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Un podcast donde damos rienda suelta al triángulo de nuestras cosas favoritas: la política, la cultura pop y la actualidad. @podcastpol Política en serio en tiempos de memes, whatsapp y gifs de gatitos. www.polypop.es Twitter: https://twitter.com/podcastpol Telegram: https://t.me/PolAndPop 5h4k1k

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Política en serio en tiempos de memes, whatsapp y gifs de gatitos.

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Bienvenidos al MUNDO BRO. En el laboratorio de las nuevas masculinidades reaccionarias
Bienvenidos al MUNDO BRO. En el laboratorio de las nuevas masculinidades reaccionarias
Episodio en Pol&Pop
Productivismo más allá de toda producción. Ayuno intermitente. Ayuno de dopamina. Ayuno de redes. Snacks de movimiento. Píldoras de conductismo testadas en las mejores celdas para opositores. Nostalgia de autoridad. Si hace unos cuantos programas vinimos al mundo bro por las risas (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/filosofia-criptobros-marco-aurelio-te-echa-bronca-no-ir-al-gimnasio) hoy nos quedamos por su alocado catálogo de prácticas sobre el sujeto. Y, para ello, nos sumergimos de lleno en uno de sus sectores más pujante: los coachers de productividad. Al mismo tiempo boyante subsector de la autoayuda para chicos y laboratorio puntero de las nuevas maculinidades reaccionarias. Cómo da miedo ir sólito y con amigos es mejor hemos convocado a Mozo Yefimovich, una de las personas que mejor ha profundizado en sus vericuetos en su canal de youtube (https://www.youtube.com/@MozoYefimovich) Hablemos claro. Ser yo es complicado. No ser este yo concreto podcaster. Que también. Sino ser cualquier yo sometido a las presiones y miserias de la vida contemporánea. Es tan complicado que hay siglos de saberes y prácticas humanas dedicados al asunto. Lo más significativo de este fenómeno del mundobro que nos fascina es, precisamente, que son señores muy señores -mucho muchísimo- los más enganchados a estas cosas de ocuparse de uno mismo. Porque aceptémoslo: los chicos no hemos querido ocuparnos demasiado de esto. La masculinidad oldschooler implica un activo rechazo a estas cositas de las que se sospecha pueden producir que tu pito se desprenda de tu cuerpo. Pero el mundo bro si participa de esa preocupación por uno mismo y nos ofrece sus propuestas. Lo que pasa es que el mundo bro también está enredado en el revival nostálgico de la masculinidad oldschooler, así que la cosa se pone complicada y barroca como película de Nolan. Porque todo esto -toda esta ansiedad, toda esta complejidad de llegar a ser uno mismo en la sociedad despersonalizante y competitiva hasta la extenuación del capitalismo tardío- podría ser pensado desde la interdependencia, por ejemplo. O los cuidados. Cosas sobre las que parece cernirse el conocido pánico atávico al desprendimiento de pito. Así que, vedadas todas esas otras opciones que abrirían mundos distintos, bajo pena de emasculación, lo que queda es pensarlo desde el individualismo, la competición darwinista y el asco por la feminización del mundo contemporáneo. Lo cual aderezado con unas citas bien instrumentalizadas de estoicismo romano aquí y allá, unas notas de conductismo para dummies, productivismo golden age y little big magufismos, componen este aroma inconfundible: the new brummel. La propuesta para una nueva masculinidad reaccionaria que nos ofrecen estos señores como respuesta a la ansiedad que a todos nos ocupa. La cuestión es que crear y esculpir un yo supone también proponer un mundo. En este caso el mundo bro, que es un mundo que traduce a un lenguaje popular y a un set de prácticas accesibles el vínculo contemporáneo entre una racionalidad neoliberal y una jerarquía social neocon. Esto, que fue motivo de hasta dos programas, sobre Wendy Brown (https://ivoox.pelistorrent.net/pol-amp-pop-4x01-en-ruinas-del-neoliberalismo-audios-mp3_rf_92222423_1.html) y Melinda Cooper (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/valores-familia), y de una larga cantinela la temporada pasada, vuelve ahora en formato 5 consejos para tener el cuerpo que siempre has querido, invertir desde 0 o concentrarte para estudiar de una puta vez. Hay que trabajarse como un yo disciplinado, productivo y alfa porque ese yo se instala en una naturalización de la jerarquía social, el darwinismo y la guerra de todos contra todos. De hecho, es el mundo resultante de su sujeto (invisibilizado en esta creación de contenido) el que da prueba del delirio del conjunto. Pero eso es materia de otros programas. En todo caso, a este cuadro le queda por explicar la creciente afición juvenil por adentrarse en esta cueva. Podría ser que nuestras composiciones de mundo carecieran de propuestas para ese sujeto que se agobia y lo que tiene más a mano es el tubo de individualismo de internet. Es decir, no tenemos una propuesta de sujeto que acompañe a nuestra propuesta de transformación política, cuando es obvio que se la necesita si quiere activar cualquier impugnación realista del mundo.
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Pol&Pop 5x09. Pescar el salmón. Esa ideología llamada economía
Pol&Pop 5x09. Pescar el salmón. Esa ideología llamada economía
Episodio en Pol&Pop
La prensa salmón no miente. Mucho peor, te dice la verdad Es 2010. Es 2011. Tienes un trabajo a tiempo parcial que no le impide, you know, extenderse durante todo el día. Parte de esa parte del trabajo la dedicas a buscar otros trabajos porque el proyecto del que dependes tiende, como todo en la vida, ay, a extinguirse. Los días no tienen demasiada consistencia. Son días improvisados. Pero sí existe un pulso que los hilvana. Es un numerito que, hasta hace unos meses, no habías oído y que ahora marca las constante vitales del país. Lo que permanece o, por mejor decir, baila hacia arriba día a día es la prima de riesgo. Al país le pasan otras cosas, claro. Y esas otras cosas se cuentan, salen a la calle, la lían pero no tienen la consistencia y el empaste con la realidad que tiene la prima de riesgo. Esas otras cosas van y vienen sin que la realidad se altere. Pero ojo si sube la prima de riesgo. Nuestra realidad depende y es ese indicador. Podría ser tal recorte, tal desahucio, las masas de retornades o emigrades, pero ninguna de esas variables, que son la vida, afectan tanto a tu vida como esa otra que en realidad es un número. Un indicador económico que mide lo cerca que estás del barranco pero de una forma lo bastante abstracta y farragosa como para que no puedas identificar bien quién te está empujando. Al mismo tiempo es una coartada para cualquier cosa. No deja de ser curioso que, cuando elegimos coartadas para hacernos daño, estas provengan de la jerga económica o jurídica, no de cosas respecto a las que está bien distribuida una experiencia sensible. Hemos querido hablar con Yago Álbarez Barba, de El Salmón Contracorriente, en El Salto, y autor de “Pescar el salmón. Bulos, narrativas y poder en la prensa económica”, en Capitán Swing, porque en un programa sobre política y cultura popular, nada concilia mejor esos dos mundo que los discursos económicos. Una política pública a un cuento pegada. Como todo cuento, el de la prensa económica tiene personajes que se ven, los viejos medios en papel y los nuevos digitales (¿qué tiene la prensa económica que todo el mundo quiere su web salmón? Y tiene sus detalles aburridos a los que nadie le presta atención, como ¿de qué vive esta gente? ¿cuál es su modelo de negocio? Asunto no menor entre un grupo de voces, casi todas con el mismo tono, que configuran lo de las cosas del comer en sus palabras en inglés, cifras sin contexto y metáforas de lo más granado, desde las meteorológicas a las familiares: un niño que nazca ahora en España leerá, a lo largo de su vida, más de 300 titulares sobre el trozo de deuda pública que debe ya un niño que nazca ahora en España. En la prensa económica hay bulos, por supuesto, pero sobre todo hay verdades o, mejor, hay regímenes de verdad acerca de cómo funciona la economía, de cómo debemos comportarnos y de qué es posible y qué es un delirio en términos políticos. El discurso económico es un muro alto y brillante, para que se sepa que dentro hay algo importante, pero también para que los bárbaros no lo escalen. Los bárbaros somos nosotros, por si el muro no te lo había dejado claro. Nadie en su sano juicio se metería a escalar esa pared de marcos, predicciones, infoxticación y desayunos informativos, pero cada época tiene sus ficciones y a nosotros nos gusta disfrutarlas. Adelante.
