Negociaciones Germano-Soviéticas de 1940 [Capítulos de Historia 251] o3zp

Buenas y bienvenidos a Superbia in Proelio, podcast dedicado a la historia militar e historia contemporánea. Para finales de 1940, con una Europa sumida en la confusión y la Segunda Guerra Mundial en pleno apogeo, se produjo un episodio diplomático insólito.

Altos cargos alemanes y su contraparte ideológica, los soviéticos, se reunieron en Berlín para explorar la posibilidad de ampliar su previa alianza. Conocidas estas como las conversaciones germano-soviéticas de 1940, estas negociaciones marcaron un capítulo inesperado en la ya larga, tensa y compleja relación entre la Alemania nazi y la Unión Soviética.

Para recordar, recordemos que en 1920, salidos de la Primera Guerra Mundial, los soviéticos y alemanes ya habían firmado el Tratado de Rapallo de Cooperación. Más tarde, cuando Hitler accede al poder, el Tratado de Rapallo deja de tener efecto. Pero de nuevo, hacia 1939, Alemania y la Unión Soviética firman el Pacto Molotov-Ribbentrop, en el que se comprometían a no agredirse y, en las cláusulas secretas, a repartirse Europa Oriental. Y dejar los estados bálticos para la Unión Soviética. A pesar de todo esto y avanzado el tiempo, las ambiciones expansionistas de Hitler empezaban a chocar con estos intereses soviéticos en ciertas zonas. Finalmente, estas conversaciones de Berlín fracasaron, revelando la incompatibilidad de los objetivos nazis y soviéticos y ya preparando el terreno para la invasión terrestre a Alemania de la Unión Soviética.

Sin embargo, cabe imaginar que si las dos dictaduras hubieran conseguido llegar a un acueblo, es inconcebible que los aliados hubieran prevalecido y nuestro mundo sería hoy muy diferente. Buenas y bienvenidos a Superb Proelio, en este capítulo de historia vamos a hablar sobre estas conversaciones germano-soviéticas de 1940 y qué podría haber pasado. Como ya habíamos adelantado anteriormente, este pacto Molotov-Ribbentrop del 39 conmocionó ya al mundo. ¿Por qué? Pues la Alemania nazi, apestada con un corazón sanitario, y la Unión Soviética, ambas ideológicamente opuestas, acordaron no sólo evitar el conflicto militar, sino en las cáusulas secretas y como se demostraría inmediatamente, repartirse partes de la Europa Oriental.

Este pacto permitió a Hitler invadir Polonia sin temer a las represalias soviéticas, desencadenando así la Segunda Guerra Mundial y a su vez permitió a Stalin asegurarse la influencia soviética sobre partes de Europa Oriental, incluyendo aquí Polonia, los estados bálticos y también partes de Finlandia y Romania. Tras este pacto, Alemania y la Unión Soviética mantuvieron pues también una relación de estrecha cooperación, aunque obviamente algo incómoda. Intercambiaron materias primas y también inteligencia y la Unión Soviética, como sabemos, pues suministró a Alemania de unos materiales para su industria de guerra que no tenían y a esto hay que añadir petróleo y grano.

Sin embargo, a medida que Alemania ganaba terreno en Europa Occidental, recordemos con la invasión de Francia y conquistando Bélgica, Dinamarca, Noruega, etc., las ambiciones de Hitler se extendían cada vez más hacia lo que ya era territorio soviético, lo que provocaba tensiones. A pesar del acuerdo que ya hemos citado, tanto Hitler como Stalin comprendieron que esta colaboración era basada en la conveniencia y no en esta confianza que debe haber en toda colaboración. Para finales de ese mismo año, Hitler se enfrentaba a crecientes desafíos en Europa, especialmente después de que Gran Bretaña se aguantara y se mantuviera desafiante tras la famosa batalla de Inglaterra. En un intento de reforzar esta posición estratégica, Hitler esperaba ampliar la alianza del eje para que se convierta en un poder más poderoso.