2025-13 Sindrome de la Salvadora 2c4mj

¡Hola, valiente! Soy Aroa Granados, psicóloga, y esto es Ahora es tu Momento.

El espacio donde te ayudaré a descifrar tu mundo emocional.

En este podcast exploraremos la psicología con un toque de humor, consejos prácticos y nada de dramas ni tecnicismos.

Si estás lista para tomar las riendas de tu vida y abrazar tus emociones, quédate y acompáñame en cada episodio en un viaje de aprendizaje y momentos inspiradores para tu vida. ¡Comenzamos! ¿Eres de las que te preocupas más por el bienestar de los demás que por tu propia tranquilidad? ¿Sientes que cuando alguien cercano a ti, alguien a quien quieres, está triste o enfadado o está insatisfecho? ¿Te lo tomas como si fuera tu misión personal, el solucionarle la vida? ¿Y al final terminas andando con una mochila llena de problemas que la mayoría no son ni tuyos? Y aunque la empatía y el cuidado hacia lo demás son cualidades super positivas en una persona, al final te terminas convirtiendo en la persona que todo lo arregla y que empiezas a sentirte pues desgastada o desgastado.

Así que vamos a ver por qué asumimos este papel de salvadora y cuáles son las consecuencias y, sobre todo, cómo puedes empezar a soltar todas esas mochilitas, todo ese peso que te has metido encima que no es tuyo y así poder empezar a ganar pues un poquito de paz interior, un poquito de tranquilidad. ¿Te parece guay? Pues venga, ¡vamos a ello! Últimamente en mi práctica profesional me he tomado con bastantes salvadoras. La verdad, es un perfil que yo no sé si es porque me está tocando ahora la mayoría o que se está hablando muy muy muy asiduamente.

Y hay salvadoras pues que no pueden dejar de hacerlo, o sea, es como que superior a sus fuerzas. Sobre todo son mamás que están muy encima de los hijos y del marido y de la casa y son súper responsables y al final pues terminan cargándose con todo lo demás y además los que están a su alrededor empiezan a no agradecerles nada e incluso a veces reprocharles que están demasiado encima, que les dejen en paz y empiezan a tener muchos conflictos.

Y ellas, que la mayoría son mujeres, no saben cómo dejar de hacerlo. O sea, es algo que lo llevan haciendo tanto tiempo que ¿cómo lo hago? ¿Cómo lo dejo de hacer? El otro día tenía una master class y una de las alumnas decía, es que lo hago, lo hago sin pensarlo, me piden ayuda y lo hago, me piden ayuda y digo que sí y me da igual que sea mi marido, mi hija, el vecino de enfrente o el cartero, es que me piden cualquier cosa y yo digo que sí, soy así de tonta. Yo es que no tengo ni idea de por qué soy así, no entiendo nada, no entiendo por qué soy así si lo paso mal.

Bueno, pues vamos a ver por qué motivos puede ser que te pase como a esta alumna que tuve en esta master class. Primero, porque es un patrón que aprendes en la infancia. Quizás creciste en un hogar donde sólo recibías reconocimiento, sólo se te valoraba cuando mediabas en las discusiones familiares, cuando calmabas las tensiones. Aprendiste que para merecer cariño o aprobación, pues tendrías que ser la persona pacífica, la que no se mete en problemas, la que soluciona los problemas, aunque sea haciendo ella la labor por la cual ha habido el conflicto.

También he visto este patrón en personas que han sido criadas en familias donde eran muy exigentes y sentían que sólo se les valoraba cuando conseguían cosas, sobre todo si hacían cosas por los demás. Y también en familias donde por lo que sea, porque falta uno de los padres o están enfermos por algo, esa persona, esa mujer tiene que crecer demasiado rápido o convertirse en adulta demasiado rápido. Otra razón es el miedo al conflicto.

Es cuando tienes tanto miedo a discutir con esa persona o que le siente mal y terminéis en bronca que prefieres hacer lo que sea para evitar tensiones, sacrificando incluso tu propio bienestar para mantener esa supuesta paz. Este pánico, el desacuerdo, puede venir de alguna experiencia pasada donde viviste que los conflictos eran muy intensos, eran muy dolorosos y siempre acababan mal. Otra de las razones es baja autoestima encubierta. Es cuando sientes que sirves cuando eres útil a los demás, lo cual te hace sentir valiosa. Es decir, que tu autoestima depende de lo que das a los demás y de cuánto te valora.