Mundo y sociedad 1 año
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Pocos contra muchos. La política del siglo XXI
Pocos contra muchos. La política del siglo XXI
Episodio en Pol&Pop
Los pocos contra los muchos. ¿Con quién vamos? No es difícil elegir bando. Elegir bando es de hecho imposible. El bando es, más bien, una banda que te ponen cuando naces. De la cuna a la tumba, salvadas sean algunas experiencias welfaristas. Los locos años 70 del punk y de la movilidad social. Lo de elegir bando, en concreto. Con la plebe contra el patriciado. Con les cualquieres frente a la gente de buen nombre. Con los jornaleros contra los señoritos. Con las camareras de piso frente a los magnates hoteleros. En principio la cosa está clara. Por eso decidimos acudir a Nadia Urbinati, autora de Pocos Contra Muchos. El Conflicto Político en El Siglo XXI, publicado este año pasado por la editorial Katz. Sospechamos no obstante que Nadia torcería el gesto si viera esta introducción: estos muchachos no han entendido nada. Para esta politóloga italiana, la conveniente forma republicana de gobierno no funciona mal en esa contraposición entre los pocos y los muchos. En virtud de la que los pocos gobiernan y los muchos se preocupan de sus cosas, de estar tranquilos. Esos muchos que siempre han estado ahí, y unos pocos se los elige entre los más poderosos y los mejores de los muchos. Con todo, aunque los pocos son obviamente pocos, la ficción funcional de la representación de los muchos y la cosa política funciona razonablemente mientras existan: a) una cierta fluidez en la circulación del poder y b) caminos estructurados entre ese conflicto social basal y su conversión última en los cambios sociales, normas o políticas que dan una salida pragmática a ese conflicto. “¿Ha dicho usted huelga, deserción, contracultura? Llévese lo que quiera”. Y, si la cosa más o menos funciona, ¿cuál es el problema? El principal es un viejo conocido de este espacio: el egoísmo de los ricos y su renovadointerés en librarse de todos nosotros. ¿La secesión de los ricos otra vez en Pol&Pop? Sí, la secesión de los ricos otra vez. Va a ser que el aumento de la desigualdad, el desprecio a las condiciones de vida de los muchos y de la acumulación de los pocos ha ido rompiendo, laminan o, en plata, haciendo mierda esa comunidad elitista de intereses comunes que añora Urbinati. “Señora ministra de trabajo, suélteme el brazo, que mi reino no es de este mundo. Que, cuanto quiera, me desterritorializo al mejor postor y, si te he visto haciendo fortuna en los años de trabajo esclavo y monopolios franquistas, no me acuerdo”. Pero hay más. Rota esa comunidad política republicana, comunidad segregada y vertical, pero comunidad al fin y al cabo (llámese nación para que no se le vean mucho las costuras al invento), ¿qué cauce tienen las demandas y malestares de los muchos, por otra parte, crecientes? Pues reliarse un chaleco amarillo, plantar la tienda en la plaza más grande a la vista y abjurar de toda representación y vías de estructuración de esas demandas en medidas normativas o políticas concretas. La virtud principal de este libro es tomar en serio estos y otros problemas contemporáneos. La elitización y captura de los pocos que salen de los muchos a través mitologías como el gobierno de los mejores, por ejemplo. La inestabilidad de los liderazgos políticos en la democracia de audiencias, por poner otro. Se evita así este gesto que salvaría todos los defectos de nuestros sistemas políticos, proponiendo reconfiguraciones democráticas, igualitaristas o populistas que hacen abstracción de esta cesura material que divide de forma cada vez más evidente nuestras sociedades en patricios y plebeyos… El problema está, así, bien delimitado. Al mismo tiempo, la lectura de la historia y de las disrupciones políticas en curso de una politóloga asentada en la Universidad de Columbia incorporan los sesgos nostálgicos y funcionalistas propios de la cátedra. Si algo así como el Estado de Bienestar corporativo y tripartito, con esa capacidad de negociación colectiva en tiempo real existía, ocurrió, lo hizo sobre un sustrato de movilización y alternativas, nada enmoquetado y sobre todo nada ceñido a los pocos más presentables elegidos de entre los muchos. Del mismo modo, las movilizaciones actuales contienen esa ambivalencia que señala Urbinati, pero esta es mayor en el jardín europeo que en otras partes del mundo. Es fácil leer en otros movimientos, desde el 15M a la revuelta chilena, un programa de reformas que, con las tiranteces internas, mutaciones y capturas, se declina en fórmulas apartidistas pero también en el articulado completo de una nueva constitución. Es decir, que ni la república iba tan liviana ni los muchos el pirómano de este incendio.
Mundo y sociedad 1 año
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2023. El año en el que fuimos psoeizados. Especial año nuevo ft. Sororitrap
2023. El año en el que fuimos psoeizados. Especial año nuevo ft. Sororitrap
Episodio en Pol&Pop
Nuestro programa especial de Año Nuevo, donde repasamos las sensaciones que nos deja el 2023 y nuestras peliculas, series, libros y podcast favoritos. Recordarán las elecciones. Julio. Calor. Memes de perro sanxe. Un gobierno con mayoria absoluta full-fachaleco PP-VOX avanzando como una bala a velocidad supersónica en dirección a nuestra cabeza. Esquivamos la bala. Ha hecho falta una contorsión digna de Neo en Matrix y los mejores efectos especiales. Pero esquivamos la bala. Incredulidad. Épica. Remontada. Nuevo gobierno de coalición. Lo distinguirá usted en su entorno, entre sus amigas/os, antiguas compañeras de militancia, tertulianos y otras relaciones parasociales. Incluso en usted mismo/a. Es una sensación que oscila entre el entusiasmo, la impostura y la resignación cínica. Divierte pero envejece. Si reconoce los síntomas, efectivamente usted ha sido psoizado. Este término, molesto a primera vista, es también un síntoma de época. Otro término también molesto a primera vista. Indica la normalización definitiva de la lógica de coalición a escala gobierno nacional en Españá -hasta el momento la mutación/innovación política más profunda de nuestra generación- y la consolidación de un bloque de gobierno progresista. Lo que significa también un bloque más allá del propio gobierno. Para ello Sanchez ha dado pasos, movidos básicamente por el pragmatismo -que nadie se flipe tampoco demasiado- impensables en los rígidos límites del Régimen del 78. Indica que esto -dar pasos pragmáticos, consolidar bloques progresistas- resulta que inspira una épica y algo sexy en esa parte del pueblo español que no trabaja el fachaleco con entusiasmo. O que lleva fachaleco pero es del PNV o vota en Sant Gervasi. Esas derechas Km0 que la estupidez integrista del nacionalismo español es incapaz de integrar. En todo caso más épica y sexyness al menos que, por ejemplo, dar vergüenza ajena en cada ocasión que se te presenta. También coloca al PSOE -o mejor dicho, a Sánchez- como la única dirección estratégica del bloque, con sus oportunidades y, sobre todo fragilidades. Especialmente en lo que implica, a la izquierda, la dependencia estratégica y comunicativa. Tanto es así, que la construcción de aquello que es ajeno al ámbito institucional, que en este año también hemos visto proliferar este 2023, opera subrayando cada vez más su disposición antagónica -no-ser-institución/no-ser-inserte-aquí-su-crítica- favorita-. Lo cual, paradójicamente supone operar en una lógica de subalternidad tanto igual dependiente de ese diapasón Sánchez-Prisa, Algo muy lejos de la autonomía en cuanto a creación de nuevos mundos políticos. Sobre los problemas de la vergüenza ajena tendremos ocasión de hablar en el futuro. En ese sentido si les gusto 2023 les encantará 2024. Otra novedad que nos deja 2023, esta vez por la otra vertiente, es la creciente alienación de la derecha del tradicional marco del R78. Lanzamos esta intuición: la lógica destituyente en la que opera de manera cada vez más radical y convencida la derecha no puede dejar de tener efectos corrosivos sobre el R78, profundizando de forma inédita y cada vez mayor la crisis de régimen. Este fenómeno se manifiesta claramente en la consolidación del ayusismo madrileño. Las recientes manifestaciones en Ferraz y los señalamientos hacia figuras como el monarca o la policía, acusados de traicionar la constitución material de España, son tanto más indicativos del fenómeno. En definitiva, 2023 nos ha dejado el contexto de un nuevo punto de equilibrio inestable. Un año un poco meh, como las bolitas de coco. Con una derecha crecientemente separada del impulso a la gran restauración que le caracterizaba y con un PSOE-Sánchez como último hilo que conecta el presente con los últimos 40 años se abren muchas incógnitas que no se van a resolver en la escala interna, sino , con toda probabilidad, en las tendencias electorales y políticas más allá de la provincia España. El año que viene más 70 países, aka el 50% de la población mundial tiene elecciones. Asi que a) la turra de promete épica y 2) veremos consolidarse las tendencias de manera quizás más clara. En todo caso, si 2023 ha sido un año un poco meh también nos ha dejado un montón de series, películas, libros y podcast que hemos disfrutado y que compartimos con vosotros y vosotras este episodio. Como con amigas es mejor siempre, hemos invitado a las compañeras de Sororitrap podcast antysistem a compartir con nosotros las sensaciones que les deja 2023, sus momentos trash favoritos del año y todas sus recomendaciones culturales.
