de los paisajes de Alemania, Austria y Suiza. El ejército alemán no tardó en reconocer su potencial como arma de guerra. En una época en la que los aviones no eran más que endebles estructuras de madera, alambre y lino, los gigantescos y rígidos dirigibles alemanes parecían encarnar el verdadero futuro de la aviación. Al comienzo de las hostilidades, el ejército alemán contaba con dos flotas de dirigibles: una para la marina y otra para el ejército. A medida que avanzaba la guerra, fueron los Zeppelin de la marina los que prosiguieron la guerra aérea contra Gran Bretaña con mayor convicción, aunque el honor de ser los primeros en bombardear Londres recayó en un Zeppelin del ejército en mayo de 1915.

El teniente primero John Yowell nunca olvidaría su primer encuentro fortuito con el general de división George S. Patton. Ocurrió el 10 de marzo de 1943, cuando el ardiente comandante del Ejército de los Estados Unidos estaba inspeccionando su 1ª División de Infantería y su 1ª División Blindada en el desierto de Túnez. Tres meses después del desembarco aliado en el norte de África, el ejército estadounidense se encontraba en mal estado, tras haber sufrido grandes pérdidas en las batallas de Sidi bou Zid y el paso de Kasserine durante febrero de 1943, cerca de la frontera occidental de Túnez. El General de División Lloyd Fredendall había sido relevado del mando del II Cuerpo del Ejército de Estados Unidos, sustituyendo a Patton, un antiguo comandante de tanques que iba en serio.

Puede que el nombre de Lyudmila Pavlichenko no sea uno de los más reconocibles de la Segunda Guerra Mundial, pero la ucraniana es recordada como una de las francotiradoras más letales que lucharon en el conflicto. Apodada «Dama Muerte», Pavilichenko acumuló la asombrosa cifra de 309 bajas confirmadas, más que ningún otro francotirador aliado, hombre o mujer. Y lo que es más, lo hizo en un solo año en el frente. Pero aunque Pavlichenko se ha ganado su merecido lugar en la historia de la guerra, no fue la única. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética desplegó cerca de 2.500 francotiradoras -muchas de ellas apenas superaban la adolescencia- que infundirían miedo a las tropas alemanas y dejarían una huella imborrable en el Frente Oriental.

Hacia el otoño de 1914, Francia se enfrentaba a una crisis. Sólo llevaba unas semanas en guerra con Alemania, pero los ejércitos del Káiser Guillermo ya habían hecho retroceder a las fuerzas sas en una serie de enfrentamientos sorprendentemente costosos. París se había salvado en la Batalla del Marne, y los frentes se habían estabilizado, pero iban a hacer falta tropas frescas y en gran cantidad para expulsar a los alemanes del suelo francés. Los dirigentes del país no tardaron en pedir ayuda a su imperio. Y así fue. Casi un millón de soldados coloniales servirían a Francia en la Primera Guerra Mundial. Procedían de África Occidental, Argelia, Madagascar, el Pacífico Sur y el Sudeste Asiático.

EL Westland Whirlwind es uno de los aviones más fascinantes e infravalorados de la Segunda Guerra Mundial. Diseñado como el primer caza pesado bimotor y avión de ataque terrestre de Gran Bretaña, el Whirlwind fue pionero en potencia de fuego, velocidad y versatilidad. Sin embargo, los problemas de producción, las limitaciones técnicas y su corta vida útil redujeron sus posibilidades. A pesar de sus inconvenientes, el Whirlwind impresionó por su elegante diseño, su mortífero armamento y su contribución durante los primeros años de la guerra.

El plan de la operación Kerch-Feodosia preveía, entre otras cosas: «utilizar un sistema de pequeños desembarcos para impedir el avance del enemigo por la carretera que bordea la costa del Mar Negro en la zona de Alushta, Feodosia y el monte Opuk». En otras palabras, desembarcando las fuerzas principales en el puerto de Feodosia, y fijando también la tarea de «cruzar el estrecho de Kerch, golpeando desde el norte y el sur para capturar la ciudad de Kerch y el puerto de Kerch...», al mismo tiempo, desembarcaba una fuerza de desembarco en la zona del pueblo de Koktebel, que debía interceptar la carretera e impedir que los refuerzos enemigos se acercaran a Feodosia. Bueno, y la retirada de los alemanes de Kerch y Feodosia hacia el oeste - también. Se asignaron fuerzas sólidas - una brigada de infantería de marina. Teniendo en cuenta que la guarnición del pueblo de Koktebel consistía en dos compañías - un plan completamente sensato. Pero en la guerra, nada sale según lo planeado...

Puede que el tanque M3 Lee no fuera el vehículo blindado más famoso o querido de la Segunda Guerra Mundial, pero desempeñó un papel fundamental en una época en la que los Aliados necesitaban tanques desesperadamente. Desarrollado por los Estados Unidos en los primeros años de la guerra, el M3 Lee fue una solución provisional para contrarrestar el blindaje alemán hasta que se pudieran lanzar diseños más avanzados.

A finales de 1940, con Europa sumida en la confusión y la Segunda Guerra Mundial en pleno apogeo, se produjo un episodio diplomático insólito: altos cargos alemanes y soviéticos se reunieron en Berlín para explorar la posibilidad de una alianza más amplia. Conocidas como las conversaciones germano-soviéticas del Eje, estas negociaciones marcaron un capítulo inesperado en la tensa y compleja relación entre la Alemania nazi y la Unión Soviética.

