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Páginas Oscuras 442e14

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Aquí tenéis cabida todos los amantes de la literatura de Terror, Misterio y Suspense. Vuestros escritores favoritos os esperan. Lovercraft, Briece, Blackwood, Poe, Twin, etc. No te quedes sin descubrir relatos escritos por tus escritores favoritos. Seguro que con alguno te sorprendo. ¡Te espero! 40p4z

Aquí tenéis cabida todos los amantes de la literatura de Terror, Misterio y Suspense. Vuestros escritores favoritos os esperan. Lovercraft, Briece, Blackwood, Poe, Twin, etc. No te quedes sin descubrir relatos escritos por tus escritores favoritos. Seguro que con alguno te sorprendo. ¡Te espero!

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#277 La Mano Muerta de Wilkie Collins
#277 La Mano Muerta de Wilkie Collins
Episodio en Páginas Oscuras
La mano muerta (The Dead Hand) es un relato de fantasmas del escritor inglés Wilkie Collins, publicado en la edición de octubre de 1857 de la revista Household Words como parte de la obra: El vago recorrido de dos aprendices ociosos (The Lazy Tour of Two Idle Apprentices), escrito en colaboración con Charles Dickens. Finalmente reaparecería en la antología de 1859: La reina de corazones (The Queen of Hearts). La mano muerta, uno de los grandes cuentos de Wilkie Collins, relata la historia de Arthur Holliday, un hombre que llega a la localidad de Doncaster durante una semana particularmente ajetreada, a tal punto que solo puede encontrar un único alojamiento, una habitación compartida. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2010/12/la-mano-muerta-wilkie-collins.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2010/12/la-mano-muerta-wilkie-collins.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
Arte y literatura 1 año
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#276 Yo maté a Alfred Heavenrock de Jean Ray
#276 Yo maté a Alfred Heavenrock de Jean Ray
Episodio en Páginas Oscuras
Yo maté a Alfred Heavenrock (J'ai tué Alfred Heavenrock) es un relato de terror del escritor belga Jean Ray (1887-1964), publicado en la antología de 1961: Los veinticinco mejores relatos negros y fantásticos (Les 25 meilleures histoires noires et fantastiques). Yo maté a Alfred Heavenrock, uno de los grandes cuentos de Jean Ray, narra la historia de David Heavenrock, un individuo sumamente extraño que para atraer la atención de la mujer que ama crea una especie de doble de sí mismo, de impostura, de doppelgänger, si se quiere. En este sentido, Yo maté a Alfred Heavenrock de Jean Ray es un relato sobre el desdoblamiento psíquico, pero también físico, de sus dos protagonistas: David, objetivamente real, y Alfred, el otro yo, el doble, nacido del inconsciente del primero, es decir, de las regiones más oscuras de su propia Sombra, en términos de Carl Jung. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2010/10/yo-mate-alfred-heavenrock-jean-ray.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2010/10/yo-mate-alfred-heavenrock-jean-ray.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
Arte y literatura 1 año
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#275 Veneno de Katherine Mansfield
#275 Veneno de Katherine Mansfield
Episodio en Páginas Oscuras
Veneno (Poison) es un relato de terror de la escritora neozelandesa Katherine Mansfield (1888-1923), compuesto en 1920 y publicado de manera póstuma en la antología de 1924: Algo infantil y otras historias (Something Childish and Other Stories). Veneno, uno de los mejores relatos de Katherine Mansfield, prescinde de los elementos típicos del cuento fantástico, de lo sobrenatural, para lograr una atmósfera verdaderamente inquietante y un desenlace a la altura de la exquisita sutileza a la que nos tiene acostumbrados esta notable autora. Podemos pensar que Veneno de Katherine Mansfield es, después de todo, un relato psicológico a lo largo los personajes principales solo brindan ligeros indicios, rastros exiguos, de lo que se avecina en los últimos párrafos. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2009/08/veneno-katherine-mansfield.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2009/08/veneno-katherine-mansfield.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
Arte y literatura 1 año
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#274 La silla de ruedas de E. F. Benson
#274 La silla de ruedas de E. F. Benson
Episodio en Páginas Oscuras