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La política de cualquiera. Microdosis de Jacques Rancière para superar la bajona
La política de cualquiera. Microdosis de Jacques Rancière para superar la bajona
Episodio en Pol&Pop
Terminábamos el episodio anterior un poco mohínos (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/filosofia-criptobros-marco-aurelio-te-echa-bronca-no-ir-al-gimnasio). Si la hipótesis que elaboramos es cierta —que el renovado éxito en estos días de los estoicos romanos, y su propuesta de huida hacia el interior de nuestro yo, es el resultado de que entre ellos, chusma imperial, y nosotres, chusma contemporánea, compartimos una impotencia política que hace rimar nuestras experiencias— la cosa no está, ciertamente, para tirar cohetes. Pero la política tiene mucho de ambiente. No ciertamente de ese tipo de ambiente externo e inamovible, sino más bien como corrientes de aire que pueden hacerse circular de otros modos. Si se sabe cómo, claro. Por cierto, que aquí no se sabe. Pero, inasequibles al desaliento, hemos querido pensar de la mano de alguien, Jacques Rancière, que a sus 83 años está en condiciones de ofrecernos una visión de la política de largo alcance. Del ciclo largo que une y separa la segunda mitad del siglo XX y este tercio del siglo XXI, con sus altas y sus bajas, sus momentos de efervescencia, sus mayos del 68, sus 15M, y sus momentos de bajón. Un autor que a lo largo de su vida y su obra ha pensado, como decíamos, en la política de largo alcance (El odio a la democracia), en las relaciones humanas desde la igualdad (El maestro ignorante) y en la desnaturalización de los ciclos de explotación de la vida (La noche de los proletarios). Así que hemos aprovechado la traducción de este compendio de artículos de Jacques Rancière, “Los Treinta Ingloriosos. Escenas políticas 1991-2021”, de Katakrak, para aprender algo sobre nuestro futuro a partir del pasado más plano que recordamos en esas décadas de consenso, clausura de la historia y paranoia securitaria. Aprovechamos esta pausa (respira) para recordarte que puedes escuchar nuestro capítulo en la cajita de enlace justo encima de este artículo. Fin de la publicidad. Si un concepto se encuentra tergiversado en nuestro mundo es la igualdad. Noción abstracta, casi rutinaria. Casi como un objetivo al que, con todo cinismo, se hace ver como que nos dirigimos porque se sabe que apenas se da un paso por cada dos que se desandan. En Rancière, por el contrario, la igualdad no es el punto de llegada, sino la premisa de la relación —política, educativa, etc.— que puede provocar otra distribución de lo sensible. Es decir, una realidad donde cualquiera pueda participar en su composición efectiva. Dicho así, puede parecer bonito, pero se entiende mucho peor que si se invierte la fórmula y se mira a unas sociedades que condicionan ese formar parte de la ciudadanía al mérito. Que llevan al fondo de la habitación —si no a la cola que se forma fuera de la puerta— la palabra o la presencia de quienes no han pasado las pruebas del “merecer” nacional, educativo o estético. En estas sociedades, cada vez más, las condiciones de una vida decente se garantizan a los grupos de ciudadanos, cada vez menos, que “lo merecen” y se cierran a todas las demás. No es difícil ver aquí ya cómo tal jerarquización de la vida social va de la mano de una elitización de la democracia. Se consolida así una política en la que la masa de los y las cualesquiera es un peligro para la propia democracia, que se reduce a gestionar desde arriba los asuntos públicos y a representar a un pueblo estrecho y prefijado. Rancière opone a esto una política de la imaginación, pero no como el carnaval constante y callejero, sino como la producción de acontecimientos que interrumpen esa naturalización de la jerarquía y la exclusión que es el pasar de los días y del business as usual. Como aporte personal conclusivo, algo que no deja de sorprendernos es cómo el sentido común político va oscilando década a década entre los extremos de la política institucional a la movimentista y de vuelta a la primera. Como si el único menú de las opciones posibles fueran la alternativa entre el empacho y el ayuno. En este bamboleo del que no somos capaces de escapar, Rancière se sitúa del lado de la afirmación expresiva de la autonomía política que, a nosotros, nos deja con la pregunta de cómo, como masa de los cualquiera que somos, somos capaces también de hacer saltar de escala los procesos políticos más potentes. En todo caso, el problema y la pregunta, parece muchas, muchas y muches nos hacemos en la izquierda estos días. ¡Comenzamos! Puedes escuchar el programa completo aquí
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Filosofía para criptobros: cuando Marco Aurelio te echa la bronca por no ir al gimnasio
Filosofía para criptobros: cuando Marco Aurelio te echa la bronca por no ir al gimnasio
Episodio en Pol&Pop
Levantarse pronto (más pronto), tirar burpees, vigilar lo que comes, vigilar lo que tocas, no masturbarte, alejarte del tabaco, del alcohol y de las grasas saturadas, pensar en el Imperio Romano, tener éxito. Apretar los dientes. Reiniciar el ciclo. Bajo el epígrafe de recetas para el triunfo, hemos visto crecer en los últimos años una amalgama de discursos que exponen una comprensión/forma de habitar y crear el mundo para el joven hombre blanco que empieza a asomar su cabeza a la adultez, con más temor a que se la corten que ganas de disfrutarla. En el mundo posterior al Estado del bienestar de los años 1990s esa sucesión se percibiría como una condena. Un eslabón más de la larga cadena disciplinaria que iba de los ejércitos decimonónicos a la escuela, de la escuela a la fábrica, pasando por sus variaciones en la oficina o en la cárcel -tanto da- y de vuelta a la casa, donde ni la disciplina ni el simulacro cesan. De ahí huye, por ejemplo, Ewan McGregor al inicio de Trainspotting como de una maldición. Pero son los 90. En los 2020s la propuesta bro es abrazar esa disciplina y configurar la propia vida como un entrenamiento sacrificial para el éxito. O, mejor dicho, como un marcador del éxito. Es cierto también que salvo en los estratos más altos de las pirámides brocoachingueras, nadie percibe una relación muy fiable entre hacer abdominales y el éxito, ni siquiera en su reducción a dinero. ¿Cuál es, entonces, el porqué, el malestar o el deseo de esta gente? Vimos que Adriá Porta Caballé también andaba ocupado con la filosofía lladiana (https://catalunyaplural.cat/es/fuck-tienes-panza-llados-o-por-que-vivimos-en-una-epoca-estoica-imperial/) y hemos empezado junto a él una indagación sobre nuestro momento imperial, la pulsión por coleccionar medallas y ser hombre (vie)joven reactivo a esa cosa que te pasa por delante que es el feminismo, en esta tercera década de un siglo que está teniendo de to. Así le hemos dado forma a algunas hipótesis iniciales. 1. Tiempos de guerra. Si el estoicismo u otras declinaciones de la filosofía clásica en tiempos imperiales tenía sentido era por su capacidad de ofrecer una salida a la incertidumbre de un pueblo que había perdido su capacidad de influir sobre el mundo. De antiguos ciudadanos convertidos en súdbitos. Un pueblo de esclavos, muchos de estricta titularidad de otros, todos, de las decisiones de una minoría que dirigía un mundo inabarcable. El estoicismo, como el escepticismo, el epicureísmo o el cinismo, son planteamientos que ajustan bien, y performan, la posición de esclavos y soldados que proliferan en tiempos donde todos somos esclavos y soldados. Donde grandes porciones de la vida pública han sido amputadas de la participación política ¿Te suenan de algo esos tiempos? 2. Tokenización de la vida: el fin es la medalla. En un mundo en el que nada garantiza el éxito y nuestras posibilidades de controlar la propia vida se reducen, adoptar una rutina sacrificial sirve para encauzar ese excedente de energías en un ciclo improductivo, nihilista en cuanto a que su objetivo solo es la repetición y el propio sacrificio. En todo caso, si bien el ciclo no conduce al éxito por sí, sí puede conducir a medallas (relojes), marcadores (six-pack) y trofeos (coches, mujeres… así está la cosa) que nos eleven un tanto en la jerarquía interna de los esclavos y nos ofrezcan cierta certeza de que somos o seremos elegidos. Si algo está claro es que a esta vida no se viene por los loles. 3. Lo personal es político, pero en versión refugio en los confines de la política. Lo personal es político modo bunker anti-zombies. Buscar cobijo en el trabajo de sí infinito, sin objetivo, sin producción, sin agenciamiento, como trayectoria alternativa al cansancio de la política, ese juego abierto de quienes pueden y no pueden a la vez. Retirada del mundo, hacia la soberanía del yo y del cuerpo como refugio ante la impotencia. Frente al juego infinito de la política, el juego infinito sobre sí mismo/a. Que al menos ofrece algún tipo de validación inmediata cuando te miras al espejo y tremendo biceps mi pana. 4. La cosa es que este no es solo un problema bro, aunque el mundo bro haya presentado su candidatura para interpretarlo y ofrecer así un modo de vida adaptado. Nuestro reto no puede ser, por lo tanto, más pequeño que eso y, con ese fin, empezamos la conversación. Hoy en Pol&Pop, socialismo o criptomoneda.
