Episodio 31. ¿Por qué necesitamos dormir bien? h2bh

Hola, me llamo Natalia Montoya Nasser y esto es Psicolabis, tu nuevo podcast sobre salud mental.

Hoy vamos a hablar de algo que todos hacemos pero que muchas veces no valoramos lo suficiente, dormir. Si sientes que necesitas dormir tres días seguidos o que sin café no funcionas, este episodio es para ti. Comenzamos.

De media, una persona pasa un tercio de su vida durmiendo. Si vivimos hasta los 75 años, eso serían unos 25 años de sueño. 25 años, parece mucho, ¿verdad? Pero, ¿te has parado a pensar alguna vez en lo que le sucede a tu cuerpo y cerebro mientras duermes? Durante el sueño, el cerebro procesa toda la información que hemos recopilado durante el día.

Esto no solo incluye lo que ha pasado y lo que hemos aprendido, sino también nuestras experiencias emocionales. El sueño es esencial para consolidar recuerdos, para mejorar el aprendizaje, para hacer conexiones entre nueva información.

No dormir lo suficiente puede interferir con nuestra capacidad para tomar decisiones, resolver problemas y concentrarnos. Es más fácil cometer errores, olvidar información importante y tener dificultades para completar tareas cuando estamos privados de sueño.

Si te has sorprendido últimamente metiendo las llaves en la nevera, tal vez necesites revisar tus hábitos de sueño, por ejemplo.

Dormir bien también es fundamental para regular nuestras emociones. La falta de sueño incrementa la actividad de la amígdala, el centro emocional del cerebro, lo que hace que estemos más reactivos, más irritables, más ansiosos. Piensa en tu humor el día que por alguna razón no has pegado ojo. Todo te molesta, todo te estresa y cada pequeño inconveniente parece el fin del mundo, ¿verdad? Además, cuando estamos preocupados por algo, es fácil caer en la trampa de darle vueltas a la lavadora de la mente que nos mantiene despiertos hasta las 3 de la mañana. Los estudios han demostrado que la privación del sueño es un factor que aumenta el riesgo de problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad. Además, las personas que ya sufren estos problemas a menudo tienen problemas para dormir y es como la pescadilla que se muerde la cola.

Dormir bien también fortalece nuestro sistema inmunológico. El sueño ayuda a combatir infecciones, a reducir la inflamación. Las personas que no duermen lo suficiente tienen un mayor riesgo de resfriarse cuando están expuestas a virus, por ejemplo. La falta de descanso puede aumentar también el riesgo de enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares.

El sistema glinfático, que solo está activo mientras dormimos, elimina los productos de desecho que se acumulan en el cerebro durante las horas de vigilia. Y este proceso es clave para reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Este descubrimiento es relativamente reciente, pero demuestra lo vital que es el sueño para nuestra salud cerebral a largo plazo.

Así que, como vemos, la falta de sueño no solo nos hace sentir cansados, sino que también tiene un impacto significativo en nuestra salud mental. Puede aumentar la irritabilidad, reducir nuestra capacidad para gestionar el estrés y dificultar la regulación emocional. A largo plazo, la privación del sueño está asociada con un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo ansiedad y problemas cognitivos. De hecho, algunas investigaciones sugieren que la falta de sueño prolongada podría contribuir a problemas graves como la psicosis en casos extremos. Vamos que dormir bien no solo es necesario, sino que también evita que terminemos teniendo conversaciones profundas con la tostadora.

Como anécdota, os contaré que el récord de tiempo sin dormir hasta la fecha lo tiene Randy Gardner, un estudiante que en 1964 pasó 11 días sin dormir. Al final estaba con la mente hecha puré, viendo cosas que no existían, con la memoria afectada, con dificultades para hablar y con cambios de humor extremo.

No lo intentéis en casa, ¿vale? Cuando hemos tenido bebés, pues no hemos estado tan lejos de este punto, ¿verdad? El tiempo recomendado de sueño varía según la edad y según las necesidades de cada persona, ya que no todos necesitamos lo mismo. Los bebés se pasan gran parte del día durmiendo, los niños pequeños necesitan unas 12 horas de sueño al día, los adolescentes entre 8 y 10, los adultos entre 7 y 9. Y como os decía, no todos necesitamos las mismas horas.

Factores como la edad, la genética, porque hay personas que con menos horas funcionan bien, o el estilo de vida, pues también influye en cuánto descanso necesitamos para funcionar.

Durante la noche pasamos por diferentes fases de sueño. Hay una primera fase.