La silla de ruedas (The Bath-Chair) es un relato de fantasmas del escritor inglés E.F. Benson (1867-1940), publicado en la antología de 1934: Más historias de fantasmas (More Spook Stories). La silla de ruedas, acaso uno de los mejores cuentos de E.F. Benson, relata la historia de Alice Faraday, una mujer condenada a cuidar a su hermano, a quien detesta profundamente, a tal punto que conspira contra él con la ayuda de un siniestro colaborador: su padre, ya muerto, en lo que bien podríamos denominar un intento de asesinato sobrenatural. Las mujeres rara vez aparecen como los personajes principales en los relatos de terror de E.F. Benson, y, cuando lo hacen, sus intenciones son más bien diabólicas. Alice Faraday es un ejemplo claro de esa aversión —o miedo— subyacente por la mujer. En cierto modo, Alice nos recuerda a la Señora Amworth (Mrs Amworth), que también vampiriza a sus víctimas, aunque de un modo más relacionado con lo fantástico. Más allá de estos detalles, La silla de ruedas es un notable relato psicológico que pone de manifiesto la feroz rivalidad entre dos hermanos que, en definitiva, cultivan el mismo deseo patricida reprimido. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2010/04/la-silla-de-ruedas-ef-benson.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2010/04/la-silla-de-ruedas-ef-benson.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
Arte y literatura 1 año
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#273 La casa de los muertos vivientes de Harold War
#273 La casa de los muertos vivientes de Harold War
Episodio en Páginas Oscuras
La Casa de los Muertos Vivientes (The House of the Living Dead) es un relato de terror del escritor norteamericano Harold Ward (1879-1950), publicado en la edición de marzo de 1932 de la revista Weird Tales. La Casa de los Muertos Vivientes, tal vez uno de los cuentos de Harold Ward más extraños, relata la historia de un detective privado que investiga las extrañas actividades del doctor Darius Lessman, un científico que ha redescubierto una antigua fórmula egipcia para transferir su alma, y la de sus víctimas, en cualquier otro cuerpo, vivo o muerto. SPOILERS. ¡Cadáveres vivientes! ¡Hombres y mujeres arrancados de la tumba, supurando de sus mohosos sepulcros, hablando, riendo, bailando, respirando, celebrando un jubileo infernal! Así comienza La Casa de los Muertos Vivientes. Harold Ward de algún modo logra mantener este tono casi histérico durante un considerable número de páginas. Aquí, el doctor Darius Lessman, verdadero arquetipo del científico loco, asesina a varias personas y transfiere sus mentes a otros tantos cadáveres con el propósito de reanimarlos. Afortunadamente, el investigador Ada Rider decide poner fin a estos macabros experimentos (ver: «In Articulo Mortis»: Poe, Lovecraft y algunas opciones para retrasar la muerte) La Casa de los Muertos Vivientes de Harold Ward no ahorra recursos grotescos: casas decrépitas, cementerios, exhumaciones a la luz de la luna, momias egipcias y cadáveres bailando al ritmo de Betty Coed en la radio (ver: Zombis: la clase baja en la sociedad de los monstruos). En muchos sentidos, es un relato tan exagerado que resulta deliciosamente entretenido. Probablemente uno de los puntos más interesantes de La Casa de los Muertos Vivientes es esta noción de que la mente, atada al alma, existe intependientemente de su soporte orgánico, y que puede transferirse hacia otros cuerpos. Harold Ward emplea este recurso incluso entre géneros, algo seguramente polémico para la época. El doctor Lessmann, en su desquiciada repartija de transferencias, proyecta la mente y el alma del protagonista, un duro detective privado, en el cuerpo de una mujer, quien además es una reconocida masoquista (ver: Atrapado en el cuerpo equivocado: la identidad de género en el Horror) La Casa de los Muertos Vivientes de Harold Ward es, decíamos, un relato exagerado, tanto que no puede tomarse como otra cosa que un intento de explorar los principales motivos del relato pulp con algo de humor. En ese territorio, y solo en ese, tiene éxito. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2020/10/la-casa-de-los-muertos-vivientes-harold.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2020/10/la-casa-de-los-muertos-vivientes-harold.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
Arte y literatura 1 año
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#272 Una noche blanca de Charlotte Mew
#272 Una noche blanca de Charlotte Mew