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Capitalismo canibal
Capitalismo canibal
Episodio en Pol&Pop
No es pintoresco, no es exótico ni decorativo y, desde luego, no permite versiones de bisuteria como las que se pueden hacer con esa culebrilla alquímica tan mona que se muerde la cola hasta que se devora. No es un anillo, es el capitalismo, que también se devora a sí mismo. Y tú vas dentro. Este párrafo podría ser un buen resumen del libro que nos ocupa hoy: “Capitalismo caníbal. Cómo nuestro sistema está devorando la democracia y el cuidado y el planeta, y qué podemos hacer con eso” (Nancy Fraser, Siglo XXI editores, 2023). Pero si a ti, como a nosotros, te apasiona Nancy Fraser puedes seguir leyendo. Los libros de Fraser tienen la virtud de ser directos, hacer partir la teoría crítica del sentido común, del realismo que llevamos dentro, porque nadie necesita una ristra de demostraciones para desvelar la crisis y los efectos del capitalismo. Basta con experimentos simples, que cualquiera puede hacer en casa: querer respirar, querer comer, querer dormir en una cama calentita, querer tener tiempo. Otra de las grandes contribuciones de Fraser, que reaparece aquí y allá en este libro, es su visión integral de la justicia, ese asunto del que no se discute en la política de izquierdas porque la moral es una enorme fuente de pasiones políticas, pero hemos convenido en que sea un asunto extra-político. Por supuesto, el texto de Fraser no necesita meter estas pullitas, se basta con recordar que una idea de justicia sin la adecuada articulación de los valores de redistribución, reconocimiento y representación produce monstruos. Ahora bien, este escenario de crisis constante, estructural, policéntrica no es suficiente para afectar de forma sería la legitimidad sistémica. Como una decena de marksfisheres nos han recordado, casi nadie cree que el capitalismo sea la mejor idea. De hecho, existe un entero sector de negocios basado sobre la premisa de que los más ricos se van a cargar el mundo y la gente les va a perder el cariño, de modo que tienen años para dar con un cohete de escape, construir un búnker, diseñar la varita mágica para que su jefe de seguridad no les esclavice. Si la perspectiva de la crisis de Fraser es brillante es porque descansa en una concepción ampliada del capitalismo y de su crisis: no se trata de un sistema económico, sino de una institucionalización extensa de un determinado orden social. En su estricta versión económica, el capitalismo tampoco era la pera, sino más bien ese régimen irracional y poco cercano a la libertad y a la buena vida de quien debe trabajar bajo el mismo. Pero esta perspectiva ampliada sube al máximo la apuesta. Así, a lo largo de las últimas décadas, Fraser ha identificado e historiado distintas esferas de la realidad social que el capitalismo se ha empeñado en excluir, como un medio para que las cuentas económicas y políticas le cuadren. En este ámbito de los pilares ¿no-económicos? Fraser sitúa a todos los pueblos, personas, territorios y riquezas que las economías centrales extraen sin compensación o con una compensación menor, debido a que existe un entramado colonial y racista, hacia fuera y hacia dentro, que permite esta expropiación acumulada. Entre estos pilares ¿no-económicos?, esta, por ejemplo, la esfera de la reproducción social. Esa conocida actividad de dar cuerda al mundo y a sus vivientes que se paga, cuando se hace, en peores condiciones que otras producciones, porque para eso está la virtud femenina, el amor, el contrato matrimonial, los linajes y la posibilidad de encalomar el ajuste de nuestros horarios imposibles a otras mujeres más pobres y con menos opciones. Otro tanto ocurre con las relaciones que el capitalismo adopta con la naturaleza: grifo o vertedero. Pozo sin fondo de materias primas (que es como se dice en económico “te voy a pagar un mojón y ya te lo devolveré caro como coche o barato como residuo”). Un otro constitutivo del nosotros prometeico. Y, por supuesto, existe toda una institucionalidad pública y común que lo protege, sostiene y amplía con distintos servicios públicos, saberes jurídicos y prácticas comunales estas actividades. En este contexto, crisis política no significa otra cosa que el viejo “no se os puede dejar solos”. Es decir, una necesidad creciente de romper el pacto social del bienestar y erosionar las bases de la democracia para poder orientar esas instituciones hacia el beneficio cortoplacista. Una perspectiva ampliada del capitalismo implica la inclusión de todos estos elementos en su análisis. Asimismo, entender que esas distintas esferas cuya subordinación hace posible que la institucionalidad capitalista profundice esa crisis estructural se alimentan y se constituyen de forma inescindible, como bien saben las resistencias a esas formas de injusticia. Encontramos aquí, al final del programa, este otro gran aporte de Fraser: la mejor forma de comprender el funcionamiento sistémico la han alcanzado las resistencias, cuando defienden la naturaleza y con eso su modo de vida y continuidad en el mundo, o cuando explican de qué manera la regulación de la extranjería es un producto de la misoginia tan intenso como el patriarcado intra-hogares. De este modo, la manera que propone la autora de diseñar una estrategia socialista, desde esa misma ambición sistémica, debe contar también con una noción ampliada de las alternativas, no solo economicista, y que se haga cargo de todas estas esferas. Es decir, un reto del volumen de nuestros problemas. Nos escuchamos. Imagen: Imagen de <a href="https://www.freepik.es/vector-gratis/ilustracion-ouroboros-dibujada-mano_36865034.htm#query=uroboro&position=2&from_view=search&track=ais&uuid=73fa06b8-9372-4ab3-bad0-7b8bd36660d7">Freepik</a>
Mundo y sociedad 1 año
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Argentina, elecciones y giros de guión
Argentina, elecciones y giros de guión
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La vida política argentina ha vivido en estado de plot twist en los últimos meses. La situación económica y la tematización política de la seguridad daban por cantado una recuperación del gobierno de derechas. La elevación mediática de un influencer contradictorio, pero útil a muchas facciones, irrumpió con fuerza al ganar las PASO, unas primarias abiertas que delimitan la contienda electoral de la primera vuelta. Una presidencia, tres votaciones. No está mal para un país que se dice cansado de la política. Y cuando todo parecía perdido, cuando, como dicen en Acepto ofertas, tienes a una oponente superada -Bulrrich- y a otro que es el ministro de economía de un país con la inflación al 150%, ocurre el gol del cojo y ese ministro -Massa- te gana la primera vuelta. Como ya hicimos para entender las presidenciales colombianas que ganaron Gustavo Petro y Francia Márquez (https://ivoox.pelistorrent.net/pol-amp-pop-s03xe19-colombia-mas-alla-elecciones-audios-mp3_rf_88611824_1.html), invitamos a Luciana Cadahia, filósofa política de la Universidad Católica de Chile y miembro del IECCS (https://www.ieccs.es/), para poder seguir este guión endiablado. Uno de los principales puntos de interés de estos meses es el levantamiento del perfil de Javier Milei, a partir de una exposición continuada en distintos formatos de televisión, una sucesión de mensajes epatantes, por lo demás incompatibles entre sí, y muchos apoyos confiados en que la derecha debía contar con un plan B. En las presidenciales latinoamericanas, con las diferencias entre Hernández en Colombia, Katz en Chile o, antes, Bolsonaro en Brasil, se ha consolidado el surgimiento del outsider, cuya gestualidad rupturista no esconde mayor novedades respecto a la política tradicional de la derecha pero que permite movilizar unas fuerzas desencantadas con las recetas neoliberales, austeras y de mayor dependencia exterior. Por otro lado, la remontada de Massa y la posibilidad de que pueda superar este round de todos contra él descansa en su capacidad para, distanciándose del kichnerismo, volver a encarnar la lucha argentina por su soberanía, frente al dominio de la deuda externa y la subordinación de la vida hacia el interior. Sería mucho adelantar qué va a pasar, en una historia que ha dado ya muchas vueltas de campana, pero este buen tino pundonor con el que darle la vuelta a lo que las encuestas dan por perdido se está convirtiendo en una tradición transcontinental. Hablamos.
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La supervivencia de los más ricos
La supervivencia de los más ricos
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Ver post en El Salto: https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/supervivencia-ricos En tu calidad de gurú tecnológico y de medios digitales, te trasladan por medio mundo hasta un misterioso y lujoso lugar del desierto. Te ponen delante de un reducido grupo de milmillonarios. Te pagan una pasta, claro. Si no, de qué. Todo para preguntarte…. bueno, pues si tienes alguna brillante idea para evitar que, tras el colapso, su equipo de seguridad no decida pegarles un empentón y hacerse con el poder. Por supuesto, se da por descontado tanto el colapso como el impulso saqueador de los congéneres expulsados al otro lado de cada valla. Resulta que “Cómo demonios hemos llegado hasta aquí” es una premisa excelente para explorar en un libro. Y esa persona, convocada por los milillonarios a resolver el viejo problema de la movilidad de las relaciones de poder, a cerrar el juego eterno de la política como se parchea un bug, es Douglas Rushkoff. Y el libro en el que indaga cómo hemos llegado a esto La supervivencia de los más ricos: Fantasías escapistas de los milmillonarios tecnológicos (Capitán Swing, 2023). Como habrá adivinado, querido lector, estimada lectora, es, además, el libro que reseñamos en este capítulo. Para referirse a esta forma segregacionista de ver el mundo —capaz de que a señores blancos de entre 40 y 60 años les parezca más verosímil instalarse en Marte que mejorar las relaciones con sus vecinos— Rushkoff acuña el término de la Mentalidad. Es verdad que, aunque hemos leído el libro con atención, nosotros no sabemos muy bien cuando esa Mentalidad es una creación específica de Silicon Valley y cuando la racionalidad capitalista instrumental de toda la vida ecualizada al modo California. En todo casó pensamos que lo primero es más interesante y permite al autor recorrer las ideas escapistas de los milmillonarios más locas y las formas más singularmente dañinas de leer el presente y diseñar nuestro futuro. Oscilando entre una especie de survivalismo full luxury high-tech y el aceleracionismo místico, frente a esas ideas de colapso y guerra civil no hay —porque la Mentalidad no aprende ni propiamente piensa— una solución distinta a las mismas que se han aplicado hasta el colapso. Intensificar una solución desde la tecnología que disuelva el problema. Aplicarla en un campo nuevo de las relaciones sociales o el espacio-tiempo recién conquistado para que no exista competencia. Colonizar ese campo hasta que sea natural esa forma de entenderlo. Proteger esta metodología de las tendencias de la masa a querer ocuparse de estas cosas a partir de otros parámetros, como el parámetro democracia o el parámetro poder-respirar. Repetir el proceso. Lo interesante es cuánto de esta forma de entender e intervenir sobre el mundo al modo de una charla TED ha invadido nuestros imaginarios políticos. La confianza en que una minoría de los mejores -véase también los expertos-, con una mayor capacidad para establecer prioridades y desenredar los nudos de las decisiones, va a adelantar soluciones de consenso capaces de resolver nuestros problemas es frecuente. Y todo ello al margen de la política, del conflicto, el esfuerzo de ponerse de acuerdo o implicar a la naturaleza obtusa de la masa y surfear la complejidad de los procesos sociales. Como es obvio, la tecnopolítica no se agota aquí. Por una parte, lo digital tiene ya una participación tan alta en nuestra vida como lo familiar, lo estatal o lo propio de la economía de mercado, de modo que no puede extraerse de nuestros análisis ni herramientas. Por otra parte, los avances en cibernética o teoría de sistemas que dieron lugar al salto computacional y al predominio de lo digital, no tienen una única declinación en este modo abstracto, unidireccional y, en ese sentido, totalizante, de hacer, sino que son origen también de formas complejas, sostenibles y autorrecurrentes de completar ciclos, identificar patrones, enfrentar la entropía y conectarnos como parte de un sistema nervioso, mucho más que de un delirio individualizante que se sube al cohete de los elegidos. ¡Disfrutadlo!
