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Relatos prohibidos
Corrompiendo a mamá Libro III. capitulo 4

Corrompiendo a mamá Libro III. capitulo 4 3z4l26

14/2/2025 · 29:51
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Relatos prohibidos

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Tardó en llegar el capitulo pero por fin podemos disfrutar de el. Cuéntanos tu opinión y comparte con todos nosotros tus sugerencias. Recuerda que tenemos un canal de telegram para conversar sobre este y otros temas. https://t.me/relatosdeincesto30 IMPORTANTE: Este relató se basa en la libertad de expresión. Ni el autor ni el del canal promueve ni aprueba lo hechos que se relatan. sexo, taboo, incesto, familia, amor 6o1s3p

Lee el podcast de Corrompiendo a mamá Libro III. capitulo 4

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

corrompiendo a mamá. Libro III.
Capítulo 4.
La relación incestuosa entre Tito y Siugi los ha hecho huir a la capital,
donde serán recibidos por la tía barra prima Arlat y su hijastro Alan, quienes
también tienen una relación muy particular.
Lo digo de verdad.
Quien tenga oportunidad de preñar a su propia madre, hágalo.
No se arrepentirá.
Es el morbo más brutal y extremo al que una relación incestuosa puede llegar.
Al principio da un poco de miedo porque no sabes cómo enfrentarás tus nuevas
responsabilidades como padre.
Y ahí es donde más te confundes, porque nunca logras comprender si tu rol
dominante con el bebé será el de papá o el de hermano mayor.
Supongo que el rol finalmente se determinará conforme avance el tiempo.
Y eso es sólo una parte de las implicaciones de tener una madre
embarazada.
La segunda implicación tiene que ver con el miedo de no saber si tu hijo nacerá
biológicamente bien o con algún tipo de problema o malformación dado los
códigos genéticos que aportamos mi madre y yo al bebé.
A eso se le suma la edad de la madre, sobre todo cuando pasa de los 40 años.
Hay un constante miedo a que algo pase y el producto no llegue a término,
bastante tenemos ya con el hecho de que mamá y yo estemos ligados genéticamente
para que estemos en alerta permanente, y, como digo, las implicaciones que tiene
el hecho de que tu madre sea ya una mujer madura, próxima a la menopausia, lo
hace todo peor.
Afortunadamente tenemos un obstetra sumamente profesional y muy entregado a
su servicio, que de momento ha hecho todo lo posible para que el embarazo vaya a
flote.
Debo comenzar diciendo que ha pasado tiempo desde que escribí por última vez
sobre la relación incestuosa que tengo con Siugi.
Y esto no es casualidad.
Algunos lectores consideraban que ir día a día sobre mi vida con mamá podría
tornarse un tanto aburrida y lenta en su avance, así que me pidieron que solo
contara los eventos más significativos y sobresalientes de nuestra historia, y es
así como comenzaré a narrar.
El día de hoy mamá está a días de dar a luz, y han ocurrido una serie de
acontecimientos que sin duda debería de contar, así que juzgo propicio continuar
narrando mi historia desde donde me quedé.
A Arlatt y su hijastro Alan no podían ocultar la felicidad que les generaba el
hecho de que el tío Fede se tuviera que ir a Tijuana para recibir una impresora
profesional que compró en Estados Unidos, ya que esto significaba que tendrían
casi una semana entera para dar rienda suelta a su pasión contenida, sin el
miedo constante de ser descubiertos por él, tal y como estuvo a punto de pasar
días atrás, cuando yo lo salvé de que el tío Fede los atrapara mientras
fornicaban en la cocina.
Dado que la impresora era una máquina enorme y de importación, salía más barato
hacer el viaje en su propia camioneta en lugar de irse en avión, y evidentemente
hacer un trayecto tan largo desde la capital a la frontera, con sus respectivos
descansos y noches de hotel, implicaba varios días de ausencia, los cuales,
estaba seguro, aprovecharían este par de tortolitos para ponerse al día
sexualmente.
La mamá y yo nos alegramos por la parejita de adúlteros, porque también la ausencia
de Fede en casa nos beneficiaba a nosotros dos para sentirnos libres de demostrar
nuestro amor y nuestros deseos por toda la casa sin miedo a que mi tío nos
descubriera.
Suena cruel, desde luego, saber que la felicidad de Arlott y Alan, incluso la
nuestra, dependía de que Fede tuviera que estar fuera de casa, ignorando el
hecho de que su esposa no sólo era amante de su propio hijo, sino que su hijo
estaba completamente enamorado de su mujer.
Pero ¿quién soy yo para juzgarlos?
Si de alguna manera yo hice lo mismo al meterme en la cama de mamá, siendo mi
padre el más perjudicado de esta infidelidad.
Pero como dicen por ahí, la alegría de unos es la desgracia de otros, y sin
duda lo prohibido sabe mejor.
Y en esta casa no sólo había una relación prohibida entre una madrastra
pervertida y su hijastro que mutilaba los valores tradicionales, sino también la
de una madre incestuosa y su hijo que sin duda terminaban de corromper toda la
paz de ese hogar.
Alan se preparó desde muy temprano para llevar a su padre a la imprenta, donde
recogería unos papeles antes de marcharse a la frontera, haciendo su mejor papel
de hijo responsable y abnegado que ayuda a su progenitor con sus distintas
responsabilidades.
Lo cierto es que mi primastro quería asegurarse de primera mano que su padre
se iría sin retorno a su lugar de destino.
Después del desayuno me tocó ver la tierna despedida entre Fede y mi cachonda
tía Arlad, y como ésta, con irreprochable cinismo, le decía a su marido cuánto lo
amaba.
A Arlad, volveré pronto, le dio besitos mi tío, crédulo de que el rostro
compungido de su mujer era sincero.
Cuídateme mucho Fede, sabes que te amo, decía ella, luciendo una mueca de fingido
pesar.
Yo te amo más, mi preciosa.
Ah, y no quiero que me extrañes, eh.
Haré lo posible por no extrañarte, le decía mi tía, que lo abrazaba y le frotaba
la espalda mientras por el lado lateral miraba con lujuria a su entusiasta
hijastro, que con una sonrisa ávida esperaba en la puerta a su padre.
Tampoco quiero que me extrañes tú, eh flaquito.
Lo intentaré, a Arlad, dijo el tío Fede separándose de la tetona de su mujer,
le dije a Alan que por favor no te quite un ojo de encima, y que si tienes que
salir a algún sitio no se te despegue ni un instante.
Con esta inseguridad, temo demasiado que algo te pueda pasar.
Vi la sonrisa lasciva de mi tía cuando respondió.
Te juro por Dios, mi amado esposo, que no me despegaré un solo instante de tu hijo.
Me calentó el cinismo de semejante putón, y cómo el doble sentido de sus promesas
auguraba unos días extremadamente calientes con su hijastro.
Nos vamos papá.
Lo apuró Alan.
Sí, hijo, vámonos, siempre que también a ti te quede claro que estarás a cargo
de Arlad.
Cuídala hasta mi regreso, dijo Fede, y su hijo asintió con una sonrisa.
Quise dejarme a reír, pero no quise ser tan cruel con la desdicha de mi tío Fede.
El pobre desgraciado, a pesar de haber sido un cabrón cuando reemplazó a su primera
esposa por la candente tía Arlad, era un buen hombre, y en el fondo yo sé que no se
merecía lo que ella y su hijo le hacían a sus espaldas.
Pero tampoco mi padre merecía lo que le hicimos mi madre.

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