Episodio en Páginas Oscuras
Una noche blanca (A White Night) es un relato gótico de la escritora inglesa Charlotte Mew (1869-1928), publicado originalmente en la dición de mayo de 1903 de la revista Temple Bar. Una noche blanca, uno de los mejores cuentos de Charlotte Mew, relata la historia de tres ingleses: Cameron y Ella [hermanos] y King [esposo de Ella], quienes visitan una aldea rural de Andalucía, España, en la primavera de 1876. El énfasis incial se pone sobre Ella, quien muestra una gran fortaleza física para aceptar «cualquier cosa que sucediera, desde la suciedad hasta el peligro». El día del «incidente», el grupo tiene una jornada de viaje agotadora por una «carretera blanca y recta», hasta que llegan a una posada en un pueblo remoto. A pesar de su fatiga, Ella incita a sus compañeros a dar un paseo lejos del pueblo. Pronto se topan con una antigua iglesia y un convento a la «sombra de una colina»: «La gran estructura gris era impresionante por su soledad, su negación rotunda del mundo exterior, su desapego inexpresivo.» Buscando refugio ingresan «en un pequeño claustro» al final del cual encuentran una puerta abierta. El lugar está iluminado por la luz mortecina de una ventana. Al intentar salir se dan cuenta que la puerta está cerrada y, después de considerar varios métodos de escape, se disponen a esperar hasta la mañana para ser rescatados por el sacristán. La completa quietud, oscuridad y silencio de la capilla los oprime: «La quietud se volvió insistente; era literalmente mortal, rígida, excluyente, incluso terriblemente remota. Nos excluía y nos mantenía apartados; nuestras presencias pasivas, nuestra mera vitalidad, parecían casi una perturbación.» Alrededor de la medianoche, el intranquilo descanso del grupo se ve perturbado por «una nota penetrante e intermitente», un grito, seguido del cántico de una procesión. Son unos «cincuenta o sesenta monjes» comprometidos en una ceremonia, un ritual, que culmina con el entierro de una mujer [viva] bajo una losa ante el altar. Cameron, quien narra esta historia, no interviene, e impide activamente que King lo haga bajo el pretexto de que ellos también están en peligro, aunque en realidad es presa de una fascinación morbosa [ver: La atracción por lo macabro]. Cuando los monjes abandonan la iglesia los tres intentan encontrar la losa en la oscuridad, pero al amanecer se dan cuenta que sus esfuerzos han sido inútiles: han encontrado la losa pero no pueden levantarla y abandonan la iglesia. El grupo denuncia el episodio al cónsul británico, quien sólo se encoge de hombros. Les sugiere abandonar España en las próximas horas. Cameron señala, como comentario final, que este episodio todavía atormenta los sueños de Ella y que ella nunca lo ha perdonado. Lo cierto es que Cameron está conmovido por el ritual; sin embargo, hay algo en el comportamiento de la mujer sacrificada que le hace sentir que salvarla estaría mal. «Ella tenía un papel que desempeñar», y continúa describiendo con una especie de éxtasis la expresión inescrutable de su rostro: «Vi su cara. Era de una belleza sorprendente, pero, ¿cuál era su edad? No se podría decir. Tenía los tintes, la pureza de la juventud... de no ser por un velo de fina represión que sólo los años podrían haber tejido. Y era en sí mismo —ese rostro— una máscara, una de las más hermosas máscaras que el espíritu jamás haya usado. ¿Esas facciones ardieron de pasión? ¿Se contrajeron de pena? ¿Acaso sonrió?» Al menos para Cameron, el rostro de la mujer posee agencia propia; es independiente de su cuerpo [ver: El cuerpo de la mujer en el Gótico]. No la ve como una víctima, a pesar de que ella misma ha entrado a la iglesia gritando. Cameron observa [no está claro con qué autoridad] que estos gritos desgarradores son simples reflejos instintivos, mientras que su rostro impasible es la verdadera clave de su estado emocional: «Ella yace ahora en el mismo centro del santuario: tiene un lugar exclusivamente sagrado para su orden, las tradiciones de su especie. Fue este honor, que satisfacía algún orgullo de espíritu o de raza, lo que la ayudó a salir honorablemente.» Es decir que, para Cameron, la mujer no fue sacrificada contra su voluntad; ella misma lo consideraba un «honor» que «satisfacía algún orgullo de espíritu o de raza». Sus clamores desesperados son parte de su desempeño en el ritual. Esto la convierte en la verdadera protagonista de Una noche blanca, o al menos el único personaje indivualizado. Los