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Tu Mente Despierta
Psicopatía, mal de Hubris y el poder.

Psicopatía, mal de Hubris y el poder. 6m5q5z

6/2/2025 · 36:59
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Tu Mente Despierta

Descripción de Psicopatía, mal de Hubris y el poder. 6q6z55

El Trastorno de la personalidad psicopática y el mal de Hubris, son dos afecciones psicológicas que se dan con bastante frecuencia en las relaciones de poder, cuanto mayor es este poder ( político, económico, empresarial, jerárquico...) más posibilidades existen de que las personas que lo ejercen tengan esta caracterología y además padezcan el proceso megalomaníaco y paranóide del síndrome de Hubris... 6n1q58

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Escuchas Jucal Radio.
107.9 FM.
La radio municipal.
De la Puebla de Alfindel.
Bienvenidos, bienvenidas una vez más
a este vuestro programa de Tu Mente Despierta,
en el que vamos a tratar el cómo afecta el ejercicio del poder.
Cualquier poder, puede ser político, empresarial,
cualquier tipo de poder, a las personas que lo ejercen.
Y cómo, en muchos casos,
yo diría que en la mayoría de los casos, las patologiza.
Claro está, que hablamos de perfiles muy concretos,
no a todo el mundo vuelve loco el poder.
De ello vamos a hablar, en este programa,
uno más de Tu Mente Despierta.
Un experimento realizado en la década de los años 70,
del pasado siglo XX,
y protagonizado por el famoso Philip Zimbardo,
en el mundo de la psicología.
Este intentó mostrar cómo el poder corrompe al ser humano.
Dicho experimento trataba de comprender
los factores que hacen que las personas se corrompan
y actúen con maldad.
Así que, ni corto ni perezoso,
reclutó a 24 jóvenes sanos, física y psicológicamente.
Acondicionaron la planta baja de la Universidad de Stanford,
a modo de cárcel.
Asignaron unos determinados roles,
unos debían hacer de guardias, otros de carceleros,
guardias, carceleros y otros de reclusos,
y se les escogió de manera aleatoria
entre todos los que participaban en dicha experiencia.
Así que, los participantes, reclusos,
eran detenidos por sorpresa en sus mismos apartamentos.
Se les despojaba a los reclusos de todas sus pertenencias
y se les asignaba un uniforme carcelario numerado.
A los guardias se les entregaron porras, uniformes y gafas de sol,
con la pretensión de guardar un cierto anonimato.
Pasados unos días,
los guardias comenzaron a mostrar aires de superioridad
e, incluso, a maltratar a los presos.
Por ejemplo, les negaban la comida,
los obligaban a permanecer desnudos,
les impedían dormir e, incluso, llegaron a maltratarles físicamente.
Con todo esto, al sexto día,
el experimento se les había ido totalmente de las manos
y una estudiante de posgrado, Cristina Maslach,
que estaba haciendo entrevistas a los presos,
fue quien expuso el caso y convenció al propio Zimbardo
de que el experimento sobrepasaba límites éticos
y lo correcto, en aquel momento, moralmente, era acabar con él.
El experimento paró en ese punto
porque, de haber seguido, ya os podéis imaginar
hasta dónde se podría haber llegado.
El poder, en cualquiera de sus versiones,
afecta notablemente a la psique del que lo ostenta,
aunque, como vamos a ver más adelante,
hay personalidades o sesgos de personalidad
más proclives a esa modulación o desarrollo patológico del poder.
En el programa de hoy, aunque a alguien le pueda resonar,
no vamos a hablar de política,
como decían Tip y Col hace muchísimos años,
si acaso de cómo, psicológicamente,
las personas que ostentan responsabilidades políticas
en función de su personalidad
pueden, incluso, llegar a degenerar o patologizarse,
algo que, al final, pagaríamos todos.
Extensible todo lo que aquí vamos a comentar,
a cualquier situación donde se ostente poder,
desde poder empresarial, asociativo, deportivo, militar,
o, incluso, personas que, por su actividad,
tienen poder sobre los demás o son famosos, por ejemplo,
creyéndose absolutamente los aplausos.
Un neurólogo llamado David Owen,
después de analizar a diferentes líderes políticos,
llegó a la conclusión de que el poder, cualquier poder,
cuando éste incide sobre los demás, puede llevar a la locura.
El neurólogo concluyó...

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