[42] "LA GUERRA DE KARAK OCHO PICOS" Warhammer el Fin de Los Tiempos w6051

La nieve torrencial caía de un cielo plomizo. Desde las murallas de la ciudadela de piedra,
el rey Bélegar Martillo Hierro contemplaba la blancura.
Estaba en el anillo de Caracocho Picos. Aunque ninguna era visible de momento debido a la
arremolinada tormenta, sabía que por ahí se levantaban las poderosas montañas que lo
encerraban en un gran círculo. Era como si todo el mundo hubiera sido tragado por la tormenta
de una nieve sin fin. Tal vez, pensó Bélegar con gravedad, ese sería un final preferible.
Descendiente directo del último gobernante de Caracocho Picos, Bélegar se situaba cerca del
centro de lo que era ostensiblemente su reino. En verdad, los enanos ocupaban menos territorio
que sus odiados enemigos. El antiguo Carac, una palabra para describir una ciudad enana,
entramados de minas y fortaleza, había caído bajo los Skaven hacía miles de años. Desde ese
momento, los salones subterráneos habían cambiado de manos cientos y cientos de veces. En primer
lugar, fueron los Skaven y goblin nocturnos los que pelearon por el botín. Pero en las diversas
etapas de la otrora gloriosa fortaleza enana, había sido gobernada por un señor de la guerra orco,
convertida en el dominio de un tirano ogro y había sido invadida por los trolls. A lo largo
de los milenios, expediciones enanas ya fuera en secreto o en guerra abierta, habían intentado
recuperar los salones de sus antepasados. Algunas victorias habían sido efímeras, pero la mayoría
de estos esfuerzos terminaron en más miseria y humillación. Antes de Belegar,
ninguno de los intentos de ocupación enana había sobrevivido durante más que unos pocos años.
Habían pasado más de 50 años desde que Belegar se había abierto camino a Caracochopicos. Había
liderado una formidable fuerza de guerra compuesta por los descendientes de los antiguos clanes
de la fortaleza perdida, apoyados generosamente con más tropas y material por el gran rey,
Thorgrim custodio de Agravios. Habían luchado en muchas batallas, adentrándose en el antiguo
reino como una punta de acero en una pared rocosa. Aun así, después de muchas pérdidas,
los enanos tenían solo el más elemental punto de apoyo en ese antiguo reino.
A diferencia de las fallidas empresas anteriores, los enanos no se excedieron a sí mismos al tratar
de adentrarse más allá de la sala del rey, las criptas, las armerías o las selladas cámaras
del tesoro. En su lugar capturaron la antigua ciudadela, el torreón central, que una vez
dominó la ciudad desde la superficie que se extendía dentro del anillo de las montañas.
La ciudad estaba en ruinas, ya que había sido saqueada y luchada durante miles de años. Allí
los enanos formaron su bastión, fortificando rápidamente los cimientos que yacían enterrados
en miseria. Se reforzaron sus defensas de la manera superior de su raza, por lo que los
contraataques que siguieron se rompieron contra sus murallas, igual que el viento descortado por
una ladera de montaña. Desde ese momento, Bélegar y los enanos de Caracocho Picos habían hecho del
baluarte su hogar fortaleza, vivían bajo un constante estado de sitio. A veces, los enanos
hacían una salida para ampliar sus propiedades, limpiar las ruinas de la ciudad de la superficie,