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¡Sube con nosotros a este cine y ascensores! Sin lugar a dudas, el mejor podcast que se ha hecho nunca sobre ascensores y cine. 5ut5f
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Bienvenidas, bienvenidos, forasteras y forasteros, a un nuevo episodio de El Bueno, El Feo y El Crítico. Esta vez con el tema Cine y Ascensores, en este Cine y Cositas al que estamos acostumbrados.
Y de los 20 oyentes que tenemos cada vez en nuestro podcast, pues ha sido casi decisión unánime, nos han parado por las calles y nos han dicho, hombre, ¿cuándo va a volver ese Ignacio? Ese hombre que nos habló también de Cine y Cositas. Así que pues lo hemos obligado y hoy otra vez estamos aquí José Luis y servidora. ¿Qué tal, Ignacio? ¿Cómo estás? Bien hallado, muchas gracias por tenerme de nuevo. Para quien nos oiga, estoy aquí en contra de mi voluntad, pero bueno, ya que estamos. Bueno, ha sido decisión del fenómeno fan de nuestra gran cantidad de oyentes. Gracias a todos. Bueno, José Luis, ¿qué tienes que contarnos de Cine y Ascensores? ¿Nos vas a hacer un repasito? Algo hablaremos.
Lo primero decir que, hombre, para continuar con el San Benito de buscar temas inesperados, porque es una cosa que no es lo primero que piensa uno cuando habla de películas, pero bueno, está bien. A diferencia de otras cosas que son un elemento, a lo mejor podemos tener una opinión, una preferencia, esto es una cosa muy normal. ¿Lo usa o no lo usa? El ascensor, una herramienta que tenemos día a día y que provoca a mucha gente un poquito de rechazo.
Tened en cuenta que es una cosa un tanto claustrofóbica. Básicamente es como un armario, un habitáculo de un escaso metro cuadrado que va tirado generalmente por cable que nos eleva 30, 40, 50 metros dependiendo del edificio y que tiene movimiento brusco, se cierran puertas, se siente calor y el capítulo de los olores corporales lo voy a dejar un poquito de lado. Bueno, olores corporales además que se quedan, porque tú te subes en un ascensor vacío y todavía huele fuerte.
A clase de segundo de la ESO después de Educación Física.
De esto que te hace llorar, como la cebolla.
Una cosa que hay que pensárselo. Yo de hecho tuve mucho tiempo que no usaba ascensores. No es porque a mí me provocase ese miedo, sino más bien porque mi madre me había transmitido ese miedo. Y es que yo de pequeño, lo recuerdo casi en sueño, teniendo yo tres o cuatro añitos, me quedé encerrado en un ascensor con mi madre y otros cuantos familiares y tuvieron que abrir la puerta y sacarnos cuando queda el ascensor entre el medio de unas plantas.
En las películas de terror se pone en marcha cuando tengan la mitad del cuerpo fuera.
Menos mal que por ahí no había visto yo pelis de esas, pero sí.
Bueno, tienes suerte de que a mi casa podría venir sin ningún problema. No hay ascensor.
Yo tuve mucho tiempo viviendo en un cuarto sin ascensor también. El tema es que yo dejé de utilizar ascensores durante un tiempo e incluso cuando visitábamos a mis primos que vivían en un noveno, subía y bajaba. Pero bueno, vamos a dedicarnos, vamos a hablar del cine, del cine en sí. Y antes de pasar a esos ejemplos a los que normalmente os tengo acostumbrados, me gustaría hablar de una figura y es que tuve la duda de decir, vamos a ver ascensores. Alfred Hitchcock seguro que tiene escenas de ascensores que nos motivan o que se han quedado clavadas en el cine.
Y no, Hitchcock era más de escaleras. Nos acordamos de las escalinatas estas de Rebeca, de manera drona también otras escaleras más humildes y sobre todo las de vértigo. Las de vértigo incluso también Psicosis también son escaleras que provocan ese vértigo. Pero lo que sí averigué sobre Hitchcock, aparte de que en sus famosos, él hacía sus cameos en las películas, en Spellbound, que es la que aquí se conoce como recuerda, su cameo precisamente saliendo de un ascensor.
Y hay una historia graciosa sobre los ascensores que es que él dice que en la vida real, que no debió mucho variar el Hitchcock real, el Hitchcock director, tenía la costumbre de que cuando iba con alguien en un ascensor rodeado de gente a la que no conocía, empezaba a contar una historia sin media red del tipo.
Cuando llegué a la casa todas las paredes estaban salpicadas de sangre, lo encontré retando por el suelo, entonces la gente pues dedicaba atención ante un tema tan escabroso, queriendo escuchar cómo terminaba, propio del genio del suspense que fue este director. Y que justo cuando llegaba al piso en el que él se quería bajar, decía, entonces lo cogí por la cabeza y le pregunté qué había sucedido y entre balbuceos me dijo, esperaba unos segundos a ver si alguien salía del ascensor. Como no salía nadie, todo el mundo escuchando, era él el que salía y dejaba a toda la gente dentro, encerrada, intrigado en cuál había sido la resolución del conflicto.
Y después pensaba en los que había inventado los cliffhangers.
A lo mejor lo hacía para testar ideas, para probar de todo saber.
Pero bueno, vamos a ver, en este tema que tenemos que es cine y ascensores, como decía antes, un tema un poquito extraño, hay gente, mi hermano, por ejemplo, me dice, hoy, esta semana que toca Luis, cine y recogedores, cine y mermelada...
Oye, pues nos lo apuntamos luego.
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