
La versión de la esposa - Úrsula K. Le Guin 435u5v
Descripción de La versión de la esposa - Úrsula K. Le Guin 1z6w2z
¿Qué sucede cuando cambias las reglas del juego del cuento tradicional? Hoy traemos a la maestra Úrsula K. Le Guin, con un relato en forma de "retelling" un tanto especial... ¡Espero vuestros comentarios al respecto! ________ Traducción, adaptación del texto, narración, edición de sonido y producción: Viktoria Hyvin _________ 2g6t1q
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Cuentos, relatos, narraciones y otras fábulas del mundo pasado, presente y futuro. Espejo de Atropos. ¿Y tú te atreves a mirarte al espejo? La versión de la esposa. Por Úrsula Kallegin. Era un buen marido, un buen padre. No lo entiendo. No me lo puedo creer. No me creo que haya pasado. Lo vi, pero no puede ser cierto. No puede ser. Siempre fue amable.
Si le hubieras visto jugar con los niños. Cualquiera que le hubiera visto con los niños sabría que no había nada malo en él. Ni una pizca de maldad. Cuando lo conocí aún vivía con su madre cerca de Spring Lake. Y solía verlos juntos, a la madre y a sus hijos. Y pensé que cualquier joven que fuera tan amable con su familia debía ser alguien digno de conocer.
Una vez, paseando por el bosque, me lo encontré solo, volviendo de cacería. No había conseguido nada, ni siquiera un ratón de campo. Pero no estaba triste por ello. Simplemente estaba disfrutando del aire de la mañana.
Esa fue una de las primeras cosas que me encantaron de él.
No se tomaba las cosas a mal. No se quejaba ni lloriqueaba cuando las cosas no iban como él quería. Así que empezamos a hablar aquel día.
Y supongo que las cosas siguieron su curso después de eso. Porque enseguida pasamos a estar casi todo el tiempo juntos. Y mi hermana dijo... Verás, mis padres se habían mudado el año anterior y se habían ido al sur, dejándonos la casa. Mi hermana dijo, tomándome un poco el pelo. Bueno, si va a estar aquí todos los días y la mitad de las noches, supongo que no hay sitio para mí.
Y se mudó justo al final de la calle. Siempre hemos estado muy unidas, ella y yo. Ese es el tipo de cosas que nunca cambian. Nunca podría haber superado este mal momento sin mi hermana. Así que vino a vivir aquí.
Todo lo que puedo decir es que fue el año más feliz de mi vida. Era tan bueno conmigo. Trabajador, nada perezoso. Tan grande y atractivo. Todos lo miraban, ya sabes, por lo joven que era. En las noches de reunión de la logia, cada vez más a menudo le pedían que guiase los cánticos. Tenía una voz preciosa. Empezaba con fuerza y los demás le seguían y se unían. Voces graves y agudas.
Ahora me entran escalofríos al recordarlo, oírlo. Las noches en que me quedaba en casa sin ir a la reunión, cuando los niños eran bebés.
El canto que surgía entre los árboles y la luz de la luna. Las noches de verano. La luna llena y resplandeciente. Nunca oiré nada tan hermoso. Nunca volvería a conocer una felicidad así. Fue la luna, eso decían. Es culpa de la luna y de la sangre. Estaba en la sangre de su padre. Nunca conocía a su padre. Y ahora me pregunto qué habrá sido de él. Era de Whitewater y no tenía parientes por aquí. Siempre pensé que había vuelto allí, pero ahora no lo sé. Había rumores sobre él. Historias que surgieron después de lo que le pasó a mi marido.
Es algo que corre por la sangre, dicen. Y puede que nunca salga la luz, pero si lo hace. Es el cambio de luna lo que lo provoca. Siempre ocurre en la oscuridad de la luna nueva, cuando todo el mundo está en casa y dormido.
Cuentan que algo se apodera del que lleva la maldición en la sangre y se levanta porque no puede dormir. Sale al sol resplandeciente y se va solo, empujado a encontrar a los que son como él.
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