monjes, en cambio, no son tratados como individuos sino como una entidad confusa e indistinta. Solo obtenemos diferencias superficiales entre ellos, pero sus personalidades están ausentes, se vuelven insignificantes porque son una multitud: «Algunos de los rostros tocaban la divinidad, otros caían por debajo de la humanidad; algunos eran simplemente una mancha de libro y una campana, y todos estaban impasibles hacia la mujer que estaba de pie. Y entonces se perdía el sentido de su diversidad en su semejanza; la similitud persistió hasta que la hilera de rostros pareció fusionarse en uno solo (un rostro sin nada de humano), en un sistema, en una regla. Se cerraron sobre la mujer, se sentía su fuerza: no eran manos de hombres.» Charlotte Mew urde en esta escena una brillante representación de un sistema [que hoy llamaríamos patriarcado] cuyos engranajes están compuestos por gente común, personas que no son «ni santos ni demonios». Ningún monje coloca a la mujer en la tumba; ella entra y se acuesta, pero esos rostros impersonales han creado la atmósfera para que la mujer pueda hacerse eso a sí misma. No se trata de un sistema opresivo tradicional que actúa bajo la amenaza de un castigo, sino más bien de una estructura que obliga a que las personas actúen contra sus propios intereses. King, el marido de Ella, se siente impulsado a ayudar a la mujer, y podría haber sido el héroe de esta historia, pero Cameron lo detiene. Este último percibe únicamente el lado simbólico de la experiencia, la considera «un crimen bastante espléndido». Sólo Ella sigue atormentada por el episodio, algo que Cameron, sugiere, se debe a su irracionalidad femenina: «Ella se niega a itir que, después de todo, lo que uno se complace en llamar realidad es simplemente la intensidad de su ilusión». Cameron, como representante de la masculinidad, puede darse el lujo de creer que la realidad es una ilusión, porque en muchos sentidos lo es para él. La mujer en el altar no puede permitirse estas reflexiones filosóficas porque la realidad cae sobre ella con todo su peso. Charlotte Mew establece un espectáculo central que, en apariencia, separa la razón de la irracionalidad, lo civilizado de lo bárbaro; pero en realidad es una especie de teatro macabro que concede deleite y gratificación a los observadores, mientras que sus participantes sólo experimentan horror. Para deleitarse con el ritual, Cameron debe cubrir todo el asunto bajo el manto de lo exótico, debe convencerse de que la mujer está actuando «honorablemente», de lo contrario él mismo se transformaría en un voyeurista perverso. Su hermana, Ella, se resiente porque descubre que la mujer sacrificada fue apenas un «espectáculo» para él, y Cameron acepta esto explícitamente. Encuentra belleza y «arte» en la experiencia del mismo modo en que Edgar Allan Poe consideraba que el motivo más sublime del arte es la muerte de una mujer hermosa [ver: Mi esposa nigromante: análisis de «Ligeia»] Charlotte Mew nos obliga a observar todo a través de la mirada de Cameron, quien no es un observador pasivo, sino que participa del ritual al impedir que King y Ella puedan hacer algo al respecto. Al narrar este demencial sacrificio, elige mantenerse ajeno a las implicaciones más amplias del «espectáculo»; y al observar el asesinato está desprovisto de sentimientos básicos. Para deleitarse, necesita ver e interpretar los acontecimientos sin compasión. De ese modo la mujer es «arte», no un ser humano vivo. Se entiende que el narrador de Una noche blanca es Cameron, quien abre el primer párrafo. Lo que sigue a continuación se acepta como una continuación del discurso inicial de Cameron, pero esto no es así. Un «Yo» no identificado emerge después de la introducción y asegura haber transcripto fielmente el relato de Cameron: «Yo lo escribí la noche que me lo contó y, gracias a un truco de precisión, creo que tienes en tus manos la historia tal como la escuché, casi palabra por palabra.» Este escriba anónimo no desarrolla la historia en tercera persona, sino que [«gracias a un truco de precisión»] repite la historia tal como la escuchó de Cameron [«casi palabra por palabra»]. Por alguna razón, los acontecimientos de Una noche blanca hacen que uno olvide esta ironía inicial y confíe en la autoridad narrativa de Cameron, cuando en realidad toda la historia depende de este «truco de precisión» no especificado. No estamos leyendo la interpretación de Cameron de lo que pasó aquella noche en el claustro, sino