Episodio 32. El sutil arte de amar p2g6v

Hola, me llamo Natalia Montoya Nasser y esto es Psicolabis, tu nuevo podcast sobre salud mental.

Hoy vamos a hablar de un tema complejo, profundo y universal. El amor. Comenzamos.

El amor es uno de los temas que más nos intrigan, nos mueven y nos inspiran. Ha dado lugar a canciones, poesías, películas, filosofía y mil historias más. Nos puede hacer sentir invencibles, pero también dejarnos tirados en pijama, abrazando una tarrina de helado y preguntándonos qué salió mal. Lo buscamos, lo tememos, lo idealizamos y a veces lo perdemos. Pero, ¿qué es realmente el amor? ¿Es solo química? ¿O es una historia que nos contamos para darle sentido y salseo a nuestra vida? El amor no es solo un sentimiento.

Es una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Es a la vez una emoción, un vínculo, un impulso biológico y una construcción cultural. Aunque en este episodio nos centraremos en el amor romántico, es importante recordar que el amor no se limita a la pareja. También existe el amor por nuestros hijos, por nuestra familia, por nuestros amigos, por nuestras mascotas, por la mantita del sofá en invierno, e incluso el amor por la vida.

Desde la biología, el amor es un conjunto de procesos neuroquímicos diseñados para favorecer la unión entre personas. En términos evolutivos, el amor ha sido clave para la supervivencia de nuestra especie. Nos motiva a buscar pareja, a formar lazos y a tener descendencia, porque si no la humanidad ya se hubiese extinguido hace tiempo. Desde un enfoque más psicológico, el amor es más que un conjunto de reacciones químicas, es un proceso emocional y cognitivo que evoluciona con el tiempo.

Desde la cultura, el amor ha sido moldeado por la historia, la literatura, la filosofía y las costumbres de cada época. No siempre hemos entendido el amor de la misma forma.

En la Antigua Grecia distinguían entre eros, el amor pasional, filia, el amor fraternal y agape, el amor desinteresado. En la Edad Media, el amor cortés idealizaba el deseo inalcanzable. En la modernidad, el amor romántico tomó protagonismo como base de las relaciones de pareja, desplazando los matrimonios arreglados y convirtiéndose en el ideal predominante.

En las últimas décadas, los cambios sociales han transformado nuestra manera de vivir el amor. Hoy entendemos que no todas las relaciones siguen el mismo modelo, que el amor no siempre es para toda la vida, que existen diversas orientaciones y formas de vincularse y que el amor se construye día a día.

Helen Fisher, quien ha investigado el amor durante décadas, ha identificado tres sistemas clave. El deseo, que es el más primitivo y está impulsado por las hormonas sexuales, por la testosterona, por los estrógenos, nos motiva a buscar pareja y tiene una base evolutiva muy clara, la reproducción. Sin embargo, el deseo no es exclusivo del amor.

Podemos sentir atracción sin estar emocionalmente vinculados a alguien. Esas mariposas en el estómago cuando vemos a alguien que nos atrae, ¿no? El enamoramiento es donde entra el juego la dopamina y la serotonina. Fisher y su equipo hicieron estudios con resonancia magnética funcional en personas enamoradas y descubrieron que sus cerebros mostraban una actividad intensa en el área tegmental ventral, que es la misma que se activa con sustancias como la cocaína. Así que el cerebro de alguien que está enamorado se parece mucho al de alguien que ha consumido cocaína. No es broma, cuando estamos en esta fase estamos como en una nube, no vemos defectos en la otra persona, no necesitamos dormir y todo parece una canción de amor.

Una persona enamorada puede experimentar síntomas de abstinencia cuando está lejos de la pareja.

Esta fase de enamoramiento suele durar entre 6 meses y 2 años porque nuestro cerebro no puede sostener este nivel de euforia indefinidamente.

Y por último está la fase del apego. Es la fase donde el amor es más estable, donde la oxitocina y la vasopresina entran en juego, que son hormonas de la conexión y de la seguridad.

Se liberan en momentos de intimidad y o físico, como al abrazar a un ser querido o al dormir junto a alguien. Aquí es donde el amor se vuelve más maduro, pasando de la euforia inicial a un vínculo más profundo y duradero.

Piensa en esta etapa después de los primeros meses de pasión, donde empiezas a reconocer los pequeños hábitos del otro. Es cuando empiezas a notar que tu pareja deja la etapa