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En mi espiral de degradación y vicio, un nuevo capricho de mi marido me lleva a hacer la calle. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1539967 144e52
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Lleva tu imaginación a otro nivel relatos calientes hoy presentamos the casada á puta rastrera parte tres no olvides suscribirte para que no te pierdas ninguna de las historias la calle mi vida seguía transcurriendo con normalidad si es que normal se pudiera considerar mi conversión a puta por parte de mi marido los días transcurrían para mí ocupándome de todas las tareas que por supuesto eran asignadas la casa la limpieza la comida y al tiempo se compaginaba con mis citas de puta nunca sabía cuándo ni cómo simplemente una palabra de aviso y ya está me acostumbre a recibir desnuda a los clientes incluso cada vez pasaba más tiempo desnudo en casa mi marido opinaba que estaba mejor así que las putas no se visten era una especie de obsesión la que tenía en mantenerme desnuda mientras que todos a mi alrededor permanecían vestidos en más de una ocasión la vergüenza la culpa que sentía me hacían pensar en dejarlo todo en abandonarlo en salir de aquella espiral de depravación en la que estaba sumida de llevar una vida como cualquier otra mujer pero al final esa sensación de morbo de excitación al sentir vergüenza y culpa me vencía y me hacía permanecer en mi puesto dando placer y servicio una noche mi marido me comunicó la intención de salir a cenar de ir de fiesta el y yo la verdad hacía tiempo que no lo hacíamos y no me desagradó la proposición aunque en el fondo veía la misma mirada de lujuria de siempre en sus ojos como siempre eligió mi vestuario un vestido de raso azul corto muy corto ajustado de caderas y sin mangas con un escote de pico que llegaba hasta más por debajo del esternón y holgado en mi pecho de tal manera que mis tetas se bamboleaban libres debajo r usando los pezones con la tela que en seguida correspondieron y se marcaron en ella como salíamos los dos elegí unas bragas de encaje casi nunca llevaba bragas pero en esta ocasión pensé que estaría bien que me sentiría mejor vestida en mi entrepierna no sé porque lo hice quizás una añoranza de sentirme una mujer casada también iba calzada con unas sandalias de tacón siempre usaba tacón o bien sandalias o zapatos pero siempre usaba tacones de manera que mis pantorrillas ya estaban endurecidas y tenían esa forma torneada que proporciona el uso de tacón continuado cuando salimos al entrar en el coche mi marido se dio cuenta de que llevaba bragas e inmediatamente me dijo qué haces eso fuera atrae me las quitó en el mismo asiento del coche de mala manera enfadado y las tiró por la ventanilla quedando estás en la calle abandonadas sigue siendo puta entiendes me dijo enfadado a sentí y de nuevo la vergüenza hizo que mi coño se mojara y partimos al restaurante la cena transcurrió con normalidad charlamos bebimos comimos como cualquier otra pareja aunque siempre yo veía en s sus ojos esa lujuria que le consumía estaba segura de que alguna sorpresa me esperaba no sabía que como siempre nunca sabía todo llegaba a su voluntad cuando y cómo quería yo no tenía control ninguno sobre lo que iba a pasar nunca acabamos de cenar y cuando creía que íbamos a regresar a casa de pronto se desvió notó mi cara de extrañeza y cuando pregunté adónde vamos no recibí respuesta sólo un escueto calla joder sabía lo que iba a suceder pero no cómo ni cuándo y me quedé mirando al frente esperando aquello que pasara paró en un descampado al borde de un polígono frecuentado por prostitutas donde ofrecían su servicio en la calle a todo aquel que por allí pasara paró el coche y extrañada me quedé mirándole con ojos inquisitoriales de nuevo estaba excitado congestionado por el morbo vas a salir del coche y vas a ofrecer tus servicios a quien los quiera como la puta callejera que eres esas fueron sus palabras con ellas me sumía en un grado más de denigración al principio miré incrédula pero en seguida me di cuenta de la seriedad de sus palabras cuando venga un cliente le pides
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