Encontré Un Perfil Que Sabía Demasiado De Mí 2t6g61

Siempre pensé que las cosas extrañas le suceden a otros, que los relatos que uno escucha, esas historias compartidas en foros antiguos, son solo eso, relatos. Vida digital, normalidad, rutina de deslizar el pulgar, y de tanto en tanto, descubrir rostros que nunca verás en persona.

Hace unas semanas, X, antes Twitter, llevo usándola desde que tengo memoria, empezó a sugerirme perfiles que no reconozco. Hasta ahí, nada inusual. Los algoritmos fallan, mezclan. Pero lo que llamó mi atención es que esos perfiles no parecían reales del todo. Fotos difusas, nombres comunes, biografías sin nada especial. O quizá demasiado vacías, tan desprovistas de rasgos humanos que parecían calculadas para no llamar la atención.

No me detuve, seguí con mi día. Sin embargo, noté un patrón. Cada uno de esos perfiles coincidía en algo casi imperceptible. Algún gesto en las imágenes, una sombra, el fondo de una calle que parecía conocida bajo cierta luz, detalles nimios que solo captas si eres muy obsesivo, o si buscas un motivo para sentirte incómodo. Empecé a preguntarme si en verdad los había visto antes. Al principio pensé que era mi mente, el insomnio de las pantallas. Pero las sugerencias continuaron.

Había una foto, por ejemplo, donde la luz atravesando una ventana se parecía mucho a la forma en que entra la tarde en mi sala. En otra, el reflejo al borde de un marco mostraba una silueta apenas, teniendo los hombros encorvados como yo cuando leo. Hubo una noche que soñé con una plaza vacía a la que solía ir de niño. Al día siguiente, entre las sugerencias de amistad, apareció un perfil con el nombre de la calle de esa plaza, pero sin ninguna otra información.

De fondo, solo una textura gris que, tras mirarlo mucho tiempo, me pareció el muro despintado cerca de los columpios. Tal vez era solo mi imaginación tejiendo coincidencias, pero de algún modo esos perfiles se sentían cada vez más próximos, como si en la inmensidad de s y redes, alguien estuviese experimentando conmigo.

Empecé a notar otras sugerencias. Personas cercanas, decía el encabezado. Nada nuevo, salvo por el detalle de que algunas permanecían ahí aunque las ignorara, como si la plataforma insistiera en que debía verlas. Nombres que, si los repetía, me resultaban desagradablemente familiares, aunque nunca pudiera precisar por qué.

A veces encuentro palabras en los nombres de , pequeños anagramas o fechas invertidas, alguien con mis iniciales, solo que al revés. Una foto que, si amplió mucho, parece contener un patrón familiar en la textura de la pared.

Ahora, cuando recibo una notificación, dudo. No solo porque ya no me resulta fácil distinguir entre un perfil real y uno fabricado, sino porque a veces siento que esas sugerencias están… esperándome, anticipándose. Esta mañana, incluso antes de abrir la aplicación, ya sabía quién estaría ahí. Un hombre compuesto por letras que tienen.