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Carne Cruda - PROGRAMAS
Indie: el sonido de la generación precaria (CARNE CRUDA #1508)

Indie: el sonido de la generación precaria (CARNE CRUDA #1508) 103u1k

7/5/2025 · 58:52
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Carne Cruda - PROGRAMAS

Descripción de Indie: el sonido de la generación precaria (CARNE CRUDA #1508) 36163m

Vuelve el Temazo de Sr. Sanabria en un programa en el que nos sumergimos en un auténtico catálogo de bandas emergentes y veteranas que le ponen banda sonora a la precariedad de una generación. En ese panorama, la ironía y la canción se convierten en las mejores armas de resistencia. Dibujamos un retrato de esta generación de bandas a través del libro “No sonamos mal. Crónica oral de la nueva escena indie de guitarras”, de Dani Vega, Enrique Zamorano y Víctor Terrazas. Hablamos de festivales que quieren hacer las cosas de otra manera con Álvaro Fernández, director del Canela Party. La banda sonora de este programa, la ponen Cariño, uno de esos fenómenos frescos que revuelven el panorama pop español con una mezcla de ingenuidad y mordacidad que engancha. Más información aquí: https://bit.ly/SanabriaCC1508 Haz posible Carne Cruda: http://bit.ly/ProduceCC 2n4o6x

Lee el podcast de Indie: el sonido de la generación precaria (CARNE CRUDA #1508)

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¿Significa ser independiente? No sé, porque es una palabra que se usó de muchas formas y música indie y tal. Nunca me sentí demasiado identificada con a lo mejor lo que se significaba en cada momento, pero si quieres verlo como independiente del corsé de la industria, de los métodos, de las modas y de los algoritmos, ahí sí que nos sentimos independientes. Para mí puede significar eso y desde luego es la base de la banda, hacer lo que le dé la gana y por ahí sí hay independencia. En los 90 era una manera de tocar y de hacer alternativa a la industria.

Una respuesta a la música comercial y a los músicos profesionales.

Demasiado comerciales y demasiado profesionales que tocaban demasiado bien, hacían música demasiado convencional y vendían demasiados discos. Eso era el indie.

Una herencia del punk, el hardcore y el háztelo tú mismo.

Coge un instrumento, aunque no sepas tocar.

Y saca un disco con una discográfica independiente.

No sonábamos bien. Lo digo porque yo estaba ahí, en el indie de los 90.

Al menos no sonábamos tan bien como los grupos indies de ahora.

Con el tiempo las bandas aprendieron a tocar mejor, la escena se consolidó, se comercializó y en los 2000 se convirtió en un estilo musical.

El indie ya no era tanto una etiqueta de independencia, porque algunas bandas habían dado el paso a las multis, sino un estilo de rock y pop de guitarras.

Se había convertido en la nueva movida.

No era mainstream, pero sin duda ya no era underground.

No llenaba estadios, pero sí carteles de festivales.

No tenían el primer premio, pero sí habían conseguido el segundo.

Y entonces llegó la última vuelta de tuerca.

Llegó una nueva generación.

Con la guitarra también como un arma y herramienta principal, volvieron a los orígenes.

Volvieron a la actitud más punk, más underground, más espontaneidad.

A la reivindicación de los sellos independientes, la autoedición y el háztelo tú mismo.

A las salas pequeñas y a los festivales medianos.

Y al desencanto, la rebeldía y el hartazgo del grunge y el punk de los 90.

También a la diversión, la libertad, el disfrute y el descaro del pop.

Para hablar de los problemas y los ambientes de su generación.

De la precariedad en una sociedad que nos consume, mientras creemos que la consumimos nosotros.

De las fiestas y los garitos en los que escapar y desfasar.

Y el Indie volvió a ser lo que era, no un estilo, sino una actitud vital y musical.

Hoy hacemos una radiografía social con más que un micro mal colocado en el Burly o la Burly, una de las salas míticas de la escena.

Una crónica de esa generación de músicos y músicas que sobrevive como puede a la precariedad.

Porque dedicarse profesionalmente a tocar es tan inviable como querer pagar el alquiler sin vender un riñón.

Y en ese panorama, la ironía y la canción se convierten en las mejores armas de resistencia.

Porque todo lo personal es político.

Y pocas cosas hay más personales y más políticas que gritarle al mundo que estás harta con una guitarra colgando.

De eso hablan No Sonamos Mal, crónica oral de la nueva escena indie de guitarras.

Un libro de Dani Vega, Enrique Zamorano y Víctor Terraza publicado por la revista Musicalia que nos recuerda que ser artista es un curro, no un capricho.

Aunque muchos de los grupos que ves en escenarios y entrevistas no vivan de ello y tengan que tener otros trabajos para vivir.

De todo eso hablaremos con los autores, con uno de sus festivales más representativos en Canela, con alguna de las bandas protagonistas y con Cariño, el grupo.

Aunque también con mucho cariño hacemos este retrato ruidoso de la generación precariedad.

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