
Descripción de La fiesta de mi hermana Marta p8. 3t6846
La fiesta de mi hermana Marta p8. Llegan los últimos días de agosto y con ello el fin de las vacaciones. Con algunas emociones fuertes la historia llega a su fin. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex 3s3354
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Ahora sí, comencemos.
La fiesta de mi hermana Marta parte 8 Llegan los últimos días de agosto y con ello el fin de las vacaciones.
Con algunas emociones fuertes la historia llega a su fin.
Un nuevo día en el horizonte. Por desgracia hoy el sol ha querido tomarse un descanso y amanece la mañana nublada.
Salgo de la habitación dirección al baño, Sandra se cruza conmigo en ese estrecho pasillo, la dejo pasar y rosa su trasero con mi verga que ya luce una pequeña erección.
Esto ya lo he vivido hace unos días, nos tomamos con calma bajar a la playa.
El día no pinta para ello y tumbarse en la arena a descansar es lo poco que hoy puedes hacer allí.
Mis padres se han quedado en el apartamento, Marta, Sandra y yo pasamos el rato tumbados en la toalla recordando anécdotas del anterior viaje.
Con la presencia de mi hermana Sandra no puede evitar besarme en alguna que otra ocasión.
Marta, esto, chicos que estoy aquí.
Sandra, jajaja perdón.
Marcos, ¿por qué no salimos esta noche a la discoteca del otro día? Sandra, ¿pero aquí hay de eso? Marta, sí, estuvimos la otra noche, no es gran cosa, pero está bien para pasar el rato.
Decidimos salir esa noche, pero Marta se queja de los pelos de loca que lleva desde hace días, necesita un peluquero.
Sandra opina lo mismo de sus cabellos negros, aprovechando el día nublado hacen planes para ir por la tarde a una peluquería que hay cerca del apartamento.
Por la tarde después de comer, las chicas junto a mi madre se van a la peluquería, mi padre está dormido en el sofá, aburrido decido bajar un rato a la playa, son las cuatro de la tarde y tardarán en volver.
Ha empeorado bastante el tiempo, el cielo amenaza tormenta, pero aún así será más agradable el sonido de las olas que los ronquidos de mi padre mientras intento ver algo por la televisión.
Como me imaginaba la playa esta desierta, algunas personas a lo lejos y algún valiente en el agua a bastante distancia.
Estiro la toalla en la arena cerca del agua, me tumbo y miro al cielo, quizás aguante un rato sin llover, me quito la camiseta cierro los ojos y empiezo a relajarme.
Un ruido no muy lejos interrumpe mi estado zen, es Melanie.
Está sentada en su toalla a unos metros, lleva una camiseta de tirantes hasta el ombligo y las braguitas del bikini, me saluda con la mano y se da media vuelta con su cara en dirección a mí.
Incapaz de evitarlo, miro su culo enfundado en ese bikini que apenas tapa una parte de sus nalgas, es la primera vez que se lo veo puesto o tal vez no me había fijado antes.
Noto en mis pantalones una fuerte erección, entre su culo, lo ocurrido la otra tarde y la fantasía que se está montando en mi cabeza, me resulta imposible impedirlo.
Decido jugar un poco con Melanie, no tenía nada mejor con que entretenerme, mi móvil se había quedado en el apartamento.
Me paso la mano desde el torso hasta la goma de mi bañador, me lo bajo un poco y paso mi mano por mi verga para acomodarla, giro la vista hacia Melanie que no ha perdido detalle de mi movimiento y tiene clavado sus ojos en mi erección.
Estiro las manos a la par que muevo un poco mi cadera hacia arriba para dejarme caer otra vez, vuelvo a bajar mi mano hasta mi vientre para dejarla allí y acariciarme un poco con los dedos.
Mi provocación consigue su efecto o quizás era lo que sucedió la otra tarde, pero cuando me levanto para ir al agua, ella decide seguirme.
—Marcos, uf, está fría el agua, ¿no crees? —Melanie, qué va, está bien y muy tranquila.
Nos vamos metiendo poco a poco hasta que el agua llega a la altura de mi pecho.
Melanie impresiona un poco estar aquí metida, con este tiempo y todo tan desierto.
—Marcos, sí, pero también tienes su toque morboso si estás bien acompañado.
—Melanie, ¿tu novia y tú sois muy dados a este tipo de juego? —Marcos, ¿te refieres a lo que pasó la otra tarde? —Se podría decir que sí.
—Melanie, qué envidia me dais la juventud de hoy en día, disfrutáis del sexo cuando, donde y con quien sea.
—Marcos, bueno, una mujer como tú estoy seguro de que ha tenido sus buenos momentos.
—Melanie, ¿yo? —Qué va, en mi vida, solo he tenido un hombre y desde hace seis años ni eso.
—Marcos, ¿divorciada? —Marcos, ¿divorciada? —Melanie, se puede decir que sí, se fue a Canadá y nos dejó tirados a su hijo y a mí.
—Marcos, vaya lo siento, no imaginaba algo así.
—Melanie, pues sí, así fue, con un hijo y sola resulta difícil sacar tiempo para tener vida sexual.
—Marcos, pero alguna pequeña aventura.
—Melanie, que no, nada, tú fuiste el primer hombre en seis años que me ha tocado.
—Marcos, vaya, y yo me quejaba de llevar ocho meses sin sexo antes de las vacaciones.
—Melanie, si a tu edad ya te quejas, espera a llegar a la mía, porque ¿cuántos años tienes? —Marcos, cumplí dieciocho en marzo.
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