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Marte puede esperar
Nuestros veranos por Madrid | El corte de buenas noches nº32

Nuestros veranos por Madrid | El corte de buenas noches nº32 11335l

10/6/2024 · 07:21
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Marca pega dulces bienvenido una noche más al canal de podcast más marciano de la esfera terrestre y donde nada es lo que parece como encontrar te saludo desde el corte de buenas noches ese que se extendió en su día de la cápsula marciana para comenzar su propia aventura en solitario desde el canal marte puede esperar porque era una sección que en su día nos pidió poder ensancharse por su cuenta para contarte de vez en cuando historias delicadas y algo más personales con textos propios y ajenos con historias tuyas y mías con literatura en lengua española y con relatos propios en los que te cuento realidades sazonadas de alguna mentira que rescate de agujeros de gusano y universos paralelos historias gemelas obituarios literatura y algo de poesía para ti y para mí para que podamos conservarlos en este pequeño rincón y que ya nunca más se pierdan por el eterno espacio tiempo y la melodía que escuchas de fondo lleva el título dulce y es de la autora jutta rochester la ilustración del perfil es obra de la autora galletas con agua y de la parte técnica me encargo yo con el autocontrol de los mandos si quieres proponerme algún tema viajero o literario me tienes disponible en el correo o la arroba escritoras viajeras punto mi este domingo nueve de junio del año dos mil veinticuatro en el calendario gregoriano nos encontramos emitiendo en diferido un nuevo relato ambientado en los barrios de madrid que según nuestros cálculos desde la cabina marciana llegará al planeta tierra la noche del lunes diez de junio en esta ocasión venimos a hablarte de esos rincones en los que vamos percibiendo como casi sin darnos cuenta hemos acabado pasando de una estación a otra de un momento a otro de una historia aquella que ya casi no recuerdas porque si quedó suspendida en el tiempo porque ya no encuentras el momento en el que las chaquetas de lana acabaron dando paso en los armarios a los vestidos largos las cazadoras vaqueras las camisetas de manga corta y el pelo suelto al aire como los calendarios seguían con vida propia sin importarles en exceso que el tiempo se te estuvieras escurriendo de las manos sin dejarte alcanzar muchos de los objetivos que de un modo muy optimista te habías planteado llegar a cumplir antes de la siguiente estación como te acabaste viendo atrapado por el discurrir del tiempo en el espacio en el que nos encontramos un día por sorpresa los veranos en madrid resultaron siendo muy distintos a los de mis años de infancia en la ciudad vieja donde esperábamos el solsticio sin acabar de soltar nunca la chaqueta por los casuales giros de aire que nos sorprendían paseando por el espolón el río el claustro de la catedral donde se quedó el taxista de nuestro anterior relato o la cartuja de miraflores a la que llegábamos en los primeros días de verano para atendernos en el césped mientras mirábamos hacia el cielo colapsado de copas de árboles que nos miraban desde las alturas en esos días de asueto y sin colegio es siempre perseguía la lluvia y su olor a tierra mojada y el calor entrando por la ventana que tenía doble hoja ya la que me gusta asomarme cuando ya caía la noche y fuera se oían los grillos y algunos niños del barrio jugando delante de nuestra casa pasaba el río y me gustaba oír el crepitar de los árboles que lo resguardaban mientras yo no dejaba de observar las luces de las farolas queriendo alargar el día hacía una noche de mentira en madrid en cambio los calores se pegaban al cuerpo hacia mediados de mayo a las ocho de la mañana al bajar a la ciudad subterránea del metro se percibía un calor que parecía subir en oleadas desde debajo del suelo nuestros veranos en la ciudad nos convertirán en testigos de cómo los turistas dejaban de desfilar por plaza españa gran vía la calle mayor la latina y malasaña y nos dejaban al fin como dueños de la ciudad huyendo del sol buscábamos las sombras en el retiro y nos dábamos un paseo hasta la casa

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