PALABRA VIERNES 02 MAYO 2025 4l261r

Para introducir un poquito la palabra de hoy día, les quiero comentar que el año pasado, por motivos de salud, se me recomendó hacer ejercicio físico.

Y para los que me conocen, el ejercicio y yo, nada que ver.

Y tuve que hacer caso porque era por mi salud.

Entonces empecé a hacer ejercicio, con pesas y mancuernas.

Lucas, ¿me puedes traer el bolso que está ahí, por favor? Cuidado que está pesado, tómalo de abajo.

Deja el bolso.

Gracias.

Y resulta que mi papá es la persona más deportista que conozco, entonces él tuvo la mala suerte de tener que enseñarme a introducirme al ejercicio.

Tuve que empezar haciendo mancuernas y pesas.

Yo traje esto para que usted me crea.

Yo primero empecé con estas pesitas, que son de un kilo cada una, porque en mi brazo eran una lana, entonces no iba a resistir más.

Traje estas pesas que son de un kilo, con esto empecé.

Tengo testigo por si no me cree.

Luego tuve que, mis músculos ya se acostumbraron a eso, entonces tuve que empezar a subir a la pesa de dos kilos y medio.

Yo sufrí, hermano, haciendo esto, de verdad.

Mi papá se reía.

Y ya luego tuve que empezar a hacer ejercicio con una pesa de cinco kilos.

Entonces empecé con una de uno, después con una de dos y medio, y después con una de cinco.

El ejercicio, a medida que iba pasando, se iba poniendo más y más intenso.

No sé si les suena esa palabra.

Resulta que en este periodo mi papá hacía ejercicio a la par conmigo y estaba constantemente atento a que no me lesionara, que hiciera bien el ejercicio, a que me hidratara, etc.

Y en este proceso aprendí dos cosas.

Que uno, mi papá siempre estaba atento a que yo pudiera realizar bien el ejercicio y me acompañó.

Siempre estuvo ahí, conversábamos, etc.

Y lo otro que aprendí fue que lo que me quiero centrar en este mensaje es que yo no podía tomar un peso que a mí no me correspondía.

Si usted viera las pesas de mi papá, son unas cosas monstruosas, y yo estaba con esa mancuerna.

Pero si yo hubiese empezado con esta, probablemente me hubiese lesionado.

Entonces, lo que le quiero hablar el día de hoy es que muchas veces en la vida, por cosas humanas, nos empezamos a preocupar, empezamos a tener miedo, empezamos a ponernos ansiosos, y no nos damos cuenta, pero nos vamos echando cargas que no nos corresponden y que nadie nos manda a tomar.

Y hermano querido, de verdad que aprendí esto haciendo ejercicio, si uno toma una carga que nadie te manda a tomar, vas a salir lesionado y te va a doler.

En Salmos 55.22 dice, Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará.

No dejará para siempre caído al justo.

Hermano, yo sé que es difícil.

Le digo que me puse ansiosa porque no quería que nadie predicara el mensaje que tenía que predicar yo.

Y me puse ansiosa y ansiosa, de verdad había noches que no dormía.

Hubo como dos noches que no dormí porque era como, y esto, y esto, y esto.

Entonces me puse ansiosa y no estaba siguiendo mi propio mensaje.

Entonces yo creo que por eso el Señor lo extendió como, vívelo primero.

Entreguemos nuestra carga al Señor.

No sé por lo que usted está pasando.

A veces son enfermedades, otras veces son problemas económicos, otras veces,