
El Viaje de Sonia (26) Mi peor noche como madre (y lo que aprendí) 10 03 25 656yo
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diLLUNs a les 15 h. El “Viaje de Sonia”…… cada programa és una nova aventura, és un recorregut intens per als camins de la vida, perquè “cada dia no és sempre”. El Viatge de la Sònia amb la conducció de Sonia de Sola. Redacció i locució: Sonia de Sola Producció: Col·lectiu de Mitjans Audiovisuals de Cabrera de Mar 341i4b
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Conecta el viaje de la Sonia, hoy nos espera una nueva aventura, un recorrido por los caminos de la vida, porque como dice la Sonia, cada día no es siempre.
El viaje de Sonia, con Sonia de Sola.
Hola a todos y bienvenidos una semana más al viaje de Sonia.
Antes de empezar con el episodio de hoy, quiero hacer una pequeña aclaración, y es que en el episodio anterior cuando hablo de la medicación super mega hiper cara de Andorra, yo allí en ningún momento interrumpí mi tratamiento para la esclerosis múltiple del tisabria.
Yo seguía con ese tratamiento, pero paralelamente probé durante unos meses el tratamiento de Andorra, que era complementario y que me ayudaba a mejorar la marcha.
Bueno, dicho esto, porque creo que al volverme a escuchar no quedó claro ese punto, pues dicho eso, en el año 2014 aprendí también grandes lecciones, no tanto por mi situación con la esclerosis múltiple, porque yo seguía con mi medicación, seguía sin brotes, sin lesiones nuevas, cuando me hacían las resonancias de control, había una estabilidad.
En relación a la esclerosis múltiple, sí que es verdad que el deterioro físico seguía su curso, pero era tan lento que en el día a día tampoco era un cambio muy significativo.
Las lecciones que aprendí aquí en 2014 fueron como madre primeriza, tenía como esa sensación de querer hacer todo bien, de seguir las reglas no escritas de la crianza y de intentar que nuestra hija creciera de la mejor manera posible. En septiembre de 2023 Blanca había empezado la guardería y ese mismo año en diciembre cumplía los dos años, así que nos pareció el momento ideal para dar ese gran paso que muchos padres consideran casi como un rito de quitar el chupete y entregárselo a los reyes magos.
Así que decidimos que los reyes magos serían los encargados de llevárselo como algo creando un ambiente especial y mágico y que era un paso más hacia el crecimiento de Blanca. Pasamos semanas preparándola, explicándole que cuando llegaran los reyes magos ella les dejaría su chupete para que se lo llevaran.
Le contábamos historias sobre cómo ella ya era una niña mayor y que los reyes magos estarían muy orgullosos de que ella diera ese paso. En nuestra cabeza todo encajaba y parecía un plan perfecto, pero hay algo que aprendí con el tiempo. La paternidad es un ensayo, es un rol de ensayo-error constante y a veces los errores son inevitables porque de ellos es donde se aprende.
Alicia, la profesora de la guardería, nos dio una advertencia que no supimos valorar en su momento. Nos dijo que no veía a Blanca preparada para dejar el chupete y que quizás lo mejor sería esperar un poquito más. Pero nosotros ya habíamos tomado la decisión y pensábamos que echarse atrás enviaría un mensaje confuso a Blanca y que si habíamos dicho que los reyes magos se lo llevarían entonces así debía ser.
Así que decidimos seguir adelante con nuestro plan, aunque con un poco de dudas la verdad, y fue un error monumental. El drama no tardó en desatarse. Desde la primera noche sin chupete Blanca comenzó a mostrar su descontento de una manera que no esperábamos. Su rebeldía entre comillas se manifestó en pequeños gestos que aunque parecían insignificantes se convirtieron en una auténtica prueba de paciencia para nosotros. Cada noche, como un acto de desafío, lloraba mucho al ponerla a dormir porque era el momento en el que ella usaba el chupete. Durante el día, desde hacía ya bastantes meses, no lo utilizaba para nada.
Supongo que como hablaba como una viejecita desde que tenía un año y medio, pues el chupete le molestaba más que otra cosa. Total, que aquellas noches al ponerla a dormir se hicieron eternas. Una noche Blanca empezó a tirar su dudo, su muñeco de apego, fuera de la cuna. Yo con mis muletas tenía que levantarme de la cama.
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