Vox y la ley de hierro de las oligarquías 454f3h

Juan García Gallardo abandona la política, asfixiado por la ley de hierro de las oligarquías,
dentro de Vox.
Veámoslo.
Juan García Gallardo, exvicepresidente de la Junta de Castilla y León y uno de los
principales referentes dentro de Vox, abandona la política.
Y las razones que expone en su carta de despedida son harto reveladoras no tanto sobre cómo
funciona o se organiza el partido político Vox, sino más bien sobre cómo funciona y
se organiza la política en general.
Atención a lo que narra Juan García Gallardo para justificar que abandona la política.
En Valladolid, a 3 de febrero de 2025.
Siempre he entendido la actividad política como una renuncia si se aspira a ejercerla
de manera virtuosa, como yo he pretendido y espero haber conseguido.
Sin sacrificio es difícil ejercerla con la exigencia debida.
Asumí un sacrificio personal al entrar y ahora renuncio voluntariamente al salir.
Participar en política con Vox supone un sacrificio adicional.
El establishment político y mediático te aplica una vara de medir distinta a la de
los de otros partidos políticos.
Nadie dijo que fuera fácil, pero nunca he tenido un inconveniente con esa fiscalización.
Esta situación obliga a elevar los estándares de diligencia a los que nos sometemos.
Hasta aquí sólo diré que el ejercicio virtuoso de cualquier profesión requiere de una cierta
renuncia.
Requiere renunciar, por ejemplo, a tu tiempo libre, requiere renunciar, por ejemplo, a
parte del tiempo con tu familia, requiere renunciar a prácticas viciosas dentro del
ejercicio de esa profesión, etc.
No es que sólo el ejercicio virtuoso de la política requiera renuncia.
Cualquier profesión virtuosamente ejercida requiere de unos hábitos internalizados mediante
los cuales, por así decirlo, uno se acerca al bien y renuncia al mal.
Con todo, es cierto que el ejercicio virtuoso de la política resulta mucho más complicado
que el ejercicio virtuoso de cualquier otra profesión, porque los incentivos intrínsecos
a la política para hacer las cosas mal, para abusar del poder, para comportarte no
de manera virtuosa sino viciosa, son mucho mayores que en otras profesiones.
De ahí que la necesidad de autocontrol personal, hasta cierto punto de autorrenuncia personal,
pueda ser mayor en la política que en otras profesiones.
Y el problema, como ya supo ver Lord Táctor en su momento, es que esos mecanismos de autocontrol
personal para evitar comportamientos viciosos desde el ámbito político, para evitar el
abuso de poder en interés propio dentro de la política, se van diluyendo, se van resquebrajando
con el paso del tiempo.
Porque el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
De ahí que para minimizar ese riesgo de corrupción sea muy necesario que el resto de la sociedad,
incluyendo los medios de comunicación, fiscalicen a la política y denuncien y critiquen y persigan
cualquier abuso de poder o cualquier conato de abuso de poder que se produzca dentro de ella.
Pero sigamos con la carta de Juan García Gallardo, porque lo más interesante viene a continuación.
Entré en política activa con grandes dosis de ilusión y entusiasmo.
Entré en un proyecto unido, pero ancho, en el que existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas.
Esta situación ha cambiado.
La dirección del partido ha ido ocupando cada vez más espacios en detrimento de los demás.
Eso no es necesariamente malo por sí mismo.
A pesar de lo que dicen los entusiastas de la democracia interna absoluta y de las primarias
para la selección de los candidatos a cargos electos, la ley de hierro de la oligarquía,
definida por Dalmacio Negro, es inevitable en cualquier organización, incluidos, por supuesto, los partidos políticos.
El intento por acabar con las oligarquías dentro de los partidos es una quimera,
una acción estéril que sólo conduce a la melancolía.
En lo que no cabe el conformismo es en la exigencia de una conducta ética
a quienes integran las oligarquías que gobiernan los partidos políticos, en nuestro caso, Vox.
Juan García Gallardo está constatando que dentro de Vox también opera la ley de hierro de las oligarquías,
que éste no es un problema exclusivo de determinados partidos de extrema izquierda,
sino que también se da en Vox y, en realidad, también se da en cualquier otro partido político
y en cualquier otra organización, incluyendo la ley.