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¿Estás seguro de que piensas libremente? El sesgo de confirmación es uno de los trucos más poderosos que utilizan los políticos, los medios y las redes sociales para manipularnos sin que nos demos cuenta. Nos hace buscar información que refuerce lo que ya creemos y rechazar todo aquello que nos desafía, encerrándonos en una burbuja donde todo parece darnos la razón. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que podemos estar equivocados? ¿Cómo podemos romper esta trampa mental y pensar con verdadera libertad? Descubre cómo el "divide y vencerás" sigue funcionando en pleno siglo XXI y qué puedes hacer para no ser un peón en este juego de manipulación. No te dejes engañar. 6qy2b
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En 1912, un abogado y arqueólogo aficionado llamado Charles Dawson presentó al mundo un hallazgo revolucionario, el hombre de Piltdown, un cráneo que parecía humano, pero que tenía una mandíbula primitiva y unos dientes desgastados muy peculiares. Los restos fueron presentados a la comunidad científica como la prueba irrefutable del eslabón perdido, y durante décadas su imagen apareció en los libros como una pieza clave de la evolución. Sin embargo, el análisis posterior reveló que todo se trataba de un burdomontaje, el cráneo pertenecía a un humano moderno, la mandíbula era de un orangután y los dientes eran de un mono.
Pero ¿cómo pudo este fraude durar 41 años sin que nadie lo desemmascarase? No es que nadie dudase de él, es que el mundo quería creer en él. Y aquí es donde entra en acción el sesgo de confirmación, el truco mental que nos hace ver lo que queremos ver, porque nuestro cerebro es bastante perezoso y prefiere confirmar lo que ya creemos antes que detenerse a pensar para cuestionarlo.
Cuando nos llega nueva información, no la analizamos de forma objetiva, si la información confirma lo que pensamos, la asumimos muy contentos. Pero si por el contrario nos quita la razón, es decir, va en el sentido opuesto de lo que ya pensamos, damos por hecho de que se trata de una mentira, un bulo. Y esto es un filtro mental automático.
Y aquí está lo verdaderamente peligroso porque funciona sin que nos demos cuenta. Para comprobar si estamos cayendo en esta trampa mental, podemos analizar la manera en que reaccionamos ante la información que nos desafía. Si nuestra primera reacción ante una idea contraria es buscar argumentos para refutarla en lugar de analizarla con la mente abierta, es muy probable que estemos atrapados en el sesgo de confirmación.
Y no ocurre solo con lo que tenemos enfrente, también nuestra memoria juega un papel clave, haciéndonos recordar mejor la información que confirma nuestras creencias, y olvidando todo aquello que nos lleva a la contraria. Por eso, los científicos de la época aceptaron sin pruebas que el hombre de Piltdown era real, porque buscaban un fósil que confirmase su teoría del eslabón perdido, y cuando lo encontraron, cerraron los ojos y desestimaron cualquier evidencia en contra.
Que por otro lado, había muchas. Y ahora extrapolen esto a la política. Los políticos de cualquier signo conocen perfectamente el sesgo de confirmación y lo usan contra nosotros. Tienen mil asesores que saben perfectamente cómo aprovechar los caminos oscuros de la psicología. Estoy seguro de que se han dado cuenta de que los medios de comunicación muestran la misma noticia de forma completamente opuesta, según el canal que estemos viendo.
Para algunos el mismo político es un héroe, mientras que para otros es el diablo en persona. Y esto no es una casualidad. Las televisiones saben que buscamos información para reforzar lo que ya pensamos. Si usted es conservador, mira medios conservadores. Y si es progresista, consume medios progresistas.
Y lo mismo sucede en Internet. Los algoritmos de las redes sociales nos muestran solo aquello que nos gusta, para encerrarnos en una burbuja cognitiva en la que todo parece confirmarnos que llevamos razón. ¿Y cuál es el resultado? Más polarización, más odio entre bandos y, sobre todo, más votos asegurados para el bando que lo hace mejor. Porque esto sigue esa máxima tan antigua de divide y vencerás. Divide et impera. Una frase atribuida a Julio César, a Napoleón y a Maquiavelo, que es mucho más que una simple frase, es una táctica de control. Es la estrategia que sirve para mantenernos enfrentados.
Porque si logras dividir a la gente, si evitas que se unan, puedes manipularlos y gobernarlos con mucha más facilidad. Hay miles de ejemplos de esto en la historia. Por eso los políticos, de un lado y de otro, fomentan la rivalidad entre bandos. Por eso, a pesar de nuestro rechazo, están continuamente hablando de lo mal que lo hace el otro, en lugar de aportar soluciones constructivas. Exageran los errores del rival mientras ocultan los propios. Y crean enemigos imaginarios para desviar la atención mientras nosotros discutimos y nos odiamos, para que ellos puedan seguir en el poder sin ser cuestionados.
¿Pero cómo podemos romper esta división?
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