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De la España de las piscinas al malestar en las ciudades
De la España de las piscinas al malestar en las ciudades
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¿Alguien puede creer que se están vaciando las ciudades cuando todo está lleno? Cuando es imposible alquilar un piso —de comprar, ni hablamos— o improvisar un plan que incluya alguna entrada. Pues parece que sí, que hasta 30 capitales de provincia han perdido población en la última década y que esa gente que usted ve ahí ocupando el hueco en el que querría ubicarse no vive allí. Sean turistas, teletrabajadores del norte de Europa o familias que se han ido a vivir a una urba, PAU, torre, casa, masía, parcela, etc. A Jorge Dioni López, autor de «La España de las piscinas» (Arpa), con quien inauguramos este inicio de temporada, le sorprendió en 2019 que no se prestara demasiada atención a ese éxodo de familias treinta y cuarentañeras con niños/as hacia localidades suburbiales porque era el sitio que podían pagar o porque querían vivir una vida supuestamente más tranquila en un lugar a más/menos media horita de coche del centro. Querer y poder —o querer, basicamente, lo único que puedes— son, en el fondo, las dos caras de nuestra manera ideologizada de vivir las ciudades. Por eso, Jorge Dioni indagó algo más en este fenómeno y publicó este mismo año «El malestar en las ciudades» (Arpa) para explicar cómo han cambiado nuestra manera de habitar y sentir como nuestra la ciudad. Lo que identifica al respecto es un modelo neoliberal que no rehabilita y hace más accesible los barrios consolidados, sino que insta a la dispersión de las nuevas generaciones hacia barrios alejados, a veces como penínsulas de las antiguas ciudades, solo vinculadas a ellas por carreteras, a veces en nuevas o viejas localidades, ahora agigantadas. La ciudad ya no es sobre todo el espacio de producción, como tampoco de habitación. La ciudad es la marca-agencia que pretende capturar inversores y atraer turistas. Es decir, mira paradójicamente primero a los de fuera: los no-habitantes marcan el ritmo de la ciudad. En ello hay mucho de neoliberalismo, pero también de neoconservadurismo. Se sigue que esa otra gente para la que se hace la ciudad es mejor que nosotros. Por eso se queda con los mejores sitios. Por eso nuestras formas de vida, tal como proliferaron durante el Estado del bienestar en los barrios obreros y/o en estilos de vida y familias plurales, quedan subordinados en favor de la única forma familiar compatible con cierto bienestar: 2 personas, 2 sueldos, 2 coches, quizá 2 hijos/as. Esa forma de vida que cada vez más se identifica también con un lugar de vida —la periferia de las urbanizaciones— prescribe y proscribe formas de vida y produce formas de pensar. Sobre la relación de lo individual y lo colectivo. De lo público y lo privado. Es decir, sobre la sanidad, la educación, el transporte, las relaciones de clase y la democracia. El chiste del neoliberalismo es hacer pasar todo esto por una aspiración individual de vivir tranquilitos, con los tuyos, ir donde quieras y echar una cervecita de vez en cuando. Es decir, hacerlo pasar por alegría. Y a nosotros nos pierden los chistes. Volvimos.
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Contra el mito del colapso ecológico. Entrevista a Emilio Santiago
Contra el mito del colapso ecológico. Entrevista a Emilio Santiago
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¿Qué intuición tienen sobre el futuro —climático, político, existencial— las personas que, nacidas en las últimas décadas, se han socializado en la hegemonía política neoliberal y en el dominio cultural de las distopías? El colapso, claro. Explica Emilio Santiago, con quien charlamos en este episodio sobre su libro “Contra el mito del colapso ecológico”, que aquel se caracteriza por ser un cambio abrupto en las condiciones de funcionamiento de nuestras sociedades. Disrupción que se expresa de forma singular en el cortocircuito de servicios infraestructurales y en su garantía por parte del estado, y que se produce como resultado de crisis sucesivas y relacionadas de los sistemas energéticos, climáticos, alimentarios o biológicos. También por la inevitabilidad del colapso como suceso principal. De este modo no conviene tanto dirigir la acción política a evitarlo, sino a mitigar sus efectos. A adaptar nuestras formas de vida a una realidad que conoceremos la mayoría de quienes leemos este texto. A colapsar mejor. Poco sorprendente que, en tiempos de atención escasa, dominio tecnocrático y aislamiento y espirales radicalistas, este sea un marco creciente para leer el presente y una perspectiva dominante dentro del movimiento ecologista. No se trata solo de impugnar esa predicción sobre la fatalidad del colapso, sino de analizar, comprender y denunciar sus sesgos. Su encabalgamiento con los deseos y las fustraciones políticas. Los principios y las consecuencias de este tipo de discursos, sus límites como vector de organización de una política ecologista de masas. Que es, por otra parte, algo distinto a no advertir de los enormes riesgos e incertidumbres a las que nos enfrentamos en muchos campos. O lo que es lo mismo, si no se entiende que tanto los volúmenes de la crisis ambiental como sus efectos políticos son materia de la virtud, de la fuerza y de la fortuna humanas, la consecuencia es una desbandada comunitarista, en el mejor de los casos, y lo más probable una salida individualista, prepper y maxiana en busca de sombra, huerto y búnker. Al contrario, aquí hemos venido a jugar.
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Hace 150 años todo esto era república
Hace 150 años todo esto era república
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¿Cómo un evento de nuestra historia merecedor de iración por las vanguardias internacionales y cuna de las más avanzadas innovaciones democráticas puede ser, siglo y medio después, sinónimo de caos, extremismo y ridículo en la plaza de la opinión pública? En este episodio, nos cogemos de la mano de Gerardo Pisarello y de su último libro “La República inesperada”, ed. Escritos contextatarios, para adentrarnos, junto con otras investigaciones recientes, en la apoteosis del XIX español. En su vertiente de historiador constitucional, Pisarello empieza recordando la aversión del franquismo no solo a la experimentación republicana, sino al conjunto de un siglo XIX que desmiente la idea de la excepcionalidad española, mostrando en cambio a nutridos sectores democratizadores y modernizadores y centrando la singularidad española, más bien, en el vigor de unas fuerzas reaccionarias que, por ejemplo, conservaban una composición esclavista y tradicionalista fuerte incluso en el final de siglo. Frente a estas, la I República no es, por inesperada ante la espantada de Amadeo de Saboya, un acontecimiento aleatorio, sino el resultado de una larga tradición que aunaba las reivindicaciones sociales y democráticas en las juntas locales y los clubes que habían protagonizado todos los éxitos de la resistencia y los avances democráticos del siglo. La tragedia del primer proyecto republicano, pinzada entre una reacción inaccesible a las reformas y unas bases democráticas en el extra-cortesanas impacientes de reformas, no le resta valor como fuente de innovación y aprendizajes políticos que llegan hasta hoy. Hoy resuena el vínculo entre mayores cotas de igualdad material y de profundidad democrática, no por la virtud moral de lo segundo, sino por la necesidad de que grupos concretos encarne, implementen y defiendan las reformas frente al inmovilismo y la reacción. Hacen eco las limitaciones de los partidos de notables y de la dinámica cortesana, así como del propio derecho constitucional y social de trayectoria descendente para confiar, conectar y aliarse en sentido fuerte con una bases populares que tiene por exteriores y que operan con una pluralidad difícil de procesar en el conmutador de Madrid. Se filtra en el presente la necesidad de aprovechar los momentos de desorientación y debilidad de la reaccón para introducir las reformas sistémicas y de, en momentos de reflujo, no erosionar las propias bases en honor de concesiones que no ofrecen avances, sino que solo hacen más fuertes a los oponentes en detrimento de los propios. Quizá sea por todo eso que, en plena precampaña, diga más de nuestro presente un libro sobre los caminos alternativos de la historia decimonónica que las entrevistas en prime time y a nosotros nos guste enmarcar la actualidad que os lleváis de editorial en esta conjugacióndel futuro anterior.
