
Miércoles de la 5ª semana de Pascua ( ciclo C ) 251n5a
Descripción de Miércoles de la 5ª semana de Pascua ( ciclo C ) 6n5s1
Reflexión de Mons. José Ignacio Munilla sobre el evangelio del miércoles de la 5ª semana de Pascua. 5p6l47
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Miércoles de la quinta semana de Pascua. Comienza la lectura del capítulo 15 de San Juan en el que está la parábola de la vid y los sarmientos. Hoy en concreto leemos Juan 15 versículos del 1 al 8. En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos yo soy la verdadera vid y mi padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca y a todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he dado permaneces en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí si no permanece en la vid así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid vosotros los sarmientos el que permanece en mí y yo en él ese da fruto abundante porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera como el sarmiento y se seca luego los recogen y los echan al fuego y arden.
Comienza esta parábola definiendo cada uno de nosotros qué personaje conformamos dentro de la parábola. Jesús es la vid, su padre es el labrador y nosotros somos los sarmientos, sarmientos que estamos llamados a estar injertados unidos a la vid. Bueno si en esta parábola sabemos quién es Jesús, la vid, si sabemos quién es el padre, quiénes somos nosotros, podríamos decir que falta un personaje, el Espíritu Santo. ¿Quién es el Espíritu Santo en esta parábola? Es la sabia, es la sabia que viene de la vid y la reciben los sarmientos si están unidos a la vid, por lo tanto el padre es el labrador, la vid es Jesús, el Espíritu Santo es la sabia y nosotros estamos llamados a estar firmemente, fielmente injertados en esa vid para poder recibir el don del Espíritu Santo porque sin estar injertados en Jesús no somos nada, sin mí no podéis hacer nada. Necesitamos vivir del Espíritu Santo que nos da Jesucristo y por eso se repite hasta siete veces en este evangelio el verbo permanecer, permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros.
Esa llamada a la permanencia, la permanencia es la llamada a no apartarnos de Jesucristo sabiendo que el padre que es juez, los sarmientos que no están unidos a la vid los arranca y los quema.
Imagen del juicio final, pero también ejerce de podador y ese ejercer de podador es, él quiere revitalizar nuestra vida espiritual quizás languideciente, poder resultar doloroso pero es necesario para revitalizar, es el padre providente, el padre que cuida nuestra vida espiritual para que reciba el don del Espíritu Santo.
Concluye diciendo de qué manera hay que permanecer, dice si permanecéis en mí, mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis y se realizará, con esto recibe gloria mi padre, con que deis fruto abundante, así seréis discípulos míos, por lo tanto permanecer es guardar la palabra de Cristo, como intentamos guardarla aquí meditando el evangelio, es pedir con constancia y es también procurar dar frutos de buenas obras. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros.
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