En la mañana del 8 de diciembre de 1914, un fresco amanecer reveló cielos inusualmente despejados y mar en calma alrededor del remoto puesto británico de las Islas Malvinas. Cuando los habitantes de Puerto Stanley empezaban a agitarse, una escuadra naval alemana apareció en el horizonte meridional y se dirigió rápidamente hacia el norte, hacia las islas. Un mes antes, esos mismos buques de guerra -el Escuadrón de élite de Asia Oriental de la Kaiserliche Marine- habían destruido un escuadrón de la Royal Navy en la Batalla de Coronel, y ahora amenazaban la principal base naval británica en el Atlántico Sur. La inteligencia alemana había indicado que el puerto estaba probablemente poco defendido. El comandante de la escuadra, el vicealmirante Maximilian Graf von Spee, pretendía bombardear el puerto hasta la sumisión, enviar grupos de desembarco armados a tierra y tomar posesión de la colonia en nombre del Kaiser. Era un plan audaz que pretendía conmocionar al mundo aún más que la reciente victoria alemana en Coronel. Lo que Von Spee no sabía era que Puerto Stanley estaba lejos de estar indefenso

"Ha muerto uno de los mayores héroes de los Estados Unidos», declaró el Presidente Lyndon Johnson tras la muerte del General del Ejército Douglas MacArthur. De eso hay pocas dudas, pero MacArthur era tan bueno como malo. Era un festín o una hambruna, un home run o un strike out. Nada lo demuestra mejor que la campaña de Luzón de 1945 y la batalla de Manila, la mayor batalla urbana de la historia del ejército estadounidense.

En el verano de 1945, muchos contemplaban la devastación en Europa y creían que, aunque los Aliados habían ganado la guerra, estaban perdiendo rápidamente la paz, especialmente en Alemania. Las ciudades del antiguo Tercer Reich estaban en ruinas, los servicios públicos eran prácticamente inexistentes y las relaciones entre los Aliados occidentales y la Unión Soviética se estaban enfriando rápidamente. Asegurar una paz duradera en Alemania dependía del éxito del establecimiento de la Oficina del Gobierno Militar de Estados Unidos (OMGUS). Este era sin duda el caso de la Zona de Ocupación estadounidense.

El objetivo secreto todos los líderes estadounidenses, incluido Franklin Roosevelt, [es] dominar Canadá y, en última instancia, poseer el país». Así lo creía un preocupado primer ministro canadiense, William Lyon Mackenzie King, que confesó esta preocupación en su diario a pesar de su amistad con el presidente estadounidense. La afirmación estaba marcada por el temor de King a la propia supervivencia de Canadá, y tenía una base de verdad dadas las invasiones estadounidenses hacia el norte en 1775 y 1812, unidas a actos de agresión de menor envergadura en las décadas de 1830 y 1840. Tras la Guerra de Secesión, los veteranos irlandeses-estadounidenses, conocidos como los Fenians, invadieron Canadá varias veces en un extraño plan para capturar Canadá y devolverlo en rescate a Gran Bretaña para liberar a Irlanda.

El 6 de abril de 1982, nada más comenzar la guerra de las Malvinas, el ex primer ministro británico Harold Macmillan llamó a la primera ministra en ejercicio, Margaret Thatcher, para ofrecerle consejo sobre la gestión de la guerra. «Necesitará un Pug Ismay» Los chismosos han sugerido que su primera respuesta fue: «¿Qué es un “pugismay”?».

La Wehrmacht ejecutó a entre 16.000 y 18.000 desertores en la Segunda Guerra Mundial. En cambio, la Alemania Imperial ejecutó a menos de 100 desertores en la Primera Guerra Mundial, una cifra muy inferior a la de los ejecutados por deserción por Italia, Francia, Gran Bretaña o Rusia durante ese conflicto ¿Por qué la Wehrmacht castigó a los desertores con tanta más dureza en la Segunda Guerra Mundial que el Ejército Imperial Alemán? La respuesta está en la forma en que Alemania asumió su derrota en 1918.

El 6 de marzo de 1945, una serie de potentes explosiones sacudieron el centro de la ciudad portuaria de Vancouver, situada en la costa del Pacífico de Canadá. Los cristales de las ventanas volaron por los aires en cientos de casas e incluso en las enormes puertas de acero de los almacenes del puerto. Una enorme columna de humo se elevó sobre la ciudad y numerosas señales luminosas volaron por los aires. El buque mercante canadiense Green Hill Park, propiedad de la empresa estatal Park Steamship Company Limited y gestionado por la empresa privada Canada Shipping Company Limited, ardía en el muelle, situado a sólo cien metros del centro de la ciudad.

El general Władysław Sikorski es un nombre que incluso a muchos entusiastas de la Segunda Guerra Mundial puede no resultarles familiar. Sin embargo, durante gran parte de la guerra fue el primer ministro del gobierno polaco en el exilio, establecido en Londres tras la invasión alemana de Polonia en septiembre de 1939. Sikorski, militar y estadista condecorado, fue el dirigente polaco más prestigioso en tiempos de guerra y miembro integrante de la coalición aliada.