Mundo y sociedad 1 año
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SUMAR 2077
SUMAR 2077
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Nuestro editorial quincenal. Somos famosos en Pol&Pop por nuestro lema “no extender la bajona”. Pero -aih- ¿por qué me duele la tripa? ¿Qué es esa sequedad que me atraviesa la garganta? No extender la bajona no significa que los malestares no deban ser explicados y formar parte del debate público. A nadie se le escapa que SUMAR no está siendo exactamente la divertidísima fiesta que anunciaba el flyer. Sensación de deja vú ¿Cuando había sentido esto antes? Durante dos años levantaron el hype. Prometieron un juego no sólo guapísimo sino revolucionario. Una narrativa espectacular, una jugabilidad inédita, graficazos. Lo cierto es que el curriculum previo del equipo de desarrollo no podía ser mejor y lo que vimos en las demos y los eventos francamente prometía. Es cierto que la cosa iba teniendo retrasos pero desde el equipo se insistía en que aquí no iba a haber crunch: que un proyecto como este no podía hacerse con prisas sino con amor. Al final hubo prisas. Vaya si hubo prisas. Y muchísimo crunch. El producto, al día del estreno, estaba lleno de bugs. Lo más jodido, para todas las que estuvimos esperando tanto tiempo, es que suponía un downgrade brutal respecto a las demos. Podía ser majo, pero estaba lejos de ser revolucionario o innovador de ninguno de los aspectos que prometía serlo. Estoy hablando por supuesto de Ciberpunk 2077, pero lo cierto es que todo lo dicho vale, también, de metáfora para hablar de SUMAR, Si se quiere un poco más en serio triunfan estos días analisis y explicaciones del tipo “la izquierda pierda cuando…”. Preferimos sin embargo hacer la explicación en positivo. La izquierda es más potente, audaz y masiva cuando consigue encarnar, representar y canalizar la potencia popular. Esa cosa compleja, plural y contradictoria. Ojo, he dicho “encarnar” y “representar” y “canalizar”. Cada uno de estos verbos refiere a un conjunto de mecanismos diferentes de relación e interpenetración entre la base social y la estructura política institucional, entre el campo popular y la representación partidaria. No operan como sinónimos y es necesaria la concurrencia simultánea de casi todos ellos. Nadie dijo que esto fuera fácil. Dicho de otro, cuando a la capacidad de la conducción política de interpretar la voluntad, las pasiones, las preocupaciones y los estados de ánimo del país, se suma la acumulación, superposición y composición virtuosa de una multitud de dispositivos por los que permea, discurre y se distribuye (a veces en forma de ideas, a veces de propuestas, a veces en forma de personas) la inteligencia adquirida en las prácticas y los conflictos que tienen lugar, en una metáfora malísima, a pie de calle. De estos mecanismos algunos son sutiles, incluso abstractos, como la conformación de esferas de opinión , flujos de estados de ánimo, accesibles a veces sólo mediante la demoscopia incluso la pura genialidad; otros de tipo formal, como las primarias abiertas, los programas colaborativos; y otros intermedios; procesos de escucha, interpenetración y apertura entre movimientos sociales, mundo asociativo y estructura partido; por poner algunos ejemplos. Son estos mecanismos los que aportan, no sólo legitimidad, sino también densidad, alegría e, insistimos, una forma de inteligencia distribuida a los procesos políticos. Es difícil encontrar una definición precisa de en qué consiste la democracia. Aquí vamos a optar por esta: en el sentido plebeyo que le conferimos, la democracia consiste en la “desconstitución de la autocracia”. Una forma, necesariamente compleja, de decir lo siguiente: todo sistema político tiende a cerrarse sobre sí mismo, los actores que ocupan los puestos centrales de un proceso político están sometidos a la permanente tentación de forzar los mecanismos para excluir a los que se encuentran fuera. Es decir, tienden de manera casi necesaria -por gravedad- a constituirse como un grupo separado, que opera cada vez más en lógicas auto-recursivas,a responder a sus propios intereses (cada vez más separados) y a impermeabilizarse a la influencia externa. Esto no es una desviación o una corrupción del sistema. Es la lógica de su propia dinámica. La democracia se identifica con una serie de mecanismos formales (el sufragio, la participación) en cuanto constituyen los dispositivos de apertura o quiebre (al menos poner palitos en las ruedas) de esa lógica de cierre oligárquico presente en el sistema político. PD: es esto, precisamente, lo que significa, “desconstitución”. No somos aquí ajenos a las legítimas demandas, de autopreservación, reproducción, visibilidad, de las organizaciones políticas en los procesos de confluencia (muchos menos a las ilegítimas, también es verdad). Ni siquiera a lo que los procesos políticos tienen de pura y desnuda relación de fuerzas y enfrentamiento. Incluso a los problemas derivados que tienen muchos de estos mecanismos que plantemos como necesarios, que introducen tanta riqueza y pluralidad como complejidad. No somos ajenos, por ejemplo, a los efectos de las primarias abiertas, en lo que tienen de constitución de facciones a la interna de las organizaciones, de agonismo y enfrentamiento entre compañeros y compañeras, los desgarros y heridas emocionales que pueden llegar a producirse, muchas veces a las puertas de procesos electorales. Cualquiera que haya estado atento o mínimamente participado en Podemos en el último ciclo es perfectamente consciente de lo letal que ha resultado en muchos territorios (y al conjunto del partido en los sucesivos Vistalegres). También es cierto que esto ha sido así quizás no sólo por la concurrencia de primarias abiertas y otras formas de sufragio, sino por una extraña estructura (“mucha” democracia por abajo y muy poca por arriba) por la cual los órganos salidos de los mismos, por diseño, no eran permeables a esa lógica democrática, y donde la facción ganadora en los órganos tenía plena capacidad de minorizar, excluir, incluso expulsar al resto. En todo caso somos tanto o más conscientes de las dinámicas que resultan cuando estos mecanismos están ausentes. Constitución de partidos de cuadros, lógicas políticas dirigidas por el oportunismo, subordinación a los proyectos oligárquicos, relación con los movimientos sociales de abducción y no de interpenetración, etc. Triunfo de una forma de inteligencia centralizada que, como hemos comprobado en el reciente ciclo político, demuestra escasa resiliencia a la fatiga, el acoso y el fallo. No somos demócratas por vicio, o por fetiche, sino por necesidad. El hecho de que en SUMAR, el actual proceso político en curso, no se encuentren, por diseño, desinterés o incapacidad no encuentren, a priori o de momento, casi ninguno de estos elementos resulta difícil de digerir. Lejos de la ilusión que podíamos proyectar. La razón de estado o de excepción, de unas elecciones generales repentinas, con las que se justifica un acuerdo de cúpulas al que sólo podemos asistir como espectadores, no se compadece con la memoria de dos años donde se dibujaba otra cosa y otra cosa podría haberse construido. Igualmente conscientes de que, en el esquema que hemos dibujado al principio, no sólo es necesario que concurra una estructura partidaria abierta, distribuida y permeable a la pluralidad. riqueza y potencia del campo popular sino, propiamente, también un campo popular activo y potente. Es más bien constatar que estamos ante el encuentro de los dos negativos de este modelo lo que produce la desazón de una situación de casi jaque mate. En este punto, como en otras muchas ocasiones, las dinámicas institucionales y populares se han dislocado. Conviene ahora aprovechar los avances y aprendizajes en cada terreno para no empezar de cero y volver a los mismas aporías: institución vs. calle, representación vs. activismo que comenzamos a deshilachar hace una década. Nuestros aciertos y errores han desplazado esas preguntas hacia terrenos más difíciles de transitar pero también mapas interesantes. Ante todo ninguna de las cuestiones abiertas con la primera gran crisis del siglo se ha clausurado con un "no hay alternativa", También es cierto que con los últimos updates el Ciberpunk ha quedado guapo, así que esperamos con ansiedad las próximas actualizaciones.
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Pol&Pop 4x19. Vivir peor que nuestros padres
Pol&Pop 4x19. Vivir peor que nuestros padres
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La generación mejor preparada, más tolerante, viajada. Con más idiomas que las instrucciones de un microondas. Quienes han ampliado las fronteras de la imaginación familiar hacia sitios, ocupaciones y formas de convivencia desconocidas hasta entonces. O, también, la generación que se planta en los 30, que se planta en los 40 tirando del acumulado familiar, aprendiéndose las obligaciones del RETA o reciclando temarios de oposiciones de las colegas. La crisis de 2008 rompió las aspiraciones de mejora social de los descendientes de unas clases que empezaron los 70 como populares y acabaron el siglo como medias. Casi 20 años después de esa rutpura, en reuniones de amigos, vueltas al hogar familiar y grupos de wasap se empieza a amasar esa sospecha: vivimos y vamos a vivir - tampoco queda tanto, a no engañarnos – peor que nuestros padres. Azahara Palomeque, en el librito del mismo nombre editado por Anagrama, asume esta premisa de quien pertenece a la generación que es “un callo en al teleología del progreso”. Los análisis generacionales son problemáticos por cuanto que invitan a igualar en una misma situación a grupos que, de edad pareja, provienen de trayectorias e historias inasimilables. Se critican porque disuelven la conflictividad intrageneracional en un vínculo interclasista sazonado por algunas referencias culturales. Y, sin embargo, sigue siendo una variable fundamental en la manera de explicarnos nuestras vidas y un trampolín hacia distintas formas de politización, no todas ellas felices. Al coquetear con el marco del vivir peor, el primer campo de efectos adquiere forma de renta y tiempo: ausencia de tiempo y de renta para la vida, la hipoteca o el alquiler. Si a sus 30, los boomers de US acumulaban un 21% de la riqueza nacional, los treintañeros contemporáneos apenas alcanzan un 4%. ¿Cómo ha podido formarse, aun así, el espejismo de una vida mejor? El segundo campo de efectos del vivir peor es ambiental o del género propio del vivir. Vivir peor en 2023 atañe al respirar y al reproducirse. Es un campo de efectos fundamental porque obtura los atajos reaccionarios al malestar anterior. No se puede volver a quemar el mundo, ni el inmediato ni el que está al otro lado del globo, en el altar de ningún alto horno o de una nueva promoción urbanística. Combinados, estos dos campos de efectos conforman un sujeto que, al tiempo que digiere esa idea de que vivirá peor que sus padres, hilvana nuevas formas de vida colectivas que pueden, con una mano, buscar mejores jugadas, mientras que, con la otra, barajan de nuevo las cartas. No es una tarea pequeña ni que deba asumirse en solitario, así que allá vamos.
