
La madurez humana gracias a Cristo 1p5g4e
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Reflexión de Monseñor Munilla sobre la madurez humana de Cristo y su relación con nuestros problemas afectivos. 18396l
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La madurez humana gracias a Cristo. Lo primero, creo que tengo que dar una explicación de por qué he elegido este tema, porque sé que estoy en una jornada que tiene como tema sexualidad y amor, y de eso me dice, a ver, sexualidad y amor, y ahora viene el obispo y habla de la madurez humana, cómo se conjuga, cómo se conjuga esto.
Pues yo creo que lo entenderemos desde la definición que hace el Catecismo de la Iglesia Católica de la virtud de la pureza o de la virtud de la castidad. En el número 2337 el Catecismo dice, la castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual.
Escuchad esto, la virtud de la castidad por tanto entraña la integridad de la persona y la totalidad del don. Es decir, que para que podamos vivir esa virtud de la castidad, esa forma de vivir la sexualidad, conforme a ese plan de Dios, es que se integra toda la persona. No es como un aspecto concreto, entre tantos otros, un capítulo aparte. No, requiere que se integre todo.
Esto nos ayuda a entender por qué a veces nos cuesta tanto la virtud de la pureza, la virtud de la castidad, porque a veces hay muchos que quieren vivir la virtud de la pureza y de la castidad y les cuesta. Parece como que se les atraganta. Eso que hemos escuchado esta mañana, que Jesús le dice a Pedro, Pedro ven, y Pedro salió y caminaba sobre las aguas, pero al poco tiempo le empezó a entrar miedo y empezó a hundirse.
Cuántas veces hay cristianos que dicen yo quiero romper con la impureza, quiero vivir en pureza, pero luego nos damos cuenta de que nosotros hay hábitos adquiridos, hay faltas de madurez, faltas de madurez que hacen, nos cuesta vivir ese ideal al que hemos descubierto que es bellísimo y queremos entregarnos en una vida de castidad. Bueno, entonces, lo que quiero yo subrayar es que, claro, uno de los problemas por los que nos cuesta vivir la virtud de la castidad es porque para poder vivirla uno tiene que crecer en todas las virtudes, no sólo en esta.
Señores, este es el tema. Es imposible crecer sólo en una virtud dejando para otro año las siguientes, no, eso no funciona. O sea, las virtudes crecen todas al unísono. Esto siempre ha funcionado así y quizás un método. Cuando uno va a confesarse, a veces siempre va a confesarse de un tema que es el que le mortifica. Y tengo una piedra que he metido en el zapato y siempre estoy con la piedrita esa que es la que me mortifica.
Bien, está bien, cada uno sabe dónde tiene su vulnerabilidad especial, pero muchas veces, para poder superar eso que tanto te mortifica, lo que tienes que hacer es abrir el horizonte, ampliar ese zoom y descubrir que tienes que crecer en el resto de las virtudes y posiblemente si creces en las demás, igual el tema, esa espina que tienes ahí o esa piedrita que tienes en el zapato, de repente desaparece. Porque es que necesitabas un crecimiento integral para poder también crecer en ese aspecto concreto.
A ti sólo te preocupaba eso y estabas minusvalorando otras cosas a las que ni les dabas importancia, porque lo que te hacía sufrir era eso, eso sí, pero el señor te dice mira, ¿sabes lo que te digo? Que yo tengo un proyecto para ti de crecimiento integral y eso será lo que te permitirá también pues vivir la virtud de la pureza u otras virtudes. De hecho, fijaros, hay un adagio, un adagio en la teología moral que dice, a veces la soberbia encubierta aflora en la lujuria manifiesta.
Eso es un adagio de la teología moral, como diciendo, uno de repente tiene un desfase en materia de sexualidad que es llamativo, ¿no? Madre mía, se le ha ido la pinza o qué ha hecho, ¿no? Y dice, a veces la soberbia encubierta aflora en lujuria manifiesta. Es que a veces resulta que el problema que tenemos está más escondido tú no lo has percibido. Igual tú te crees
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