Martes de la 7ª semana de Pascua ( ciclo C ) 6n6k1h

Martes de la séptima semana de Pascua. El evangelio es Juan 17, versículo del 1 al 11. Permitidme primero una contextualización. En los evangelios de estos últimos días de Pascua se están leyendo distintos pasajes del discurso de la despedida. Está en el evangelio de San Juan el discurso de la despedida es el que Jesús pronuncia después de la última cena, en la sobremesa de la última cena, antes de que sea prendido de su pasión y muerte.

Es un momento en el que Jesús abre su corazón y su intimidad con sus discípulos. Pues bien, ese discurso de despedida la iglesia también, la liturgia, lo refiere en el momento en el que Jesús asciende a los cielos, porque también hay como una despedida. Y además, por otra parte, es obvio que no existen textos en los evangelios, no vienen textos largos de lo que Jesús habló con sus discípulos antes de ascender a los cielos.

Por lo tanto, se recurre al discurso de despedida después de la última cena. Pero que no es cuestión de descontextualizarlo, en absoluto lo descontextualizamos al aplicarlo a este momento de la glorificación de la ascensión y Pentecostés. Porque fijaros cómo comienza. Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu hijo, para que tu hijo te glorifique a ti y por el poder que tú le has dado, sobre todo a carne, de la vida eterna a todos los que le has dado.

Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo. Es decir, la hora de Jesús, esta es la hora, la hora de ser glorificado, se refiere tanto a la pasión y muerte y resurrección de Jesús como a su ascensión. La ascensión culmina la glorificación de Cristo. Resurrección y ascensión están íntimamente unidas. Por lo tanto, esta es la hora, se refiere al mismo tiempo a la pascua del paso de la muerte a la resurrección como la pascua al paso de ascender a los cielos. Por eso hablamos de pascua de resurrección y pascua de ascensión y pentecostés. Es la hora de la glorificación del hijo.

Continúa diciendo, yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste, ahora padre gloríficame junto a ti, con la gloria que yo tenía antes de que el mundo existiese, he manifestado tu nombre a los que me distes en medio de este mundo. O sea, Jesús se presenta como el glorificador del Padre y el revelador del Padre.

Cristo ha glorificado al Padre en la tierra y ha revelado su nombre, he manifestado su nombre. Jesús nos ha dicho que su Padre es papá, Abba, el nombre de Yahvé ha sido revelado por Jesucristo. Y este evangelio concluye diciendo, te ruego por ellos y ahora Jesús ruega al Padre por nosotros.

Lo hizo en el momento de la despedida antes de ser prendido en Gesemaní y lo vuelve a hacer en el momento en que es ascendido a los cielos. Te ruego por ellos, porque son por los que tú me distes, porque son tuyos. Es la paternidad, es una paternidad, maternidad de Cristo que está luchando por cada uno de nosotros.

Es el buen pastor que lucha por sus ovejas y las presenta al Padre.

La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros.