
Descripción de Capítulo 7 v662r
Trabajando con el hombre ideal - Capítulo 7 523c5l
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Capítulo 6. Sam estaba sacando sus cosas de la bolsa de viaje cuando Ebony entró en su habitación y se tiró sobre la cama. «Cuéntamelo todo. Y no te dejes fuera un solo detalle». Sam sonrió, preguntándose cómo había sobrevivido las últimas semanas sin hablar con su amiga. Estaban acostumbradas a compartir hasta los detalles más íntimos de sus vidas, pero, ¿cómo iba a contarle los sentimientos que despertaba en ella su jefe? Apenas podía itirlos ella misma. «No hay mucho que contar», dijo, sin embargo, encogiéndose de hombros. Ebony le tiró un almohadón. «No me digas eso. Te brillan los ojos y no puede ser por la contaminación de Melbourne». Sam se sentó en el suelo, a los pies de la cama. «¿Qué puedo decirte? Me encanta mi trabajo».
«¿Seguro que es el trabajo lo que te encanta?», preguntó Ebony moviendo sugerentemente las cejas.
«¿Qué otra cosa podría ser?», murmuró Sam apartando la mirada. «Ajá. Estás peor de lo que había pensado. ¿Te has enamorado de él, verdad? No seas boba. Lo que pasa es que me gusta el trabajo de ayudante personal. Es mucho mejor que esperar a que mis padres me casen con un viejo decrépito». Hablando de tus padres, Ebony no terminó la frase y Sam levantó la mirada. La expresión de su amiga no era precisamente tranquilizadora. «¿Qué han hecho ahora?».
«Esa rata de Cuade les ha dicho que Dylan y tú sois inseparables y que vais a anunciar vuestro compromiso de un momento a otro». «¿Y qué hay de malo? Esa es una de las razones por las que quería trabajar con Dylan para que mis padres me dejaran en paz». Ebony levantó una mano. «No tan rápido, Cenicienta.
Tus padres han dicho que si el anuncio no se hace de inmediato, van a enviar a Max a Melbourne para que te lleve de vuelta a Brisbane. No sólo a Brisbane, sino al altar. Y esta vez sin excusas». «¿Qué?», exclamó Sam levantándose de un salto. «No pensarán que voy a casarme con ese viejo. Ya les he dicho lo que siento. Ya conoces a tus padres.
No aceptan una negativa. Esperan que empieces a portarte como una princesa lo antes posible».
«¿Y cómo te has enterado de todo eso?». Ebony se puso colorada. «Me lo ha contado Peter. ¿No me digas que te sigue gustando el bufón de mi hermano?». Ella negó con la cabeza. «No, sólo somos amigos. Me encontré con él en una cena benéfica». Sam hizo una mueca. «Tienes el gusto estropeado, aunque me encantaría que fueses mi cuñada». Ebony saltó de la cama. «No estamos hablando de mis gustos, sino de los tuyos», dijo poniéndole una mano sobre el hombro. «Lo tuyo con Dylan es serio», preguntó en tono conspirador.
Sam se lo pensó antes de contestar. Si le decía la verdad, Ebony acabaría contándoselo a Dylan. Aunque fuera sin querer. Después de todo, eran muy amigos y Ebony era famosa por soltar lo primero que se le pasaba por la cabeza. Además sabía que Dylan estaba jugando con ella. Al fin y al cabo era uno de los solteros más codiciados de Australia.
¿Y qué si la había besado un par de veces? Eso no significaba nada. Seguramente lo hacía todos los días con las mujeres de su círculo. Estaba siendo una tonta por hacerse ilusiones. Dylan es mi jefe.
Es un buen tipo y me gusta trabajar con él. Esperaba que esa respuesta fuera satisfactoria para su amiga. Además, no era una mentira, aunque no le había contado toda la verdad.
Ebony hizo una mueca. «Te conozco, Sam. Me estás ocultando algo. Y antes, cuando he abrazado a Dylan, he tenido la impresión de que estabas a punto de sacarme los ojos. ¿Por qué crees que lo he hecho? Para probarte». Sam hizo una mueca. No sabía que fuera tan transparente. Ahora entendía por qué Dylan tenía esa expresión satisfecha. «Pruébame todo lo que quieras».
Ebony soltó una carcajada. «Estás celosa. Pero no te preocupes, no estoy interesada en Dylan. Hay otros peces en el mar y mucho más sabrosos que él». Sam lo dudaba. Nunca había conocido a un hombre que pudiera compararse con Dylan Harmon. No era solo su atractivo o su carisma, por no decir que besaba de maravilla. No, además tenía una cualidad indefinida.
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