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Review de campaña: lo cuqui y lo fruncido
Review de campaña: lo cuqui y lo fruncido
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La conversación pública no tira a golpe de originalidad, sino de testar y refinar explicaciones y soluciones que, si explican y solucionan algo, lo hacen por habitar en muchas cabezas y en muchos pies al mismo tiempo. Respecto al 28M han aparecido algunas claves explicativas que queremos descartar, afinar o asumir. Los logros. Una cuestión preliminar, en la que nos adentramos en el último post, (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/contrastes-elecciones-municipales-mayo-2023) es la dimensión estatal de la campaña, en todos los lugares que carecen de un ecosistema de medios y opinión pública singular. Anticipábamos que, en esos lugares, las alternativas de políticas públicas transformadoras apenas habían podido escapar de la casilla técnica, en contraste con la orientación populista y movilizadora de la derecha. Cuando el bloque de gobierno pretendía contrarrestar esto, se enfrentaba a una paradoja: que una mayoría supiera que el Gobierno había valido la pena, no implicaba que lo fueran a revalidar activamente. Caducado el escudo social frente a la pandemia, los logros deberían ser contra el alza de precios básicos, vivienda al frente, y la depreciación salarial y ahí la gestión no es tan brillante. En las campañas solo caben dos momentos: hoy y mañana. La ola reaccionaria. Se señala que la derecha se encuentra mejor adaptada a la crisis sistémica, incluso en su composición partidista, en la que, eliminada Ciudadanos, el reparto de roles PP-Vox está bien engrasado y suma por ambos flancos sin hacerse daño ni tirar votos. Este topos requiere, no obstante, algún matiz. La derecha se ha enfrentado a las incertidumbres del presente -desigualdad, calentamiento global, régimen de guerra -, a partir de una vieja síntesis nostálgica, los enemigos de España, o de un delirio turbo-trumpista, el pucherazo. El efecto de esto no es sustituir a una verdadera propuesta política, que existe, en forma de individualización y privatización de las relaciones políticas y sociales, conforme al contractualismo neoliberal, sino conseguir los apoyos populares que esta última nunca tendría. El problema es que la inoperancia de esta última no es una cuestión técnica o evidente, sino política y, para hacerla visible, es imprescindible contrastarla con una propuesta política verdaderamente distinta. Si ese es el terreno donde se puede ganar, es momento de apostar ahí. La cuestión es cómo, lo que nos lleva al siguiente punto. El PSOE está atrapado entre una identidad que lo ata al régimen del 78 y unas condiciones de victoria que pasan desde hace años por desbordarlo y que languidecen al mismo ritmo que lo hacen estas últimas. No es un problema menor para la transición pero no es en sentido estrico el nuestro. Lo cuqui y lo fruncido. Estas dos metáforas han caricaturizado las dos grandes tendencias a la izquierda del PSOE. Aunque han servido como lanzaderas de fuego amigo, en realidad, pueden describir bien una tensión del presente: entre hacer propuestas que encajen bien en mentalidades mayoritarias aquí y ahora, y otras que desplacen esas mentalidades hacia contextos mejores. Disputar elecciones y avanzar estratégicamente, ofrecer gestión pero también imágenes e identidades de futuro movilizadoras. Pensar más allá de la remontada para hacer posible y a condición de hacer posible una remontada que no puede pasar de hoy. No hay presente sin futuro porque tampoco lo hay a la inversa. Cuando a este episodio le siga el próximo, ya habrá pasado el tiempo de la coalición electoral. Nosotros creemos que será, no porque quieran más o menos, sino porque lo habremos hecho obligatorio, pero creemos que debe ser en esta última clave. Es una clave que alude además a las personas que la harán funcionar porque solo una inteligencia colectiva más amplia que las familias internas de los partidos puede surfear esta doble naturaleza de la incertidumbre sin agotarla en el canjeador de marcas internas y perfiles mediáticos. No es una tarea fácil pero el premio merece la pena.
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Crónica acelerada de actualidad (extracto)
Crónica acelerada de actualidad (extracto)
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Contrastes de mayo En el último programa celebrábamos nuestra inclusión en El Salto Radio intentábamos tomarnos con humor la actualidad prelectoral. La risa reflejaba una incomodidad entre la relevancia y las oportunidades de estas elecciones, por una parte, y su percepción, lastrada por una conversación pública principalmente defensiva o incluso reaccionaria. Es reaccionaria la vuelta del debate a parámetros anteriores a la crisis de 2008 y al acontecimiento 15M. Esto no solo afecta a las referencias a bandas terroristas extintas, sino en general a la clasemedianización y tecnocratización del debate, al que se le ha sustraído la expectativa de que las ciudades o las Comunidades Autónomas pudieran ser punta de lanza de un cambio profundo, en el qué pero también en el cómo, al aprovechar una escala más próxima de la política para su democratización. Es defensiva, al definir como principal vector de movilización evitar ceder terreno ante peores fuerzas o mayorías absolutas o, en su caso, desafilar las propuestas para que ganen amplitud. Lo cierto es que todas ellas pueden ser adaptaciones sensatas al campo de batalla pero no encuentran posible hoy definirlo. Gran parte de lo incierto de estas elecciones depende de cuál se considere el campo de juego. La derecha ha elegido orientarlas como un plebiscito sobre el Gobierno de España, mientras que la izquierda ha preferido declinarlas en regional-local. En lugares donde el imaginario político puede singularizarse hasta este último punto, como Valencia o Barcelona, la última estrategia parece funcionar. Mientras que en otros, que no alcanzan este punto, como Madrid, Zaragoza o muchas grandes ciudades andaluzas, el arrastre de lo nacional puede evaluar con dureza la decisión de la izquierda del PSOE de diferir la batalla relevante hasta las generales de final de año o de los barones socialistas de apartarse de ese Gobierno. Como dijimos hace una semana, estas elecciones que parece no le vienen bien a nadie contrastan con la oportunidad que surge de la incapacidad del régimen del 78 (o como usted prefiera llamarlo) de cerrar las vías de agua abiertas en 2015. En particular, la falta de tracción del PSOE en las grandes ciudades, a excepción de Sevilla o Coruña, da buena muestra de que la crisis política de 2010 no se ha cerrado y que las políticas de progreso dependen de la fortaleza de la alternativa a su izquierda que, en muchos sitios, se consolida como prevalente. Esta última sería buena sinopsis para tener el culo pegado a la butaca si no pareciera que este inicio de 2023 todo el mundo había quedado para hacer cosas mejores. A ver si el domingo sacamos un rato para esto.
Mundo y sociedad 2 años
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Hopepunk. Ciencia ficción contra la distopía
Hopepunk. Ciencia ficción contra la distopía
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Algo falla ahí fuera. Un poder absoluto se ha erigido sobre el equilibrio que regía el mundo. La escasez y la polución han convertido en excepcional el acto de disfrute más simple. Por supuesto, no todo está corrompido ni todo está dado en esta historia porque, de otro modo, no habría ni tensión ni conflicto y nadie continuaría con la lectura de lo que sigue, pero la manera en que se despliegan las ficciones dice mucho sobre cómo pensamos nuestra capacidad de transformar la realidad. Y nada nos interesa más que estos puentes entre la representación y la acción. Esta semana hablamos con una vieja amiga del programa, Mariana Rubio Albizu, sobre ficción y hopepunk Para resolver la distopía que presentamos al inicio, en nuestras elucubraciones fantásticas empezamos confiando en un héroe puro, en que su ingenuidad y ausencia de poder escondían un secreto o una cualidad única que le llevaría a iniciar un viaje para lbrarnos del mal. El viaje sería tortuoso -es decir, con varios volúmenes o secuelas- pero nuestro héroe llegaría a buen puerto guiado por una pulsión hacia el bien que sería... ¿cómo decirlo? heroica. Auque tal esquema nobelbright es tranquilizador y ha llenado tardes de palomitas resulta poco verosímil en un contexto como el nuestro, en el que resulta más fácil aceptar una guerra civil en mitad de una invasión de zombies congelados que seguir a un par de señores descalzos y ajenos a cualquier ejercicio físico saliendo de la campiña para salvar el mundo. Por eso, en los tiempos del realismo capitalista brotó el grimdark, un segundo itinerario de la historia inicial: el mundo va mal. Ok. Recibido. Pero eso no es más que el escenario en el que nuestros personajes van a tratar de satisfacer sus ambiciones. ¿Qué le pasa al mundo? Que yo no voy ganando. Poca motivación literaria más hace falta para desencadenar la acción y no sorprende que estas ficciones crudas, “realistas” y cínicas proliferen en la larga estela de la austeridad de la segunda década del siglo XXI. Es fascinante, sí. ¿Nos tragaremos la segunda temporada de The House of the Dragon? Sin pensarlo. Pero es asqueroso. Y por eso algunas autoras como Alexandra Rowland y una legión de lectoras se han empeñado en marcar un camino distinto para ese escenario inicial. ¿Todo va mal? Claro, ¿y qué vamos a hacer? ¿Esperar al héroe salvífico tocado por la gracia de dios? ¿consumirnos en la guerra sin fin de nuestras ambiciones personales? He aquí el espacio para el hopepunk, una especulación colectiva, tan tierna como afilada, de lidiar con las distopías del mundo, es decir, con el día a día. En el programa de esta semana, señalamos algunas de las referencias más interesantes del género, como Charlie Jane Anders, Cory Doctorow, Becky Chambers o Kim Stanley.Cory Doctorow, Becky Chambers o Kim Stanley Robinson.
