Relatos ERÓTICOS 2l5e3p

JUEGOS PERVERSOS - PARTE FINAL

JUEGOS PERVERSOS - PARTE 13

SANTA LUJÚRIA - PARTE 5

JUEGOS PERVERSOS - PARTE 12

SANTA LUJÚRIA - PARTE 4

JUEGOS PERVERSOS - PARTE 11

SANTA LUJÚRIA - PARTE 3

JUEGOS PERVERSOS - PARTE 10

SANTA LUJÚRIA - PARTE 2

SANTA LUJURIA - PARTE 1

JUEGOS PERVERSOS - PARTE 9

JUEGOS PERVERSOS - PARTE 8

Una descarga eléctrica recorrió la espalda de Lucía. Era su excitación contenida luchando por escapar, sin duda. Ciertamente, solo cuatro minutos antes, la idea le había parecido una locura, ahora, con lo excitada y maravillada que estaba por esa verga, tocarla era justamente lo que su cuerpo le pedía.

Alargó la mano y tocó la piel desnuda de Barbara, a escasa distancia de sus hermosos pechos, y sintió por primera vez en su vida el semen de un hombre que no era Antonio. Lo primero que sintió fue rechazo. No debería estar haciendo eso, se lo decía una y otra vez en su mente. Después se permitió sentir el viscoso fluido y lo cálido de la piel de Bárbara. El contraste entre ambas temperaturas la hizo estremecerse de arriba abajo...

El semen de Rogelio dejó de salir a los pocos segundos, dejando a Bárbara toda cubierta de aquel viscoso líquido dador de vida. Durante unos segundos nadie dijo nada. Bárbara, Lorena y Roger se miraron, alternando la vista entre uno y otro. Lo único que se escuchaba era la respiración pesada de Joaquín que dejaba bien en claro lo enfadado que estaba. Antonio era el único que tenía un gesto neutro, como si tampoco supiera exactamente cómo reaccionar ante lo que acababa de ocurrir...

Sabía bien que Rogelio estaría duro; después de todo, su erección había estado presente desde que se sentó en su regazo y había podido sentirla perfectamente en su trasero. Pero era muy diferente eso a tocarla con la mano. La tela del pantalón de Roger la mantenía a salvo de quemarse, pues de seguro su pene tenía que estar tan caliente como la llama de las velas que los alumbraban...

El movimiento de Rogelio duró unos cuantos segundos, y en ningún momento dejó de pegar su duro pene contra el trasero de Lucía. Ella comenzaba a creer que lo estaba haciendo a propósito, aunque no podía ser así. Roger era un hombre felizmente casado con una mujer guapa. Era imposible que tuviera deseos obscenos por otra mujer. Pero su cerebro le decía que si ese fuera el caso no debería tener una erección en primer lugar...

Lorena se puso de pie, destilando sensualidad a su manera, de forma más exuberante que su esbelta y alta amiga. Lucía sabía muy bien que, en sus tiempos de universidad, ella era quien más pretendientes tenía. Incluso más que su Antonio, quien era perseguido por las chicas. Pero Lorena, según lo que le habían contado, siempre estaba rodeada de chicos que buscaban su atención...

Lucía se apretujó contra el cuerpo de su marido. Este la abrazó con más fuerza, demostrándole el cariño que ella sabía que le tenía. Pensó en lo curioso que era que un momento divertido entre amigos se arruinará tan fácil por algo inesperado como un apagón. Todos estaban ahora cabizbajos, mirando las flamas de las velas que se consumían poco a poco. Lucía no estaba segura de cuánto tiempo aguantarían, tal vez las tres horas de tormenta, tal vez no...

Fin del Contrato.