Relatos ERÓTICOS 2l5e3p

"La caída de Don Andrés"

La verga de Patricio era monstruosa. Estaba acostumbrada a la de Benito, y siempre pensó que nunca podría volver a sentir el dolor supremo que sintió la primera vez que su marido...

―Ah. ―trató de contenerse, apretando todos los músculos del cuerpo para no correrse. No quería eyacular aún, quería seguir disfrutando de aquella miss Universo, así que cerro los ojos y se puso rígido como una roca, crispando los dedos de los pies y haciendo unas muecas que se parecían mucho a las contorsiones llenas de placer y miedo que el rostro de Mariana tenía en ese momento.

—Pues me operé hace más de tres años. Fue un proceso duro, pero los resultados son increíbles. Ahora mismo, creo que hasta el miembro de Pedro se queda corto en comparación con el mío. Lo tengo todo, Silvia... y ya no me falta nada...

Afianzó la rígida verga y se la restregó entre la entrepierna. Su concha latía ansiosa, y parecía lamer y besar el nuevo miembro que le presentaban...

Comenzó a acariciarlo con delicadeza, y el placer fue intenso. Le dio un par de besos en la punta, intentando metérsela en la boca, aunque le fue casi imposible. Sólo lograba introducir el glande, llenando su boca sin poder avanzar más, así que se concentró en usar su lengua para lamer y acariciar, mientras me masturbaba suavemente con ambas manos...

Silencio, mi vida. Estamos juntos en esto, y lo superaremos juntos. Ahora nada de disculpas; el médico fue muy claro: debes fortalecer el suelo pélvico. A partir de mañana, ejercicios todos los días de once a una. El Doctor Roos me dio una tabla para que sigamos una rutina...

Estábamos realmente cansados, así que nos desvestimos mutuamente y nos metimos en la cama. Nos besamos y acariciamos; ella sostenía mi pene y movía su mano suavemente arriba y abajo, mientras yo besaba sus pechos y mordisqueaba sus pezones, que estaban duros y anhelantes. En un momento, me tumbó en la cama, colocó una pierna a cada lado de mi cabeza, y la visión de su sexo y su trasero a mi disposición me excitó profundamente. Ella tomó mi pene y empezó a besarlo...

El corazón de Mariana latía a mil por hora. La rubia no podía terminar de convencerse de que lo que estaba entendiendo era realmente lo que esas palabras querían decir. ¿Don Benito la deseaba como mujer? ¿A ella, a una principiante sin experiencia en las artes de la libido? ¿Era eso posible?

La besaba y acariciaba, hasta que se posicionó entre sus piernas, y comenzó a besar los muslos, y abrir con sus dedos aquellos labios vaginales, que notaba un poco húmedos. Se acercó al clítoris, y comenzó a chuparlos despacio, e intercalar, pasando la punta de su lengua, haciendo círculos. Subía y bajaba su lengua a lo largo de aquella vagina...

—Al llegar, pensé sinceramente que todo había terminado, que Silvia había tenido su “noche loca” y que regresaríamos a casa. Por fin, había cumplido su fantasía de estar con alguien que tuviera “una buena polla”. Me dije a mí mismo que quizá se lo debía, por lo desastre que fui en la cama con ella… ¡qué iluso fui! Pedro se bajó primero y me dijo que los recogiera al día siguiente a las ocho...

—¡Ah, Dios, Patricia… Esto es increíble! Qué placer… Ella se sintió orgullosa de poder darle placer a aquel hombre al que había deseado durante tanto tiempo. Se esmeró en proporcionarme el máximo placer con su boca. Con su mano derecha acariciaba delicadamente mis testículos, succionando y tragando. En mis ojos veía el reflejo del placer que sentía...

―Mariana, Dios mío. ¡Qué culo más rico, muchacha! ―Don Benito apretó sus nalgas de una forma deliciosa. Esas palabras la hicieron recordar las lecciones de la señora Marta y comprendió que su vecino estaba dejando salir su deseo haciéndola sentir mujer...

Solo de pensar que estaba completamente desnuda, a unos metros de mí, bajo el agua, hizo que tuviera una erección brutal. No pude soportarlo más. Me fui a la cocina, tomé una servilleta de papel y, al escuchar el sonido del calentador, bajé mis pantalones y me masturbe, recordando todo lo vivido en el día...

La culpa no es buena para nadie....

Una infidelidad, una traición, una vida arruinada, solo el apoyo de una persona le ayudara a encontrarse a sí mismo y vencer todos sus complejos.

La pasión de aquellos cuerpos tenía la intensidad de dos trozos de metal fundiéndose; sin embargo, ese besó se mantuvo tan tierno como el delicado roce del aire caliente que los rodeaba. Benito vivía el principio de sus sueños hechos realidad...

El Deseo de Florencia.

Irresistibles.

El cumplimiento de un juramento...