La vuelta al mundo en fliqueis "me pasean en la caja, que para eso les pago" 3b4jf

Voy a hablar, voy a hablar, voy a hablar, voy a hablar con una persona que tiene una historia increíble que contarnos. Es, bueno, un viajero empedernido que ha dado ya tres vueltas al mundo, pero de una forma muy peculiar. Comenzamos.

Ya lo tengo por videollamada y es Javier Antolí. ¿Cómo estás, Javier? Bueno, estoy muy bien, muy bien, muy tranquilo aquí en mi habitación del hotel. Estoy hablando desde Bangladesh y siempre es agradable poder conversar un ratito con alguien de mi tierra, de mi tierra querida, que hace mucho tiempo que no estoy allí. Tengo nostalgia de ella.

Sí, sí, sí, porque tú llevas mucho tiempo viajando, eres un viajero intrépido. Yo digo que es la tercera vuelta al mundo ya, si no me equivoco, según me has comentado en los correos que hemos mantenido, que hemos charlado a través de ellos.

Más o menos, sí. No sé exactamente cuántas han sido, pero yo creo que debo andar por la tercera más o menos. Yo comencé a viajar en el año 2005 y, bueno, por avatares del destino, pues llevo unos cuantos kilómetros, muchísimos kilómetros ya encima de mí.

Bueno, Javier, creo que lo principal que podemos decirle a nuestros oyentes en este momento, en este punto, para que se sitúen, es que tú eres una persona que tiene un síndrome reconocido, médico a nivel psicológico. Sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí.

Yo tengo una fobia, una fobia que me condiciona mi día a día. Yo estoy diagnosticado, yo tengo todos los informes necesarios y, de hecho, pues tengo una discapacidad y todo reconocido. Yo tengo agorafobia extrema. Yo no puedo salir nunca jamás al exterior porque me desmayo. Yo caigo como si me hubiese fulminado un rayo. No puedo salir de ningún lado libre.

No puedo, no puedo. Es superior a mí, esta fuerza que me invade. No, no puedo.

Claro, es que esto a mí me llamó tanto la atención y sabes que en este espacio somos propensos, bueno, somos como si fuésemos gente, soy propenso a charlar con personas que, bueno, que tienen una historia potente, una historia que quizás no es lo más habitual, ¿no? Y la tuya es de esta índole porque es que, claro, ¿cómo puedo explicarle yo a un oyente que estoy delante de una de las personas que más han viajado que yo pueda haber hablado con ellas, haber interactuado? Mucho, mucho. Eres un viajero extremo, pero al mismo tiempo eres una persona que no puede salir nunca al exterior, ¿no? Abandonar un espacio reducido para ti es fatal.

Me muero de un susto. Me quedo petrificado. Es algo que me desmayo. Me colapso.

Fue desde pequeño ya que empezó a pasarme esto. Un momento en el que, sin venir a cuento, estando jugando fútbol con mis amigos desde pequeño y ¡pum! caí desprobado.

Y a partir de ese momento ha sido algo que hasta que me lo han reconocido yo lo he pasado muy mal porque, claro, pensaba que te pega el aire y ¡pum! al suelo. Era terrible. Un miedo, un pánico.

Decir, vamos a ir a comprar el paño. Me muero, me cago de un susto. No puedo, no puedo.

Me he hiperventido y caigo. No puedo.

Claro, pero en cambio eso no ha sido obvio. No te ha frenado para desarrollar una faceta de viajero.

Claro, no, no, no. A mí no me frena esto ni de coña, vamos.

Fíjate que yo lo he heredado, lo de viajero lo he heredado de mi abuelo.

Mi abuelo, mi abuelo, que fue una persona que fue explorador.

Él fue explorador. No es que fuera viajero como yo, no, no.

Él fue un explorador. Él se pateó todo el Amazonas de Cabo Ramo.

El pasó de Brasil y llegó hasta los Andes. Todo, lo crucé todo.

Él fue una persona que a mí me inspira, me inspira.

Porque además, yo es que no lo he heredado solo, lo de aventurero ese que soy por mi abuelo.

Es que mi abuelo también tenía agorafobia.

También tenía agorafobia y era explorador.

Sí, sí, claro, claro, explorador, pero mucho, muy explorador, muchísimo.

Claro, nosotros venimos de una familia que había hecho mucho dinero años atrás.

Bueno.