El pelotazo urbanístico del socialista José Bono 3q1q58

¡Pelotazo urbanístico del socialista José Bono, que pone de manifiesto la enorme perversión de la legislación urbanística de España! ¡Veámoslo! Uno de los principales factores que encarece notablemente el precio de la vivienda en España es el control político del suelo.

En España son los políticos los que deciden si en un pedazo de tierra se puede construir o no se puede construir.

No solo eso, aún autorizando la construcción, son los políticos los que determinan qué se puede construir y qué no se puede construir.

De ahí que, por mucho suelo que haya disponible en España, si los políticos no autorizan que en ese suelo se pueda construir viviendas, ese suelo que no ha recibido la autorización el visto bueno de los políticos no puede ser empleado para construir viviendas.

Es decir, la política genera escasez de suelo urbanizable, y al generar una escasez artificial de suelo urbanizable, encarecen enormemente ese suelo urbanizable o el suelo que ya está urbanizado.

¿Y por qué los políticos españoles hacen esto? ¿Qué les impulsa a generar escasez artificial sobre el suelo urbanizable, encareciendo, en consecuencia, el precio de la vivienda en nuestro país? ¿Por qué no liberalizan simplemente el suelo y permiten que en cualquier parcela, que no sea estrictamente suelo protegido, pueda construirse aquello que el propietario quiera construir, aquello que el propietario considere provechoso, rentable, socialmente valioso construir? Pues desde luego las causas son muy variadas, pero desde luego una muy importante que lo explica es la corrupción.

Y es que a través de una simple recalificación urbanística, los políticos municipales cuentan con el poder de incrementar espectacularmente la riqueza de propietarios particulares.

Si yo tengo un terreno rústico, es decir, un terreno donde hoy por hoy el ayuntamiento no me autoriza a construir nada, y al cabo de algunos años los políticos municipales deciden recalificar ese terreno rústico en terreno urbanizable, es decir, un terreno donde el ayuntamiento ya permite que yo u otra persona que me compre el terreno pueda construir o vivienda o comercios o industria, pues entonces mi trozo de terreno, que cuando era rústico no valía prácticamente nada, ahora, recordémoslo, en un contexto de escasez artificialmente generada por los políticos, ese trozo de tierra en el que ya sí se puede urbanizar, multiplica, ve multiplicado su valor de mercado.

Y claro, el propietario al que le han recalificado su trozo de terreno, de rústico a urbanizable, ese propietario que se ha convertido en millonario, gracias a una afirmita de los políticos municipales, pues estará muy agradecido con esos políticos municipales y muchas veces optará por agasajarlos de formas muy variadas, algo que seguro los políticos municipales también le agradecen mucho.

Démonos cuenta, por tanto, de la extraordinaria perversión que supone todo esto.

Como los políticos quieren trapichear con el valor de las tierras, como quieren tener el poder para hacer que un trozo de terreno o no valga nada o valga muchísimo, generan una escasez artificial sobre todo el suelo que hay en España y eso impulsa terriblemente al alza los precios de la vivienda, volviéndola inasequible, inaccesible para muchísimas personas dentro de nuestro país.

Es decir, que ya no es sólo que los políticos chapoteen en corrupción, sino que esa corrupción urbanística, las competencias que el Estado, la istración Pública, en este caso municipal, se atribuye para poder chapotear en esa corrupción urbanística, genera como efecto indirecto el encarecimiento sobresaliente de los precios de la vivienda en España y, por tanto, la anulación de las expectativas vitales de muchas personas jóvenes para convertirse en propietarios de vivienda, emanciparse y constituir sus propias familias.

Tomemos un ejemplo reciente y muy claro de esta perversa cultura del pelotazo urbanístico teledirigido por el Estado, por la istración Pública, con el caso particular del petróleo.