[52] "LA CAMPANA QUE ANUNCIA EL FIN DEL MUNDO" Warhammer El Fin de Los Tiempos 5f5y35

El vidente gris sacó varios trozos brillantes de una bolsa y se los metió en la boca.

A veces Zanquol masticaba la piedra bruja, otras veces la mantenía en la boca, disolviéndola lentamente mientras usaba su lengua para mover los fragmentos de mejilla a mejilla.

Aunque estaba bajo tierra, podía sentir la noche cayendo y la inmensa luna disforme que se levantaba. La piedra bruja fluyó a través de su sistema, dándole visiones. Estos momentos eran los mejores para la planificación. No quedaba mucho tiempo para actuar. Los agentes del Clan Skryre ya habían informado a los que estaban en Plaga Skaven que Zanquol había tomado el control. Lo primero que tuvo que hacer el vidente gris fue detener la lucha interna entre los señores de la guerra.

Su inclinación había sido hacer una sucia demostración de la principal fuente de sus males. El extremadamente agresivo gran señor de la guerra Trigstap del Clan Birkin como motivador, el temor a los relámpagos negros siempre había servido bien a Zanquol. Sin embargo, el señor de las Alimañas, Rey Alimaña, había sugerido otro proceder. Aturdido por la presencia de la magnífica manifestación de poder, Zanquol aceptó. El siguiente paso era discutir la estrategia de ataque.

El plan de Skribolt había sido rodear el distrito de municiones con Skaven, dando tiempo a los esclavos para desmontar todo y transportar lo robado bajo tierra. La estrategia no valía la pena ni plantearla, decidió Zanquol. Las torres que rodeaban la zona estaban llenas de tropas. Los ejércitos humanos responderían rápidamente. Los Skaven necesitarían más tiempo para saquearlo todo. Zanquol tenía muchas preguntas, pero era difícil hablar con el señor de las Alimañas. Poco después de ayudar al vidente gris a reclamar el liderazgo, el ser antinatural se había retirado a las tierras hombrías.

Eso había sido hace unos días. Desde entonces, Zanquol había oído la voz de Skreech dentro de su propia cabeza varias veces. Esto sucedía por la noche cuando salía la luna verde y cuando el vidente gris había consumido mucha piedra bruja. Durante esos momentos, astutos planes pasaban a través de la mente de Zanquol en rápida sucesión. Mientras el mundo físico se volvía nebuloso, las visiones del futuro así como las motivaciones e intrigas de quienes lo rodeaban quedaban perfectamente claras.

Durante esos estados de trance de piedra bruja, Zanquol de repente supo, como si alguien le susurrara al oído, la mejor manera de conseguir su camino. Si sus subcomandantes necesitaban coacción, aliento, halagos o la amenaza de un rayo, Zanquol ahora podía verlo con más claridad que los bigotes de su hocico. Sabía inherentemente cuándo desnudar sus colmillos para obtener el máximo efecto, cuándo reunir un aura chisporroteante sobre su garra cerrada y cuándo podía conseguir su camino simplemente estrechando sus ojos.

Con hábil precisión, Zanquol estableció que el plan de dos etapas comenzara la siguiente noche. El vidente gris llamó a los acechantes nocturnos para que con su invisibilidad pudieran darse los primeros pasos. El clan Essyn tenía agentes en todo el mundo y los acechantes nocturnos conocidos como las sombras de la noche.