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Trabajando con el hombre ideal
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Capítulo 9

Capítulo 9 n1n3n

28/5/2025 · 13:44
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Trabajando con el hombre ideal

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Capítulo 8 Hola, Samantha. ¿Qué haces tú por aquí? Si el beso de Dylan no hubiera destrozado su autocontrol, ver a Max Herpog mirándola de arriba abajo lo habría conseguido. Pero, a pesar del miedo que sentía, intentó mirarlo con una máscara de indiferencia. Hola, Max. Estoy en Sydney en viaje de negocios.

¿Así? Conteniendo el deseo de subirse el corpiño para que no le mirase el escote, Sam irguió los hombros. Te presento a Dylan Harmon. Dylan Max Herpog. Aunque no tenía ninguna esperanza de que aquello saliera bien. La entrada de Max en el ascensor sólo significaba una cosa, que su mentira iba a quedar al descubierto. Dylan le ofreció su mano. Encantado. Aunque por su expresión eso no era verdad. Max es un viejo amigo de la familia, siguió Sam para llenar el incómodo silencio.

Vamos, Samantha, tú sabes que soy mucho más que eso, replicó el irónico. Perdona, pero hemos quedado para cenar, dijo Sam cuando se abrieron las puertas del ascensor. Encantada de volver a verte, añadió, tomando la mano de Dylan y rezando para que le respondieran las piernas. Afortunadamente, él parecía tan ansioso de escapar como ella. No dijo nada hasta que estuvieron sentados y eso le dio tiempo para recuperar la compostura. Ver a Max la había puesto más nerviosa de lo que esperaba.

O estaba nerviosa porque tendría que responder a las preguntas de Dylan. ¿Ese hombre es amigo tuyo? ¿Es amigo de mis padres? ¿Eso es todo? Sam contuvo el deseo de meterse un dedo en la boca y hacer como que vomitaba ante la idea de que Max fuese algo más. ¿Tú qué crees? Creo que ese hombre está loco por ti, aunque no le culpo. Ella se encogió de hombros, odiándose a sí misma por perpetuar la mentira. No significa nada para mí. A mis padres les cae bien, pero a mí no.

Pues actuaba como si fuese algo más que un amigo de la familia, insistió Dylan. Especialmente esa bromita sobre ser algo más. Sam no podía seguir mintiendo. Tenía que contarle una parte de la verdad, porque si no lo hacía, no pararía hasta sacarle la historia completa. Mis padres parecen creer que debería casarme con Max, dijo al fin suspirando. ¿Qué? Pero si podría ser tu padre.

Díselo a ellos. No podía creer que, después de tantos años viviendo en Australia, sus padres no hubieran dejado de ser una aristocrática familia europea que se aferraba a arcaicas tradiciones.

¿Por qué? Debía ir con cuidado para no meter la pata, se dijo a sí misma. Mis padres son muy anticuados y creen que una mujer necesita que un hombre cuide de ella. El sitio de una mujer para ellos está en su casa, no en un consejo de istración. Esperaba que, con eso, terminara el interrogatorio. Pero no fue así.

¿Entonces por qué te pagaron una carrera universitaria? Preguntó Dylan.

Sam se encogió de hombros recordando el día que tuvo el valor de enfrentarse a sus padres.

Les chantajé. ¿Cómo? Les dije que si no me dejaban estudiar una carrera me escaparía con David Peters. Dylan sacudió la cabeza. ¿Quién es David Peters? Mi novio del instituto. Aunque el pobre no sabía nada, claro, sonrió ella, recordando la cara pecosa de David y preguntándose qué podía haber visto en su compañero de laboratorio. Quería asustarlos.

Eres asombrosa, ¿lo sabías? Sonrió él entonces, alargando la mano para acariciar un rizo que se había escapado de su moño. Vamos a hacer un trato. Esta noche no hablaremos de David del Max ni de cualquier otro hombre que tengas escondido en tu pasado. Esta noche solo somos tú y yo. Por un momento Sam pensó que iba a besarla, como había hecho en el ascensor. Pero solo le preguntó al oído. ¿Te gusta el plan? Ella asintió con la cabeza y Dylan le dio un beso en la frente.

Pero mientras soportaba la charla de sus compañeros de mesa, no podía dejar de sentirse abrumada por el hombre que estaba a su lado. Y sobre todo, por lo que pasaría una vez terminada la cena. ¿Tendría fuerza de voluntad para rechazarlo si volvía a besarla? ¿Quería hacerlo? Aunque su experiencia con los hombres era limitada, sabía que Dylan no se sentiría satisfecho con unos besos en el pasillo. Respondiendo a sus besos seguramente le había enviado una señal equivocada.

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