[54] "LA ADVERTENCIA DEL CAZADOR" Warhammer El Fin de Los Tiempos 5c471t

Guttroth Spume miró a los altos acantilados de la costa de Norrland desde la proa de la Bestia Podrida.

A ambos lados del poderoso Galeón, los buques de la Plaga de Spume bajaron robustas rampas de madera que salpicaron el agua de mar.

Cada barco era lo suficientemente grande como para competir con los mejores de Marienburgo y bajando de cada rampa llegaron los Caballeros del Caos, bestias sangrientas, ogros dragón, carros templetes del caos y a su cargo los mutantes del lejano norte.

Aquel yelmo sin rasgos que portaba Spume asintió una vez con aprobación ante la vista. Uno de sus líderes, Eogric el Vil, andó ruidosamente hasta el ancho de su amo para ver a los ejércitos desembarcar junto a él.

No hay sureños, entonó el verdugo sombríamente.

Un fuerte contraste, respondió Spume. La última vez que traje la guerra a esta costa, su emperador asistió a la batalla en persona para rechazarnos con la ayuda de la Bruja de la Nieve Quislevita, dijo Spume.

Karl Franz huyó a esconderse detrás de sus faldas, rogándole que congelara el mar alrededor de mis hordas. ¿Qué clase de hombre deja a una bruja hacer el trabajo de la guerra? Un cobarde, dijo Eogric. Un cobarde con suerte. Esta vez será diferente.

Hubo un crujido de maderas cuando un tentáculo enorme se extendió desde el casco de la bestia podrida y curvó su punta por la cintura de Spume.

La extremidad del kraken llevaba al señor de la guerra junto a la horda de abajo, poniéndolo sobre un palanquín que sus mutantes llevaban.

Esta vez mataré yo mismo a ese bufón que llaman emperador, gritó el señor de los tentáculos por encima del hombro.

Spume levantó alto su hacha, picada con viruela, con la proclama de un centenar de cuernos de guerra. La gran procesión se puso en marcha.

Mientras que los Glotkin estaban saqueando Marienburgo, la flota de Guthrod Spume tocó tierra en las costas de Norla, como lo habían hecho años atrás.

Esta vez los barcos elfos que habían esperado para acosarlos estaban notoriamente ausentes y no había ejércitos imperiales a la espera en la playa para impedir su paso.

Balizas de advertencia parpadearon, desatendidas en los acantilados mientras los ejércitos de Spume se derramaban.

Los hermanos de la espada, una tribu que se contaba entre las partidas de guerra más aventureras de la gran agrupación de Spume, estaban ansiosos por demostrar su conocimiento del terreno norlandés.

Cada verano se encontraban entre las tribus que asaltaban las aldeas a lo largo de la costa, saqueando todo lo que podían antes de que los ejércitos de Karl Franz los llevaran de vuelta a sus barcos.

Actuando como punta de lanza de la columna en expansión que emprendía su camino por la costa.