Mundo y sociedad 2 años
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Memeceno. La era del meme en internet.
Memeceno. La era del meme en internet.
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“¿Cómo es posible que un meme tenga el potencial de contar una experiencia histórica siendo una estructura tan antinarrativa?”. El meme es la forma singular y mínima de comunicación por internet. O de obturar la comunicación, según se quiera. Nadie que nos conozca un poco tiene dudas de que, cuando cae en nuestras manos un libro como este del que entresacamos la primera frase del post (“Memeceno. La era del meme en internet”. Alvaro Lopez Pajares. coord; La Caja Books), se nos hace la boca agua entre el revival de los tiempos salvajes de internet, la sobreinterpretación de nuestro entretenimiento en redes y la búsqueda de las formas de intervención comunicativo-política más eficaces. El meme – y lo que es más, el memmaker, la hacedora de memes, la persona encargada de esparcir esas píldoras – ha exigido a sus productoras y usuarias, más que sentido del humor, más que postgrados en diseño gráfico, una sincronía con su tiempo y sus conversaciones que constituyen una forma virtuosa de estar e intervenir en internet. Y una forma agotadora, full full time y con una promesa de remuneración difusa, a criterio de las secciones de marketing de las multinacionales o de la visibilidad otorgada por la plataforma. De este destello anti-narrativo se puede entresacar, por supuesto, un arco dramático. Una era del proto-meme forero, inaccesible a la descodificación desde fuera. Una fase de ascenso y esplendor, de destilado de ironía, troleo y distancia todo aquel - casi todo el mundo, vamos – que no conocía o no podía usar esa baraja de sentidos, que hacían alusión a otros sentidos, en mitad de conversaciones globales. Por supuesto, el meme contó con una fase límite, en la que el acontecimiento pandemia – confinamiento hacía poco pertinente la ética distante del meme-maker y del meme-adicto. Hasta hoy, la época del hipermeme. No de personas sobre las que se hacen memes, sino de personas que son memes, que matarían por ser memes y llegar hasta el último móvil del planeta porque este es ya, valoraciones aparte, un nuevo idioma. En este capítulo hablamos con Álvaro Pajares sobre sus relaciones con el meme y sus tesis al respecto. De hecho, el libro en cuestión, como nuestra práctica cotidiana, está marcada por la pregunta sobre los límites de esta forma de acción para intervenir sobre nuestra realidad. ¿Qué significa compartir memes cuando las propias marcas se personifican en esas interacciones “graciosas”, extraen y agotan en pocas horas alguna idea genial? ¿Qué nuevos sentidos críticos o políticos se pueden articular con estas técnicas en mitad de una competición global por la atención que suspende la política en una hiperpolitización tan constante como banal? Pero, claro, si decir, si memear tiene estos efectos, es susceptible de estas capturas, ¿cabe callar, en mitad de una guerra de maquinarias lingüísticas? Como es algo que solo puede pensarse juntes, subimos el archivo y seguimos juntas la conversación.
Mundo y sociedad 2 años
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Crónica sentimental de la actualidad política
Crónica sentimental de la actualidad política
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La ilusión, el miedo, la esperanza, el cansancio. Los sentimientos son tan parte de la política como el interés y los valores, como las estrategias y las jugadas de ajedrez. En una crónica sentimental del ciclo político abierto en 2011, hablaríamos de autoestima, de ambición e incluso de adicciones pero también hay momentos de fango y de desafección. En los últimos años se ha iniciado un periodo de inflación prolongada de estos sentimientos que no termina de concluir y que explica cada vez más proporciones de nuestra relación con la política. Si toda política tiene dos horizontes, uno estratégico y objetivo hacia el que caminar y otro energético y subjetivo con el que hacer el camino, el sentimentalismo político habla de un desacople entre los dos horizontes. Las expectativas del gobierno de coalición de 2019 se han cumplido, el bloque progresista en que descansa parece sólido y, aunque la propia expresión de “la izquierda del PSOE” señala la subordinación simbólica en que nos movemos, tal espacio, ni existía antes con la densidad con la que existe ahora ni disfrutaba de una mala salud de hierro electoral, con proporciones de entre el 16 y el 19% en las encuestas, que no pueden exhibir otros espacios. Y, a pesar de eso o en mitad de eso, la desafección. El marco mental e histórico del desencanto sigue pensando sobre nuestras concepciones política, como una pasión reactiva a la normalización de la fuerza popular acumulada durante los 60 y 70 del siglo pasado pero también como una desembocadura trágica de los ciclos de transformación, que se ha exhibido desde los agentes encantados con ese desencanto, hasta formar lo que llamaba Mar Padilla en nuestro episodio sobre el asalto al Banco Central como El Desencanto TM. Estamos a un paso, por lo tanto, de que el peso de ese marco histórico, unido al interés de la resistente cultura de la transición y a la búsqueda de nuevos nichos políticos, pacten el El Desencanto. Remake y se disuelva el ciclo institucional en la miseria del 10% y una generación de cuarentañeros en busca de nuevas cosas por ilusionar. La desafección no puede proceder, entonces, de esa situación electoral, sino más bien del alejamiento del horizonte ético-democrático del 15M, entendido no como técnica de participación concreta, sino como devenir mayoría plural que no suma sino mezcla a las partes; a la postre la única garantía de que la Troika de turno no pueda torcer el brazo a unas pocas personas, por bien que representen la pasión de las muchas. En este sentido, las diferencias programáticas, metodológicas o identitarias que se exhiben en el espacio de nuevas y viejas marcas, al recibirse como ejercicios coyunturales de segmentación de mercados, no pueden afectar, sino en la polaridad de hooligan o de persona callada-responsable que es consciente de la relevancia y la fragilidad del momento. Por eso nos hemos tenido que poner sentimentales.
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Asalto al Banco Central
Asalto al Banco Central
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En 1981, tres meses después de que se diera el golpe de Estado del 23F, el atraco a un banco pudo desembocar en la disolución de la Guardia Civil. Esto, junto a muchas otras cosas, lo cuenta Mar Padilla en su libro “Asalto al Banco Central”, de la editorial Libros del K.O. y, si nos parece extraño o materia de la mejor conspiranoia es porque el ambiente de aquel año es inverosímil y, por ello, imposible de reproducir 40 años después. Hablamos con Mar Padilla para que nos explique cómo se recuerda desde el archivo y la entrevista un país en el que el Ministerio de Defensa no tenía un edificio, sino que era una delegación transhumante por las sedes de las regiones militares; una mañana normal de sábado en Barcelona, salías a 20 atracos; algunos butroneros eran financiadores de movimientos revolucionarios, confidentes de la policía y bastante amiguis de facciones involucionistas, a veces a lo largo de un mismo par de años y, finalmente, un grupo de asaltantes tenían que fingir que pretendían liberar a Tejero sublevando a parte de la Guardia Civil para escaparse con la pasta por las alcantarillas, mientras el país que estaba afuera no podía sino creérselo. Queríamos recuperar la historia del asalto a la sede del Banco Central en Barcelona el 23 de mayo de 1981 porque es una de esas historias que si las proponen en una serie, como en La Casa de Papel, te lanzan el guión a la cara por inverosímil. Un grupo de atracadores deja abierta la puerta a que las autoridades políticas, los medios y el país crean que continúan el golpe del 23F para ganar, 200 rehenes mediante, el tiempo, la atención mediática y su hija, la delicadeza policial, que les permita hacer un túnel hacia las alcantarillas y, de ahí, a su base. Con el dinero entre las manos y la ejecución de uno de los tocomochos de mayores dimensiones de la historia. Todo lo que nos permite hablar de conspiraciones y de los motivos para creer en ellas. La clase política, porque no dudaba de que algo se cocía en todos los frentes; los medios, porque el clickbait no se inventó ayer y el conjunto social, porque para quien tiene un martillo en la cabeza todo son clavos y la historia de la transición fue mucho más abierta y bamboleante que la sucesión de astucias que nos vendió Victoria Prego en 13 VHS negros de señores que fumaban en habitaciones tapizadas. Esa distancia nos ha permitido entender el material del que están hechas las conspiraciones, las que llevaban gafas de concha y las que empiezan por Q, y percibir un resto de esa velocidad de época TransiciónTm que desembocó en un - no menos TM - Desencanto, la primera gran resaca antes de las resacas por excelencia de los 90. Como no sabemos explicarlo mejor, nos gustaría, en fin, que nos acompañaráis en este viaje.
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