¿Es razonable pensar en la Vida Después de la Muerte? 11k5n

Desde que el ser humano es consciente de su propia muerte, ha intentado darles sentido, imaginando cielos, infiernos y reencarnaciones, en busca de una trascendencia capaz de calmar el vértigo, que supone asomarse al mayor de los abismos. Y en base a muchas de esas ideas, ha construido templos, mitos, sociedades y culturas. Pero mucho tiempo después de aquella primera toma de conciencia, la ciencia ha conseguido explicar gran parte de lo que antes se creía mágico o milagroso.

Y hoy en día avanza a pasos de gigante mientras ese pensamiento mágico se tambalea, arrinconando tal vez la esperanza de esa trascendencia, que parece cada vez más un anhelo en lugar de una seria prueba. Por eso yo les pregunto, ¿es razonable, en pleno siglo XXI, pensar en la vida después de la muerte? Bienvenidos a Soles Lejanos 2.0. Les habla David Minayo desde el lado inmortal de las ondas.

No es ningún secreto que la vida después de la muerte está de moda. Hoy en día abundan los vídeos, libros e incluso los programas de televisión que recogen testimonios de experiencias cercanas a la muerte. Nosotros mismos tuvimos en nuestro podcast el interesantísimo testimonio del doctor José Morales del Río, que tuvo una impresionante ECM y que por cierto dentro de poco volverá a Soles Lejanos 2.0.

Pero en el episodio de hoy no vamos a preguntarnos si existe o no esa vida más allá del final, sino que vamos a ir un paso más atrás y apoyándonos en la filosofía, la ciencia y la neurociencia, vamos a preguntarnos si es lógico, con todo lo que ya sabemos, pensar en ella. Abróchense los cinturones porque nos ponemos en marcha. Desde tiempos remotos las culturas humanas han buscado diversas formas de dar sentido al mayor de los misterios, la muerte.

En el Antiguo Egipto el libro de los muertos guiaba a los difuntos a través de un complejo viaje hacia el más allá, donde el alma debía atravesar peligros, enfrentarse a juicios y demostrar su pureza ante Osiris, el dios de los muertos. Sólo aquellos que eran considerados justos alcanzaban la inmortalidad, mientras los demás eran condenados a la aniquilación eterna.

Más sombrías aún eran las creencias en la antigua Mesopotamia, donde la muerte no suponía un paso hacia una vida mejor, sino la entrada a un mundo subterráneo de sombras y polvo regido por dioses crueles e implacables. En esa eterna oscuridad los espíritus vagaban privados de gozo y sin posibilidad de redención, una visión sumamente oscura que los griegos heredaron y transformaron.

Para ellos el alma viajaba al Hades, donde su destino variaba según sus actos en la vida.

Los héroes y virtuosos podían hallar descanso en los campos helíseos, en lugar de la dicha eterna, pero los malvados eran castigados en el Tártaro, una región de sufrimiento y olvido que era muy similar a nuestra idea del infierno, que no murió con ellos sino que ascendió un peldaño más durante