la reinterpretación de un tercero. De hecho, el propio Cameron reconoce la inutilidad de la narrativa como medio para expresar lo que ha ocurrido [«El incidente... se estropea inevitablemente al contarlo»]. Para salvar esta distancia entre el hecho y su relato, Cameron asegura que la muerte de la mujer fue un «asunto medieval». Es decir, intenta que el lector no juzgue con ojos actuales [1876], sino que «retroceda algunos siglos» para que este horror «adquiera el significado apropiado». Una noche blanca está impregnado de esta especie de conciencia de la imposibilidad: Cameron no puede contar lo que ocurrió sin «estropearlo»; el escriba no puede transcribir esta narración imperfecta [lo hace «casi» palabra por palabra]; Cameron no intercede para impedir que los monjes entierren viva a la mujer, y todo esto es precedido por la isión de que el «significado» del texto solo es accesible a través de su objetivación. Al final de Una noche blanca, Cameron reconoce que los acontecimientos de la historia requieren que se los reconstruya en la imaginación. Charlotte Mew juega con esta imposibilidad para narrar los acontecimientos, no porque estos no tengan sentido sino porque surgen de un sistema de creencias [la España rural del siglo XIX] ajeno al de quienes se proponen representarlos [la Inglaterra victoriana]. Cameron, King y Ella son «turistas concienzudos», poseen un conocimiento muy rudimentario de la lengua y la cultura españolas. Por ejemplo, cuando Ella intenta hablar con el posadero: «la conversación, decididamente marcada por elogios por su parte, por parte de ella quedó un poco embotada por un vocabulario limitado, y nos dejó a ambos presumiendo un margen para la imaginación». La posterior descripción del ritual sigue esta misma premisa: imaginar para llenar los baches y de este modo asegurarse una forma provisional de comprensión. El significado del ritual nunca se revela. No sabemos porqué la mujer es enterrada viva, pero evidentemente los perpetradores no son un grupo marginal de la sociedad; son monjes y sacerdotes. El hecho de que la iglesia esté situada junto a un convento podría sugerir que la mujer enterrada es una monja o una novicia. Charlotte Mew no proporciona ningún indicio adicional, pero es lícito suponer que si se necesita una mujer, preferente virgen, para llevar a cabo un sacrificio, el convento vecino es una buena opción para conseguirla. Si este fuese un cuento de M.R. James, la mujer habría sido encerrada en la tumba para alimentar a algún vampiro o demonio en las catacumbas de la iglesia; de hecho, podemos pensar que «la sombra de una sonrisa» en los labios de la mujer [a punto de ser enterrada viva] podría revelar que ella tiene sus propios planes. Su vestido blanco, su velo que recuerda a una novia, su aceptación de la muerte, su carácter inescrutable para los hombres, la «plena posesión de sí misma», sugieren que es algo más que una víctima pasiva. Cameron nota que su «presencia», «su perturbación», no dejan «huella» en los monjes; es decir, ninguno reacciona ante sus gritos. «Para ellos, de hecho, ella no estaba». Lo curioso es que la mujer también parece extrañamente inconsciente de quienes la rodean. Sus gritos y sus movimientos parecen «mecánicos», como si fuese una puesta en escena. Para Cameron, la mujer «no era del todo real, no vivía del todo y, sin embargo, su presencia allí era la realidad suprema». Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2024/01/una-noche-blanca-charlotte-mew-relato-y.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2024/01/una-noche-blanca-charlotte-mew-relato-y.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#271 Mansión Parásito de Mary Elisabeth Counselman
#271 Mansión Parásito de Mary Elisabeth Counselman
Episodio en Páginas Oscuras
Mansión Parásito es un relato de terror de la escritora norteamericana Mary Elizabeth Counselman (1911-1995), publicado originalmente en la edición de enero de 1942 en la revista Weird Tales, y luego reeditado por Arkham House en la antología de 1972: A medias en las sombras. Mansión Parásito, relata la historia de Marcia Trent, una joven estudiante de psiquiatría que es encerrada en una vieja mansión del sur de los Estados Unidos por una familia con severos problemas, entre ellos, una misteriosa entidad parasitaria que se alimenta de las mujeres más jóvenes de la familia. SPOILERS. Mansión Parásito de Mary Elizabeth Counselman nos introduce en el sur profundo de los Estados Unidos, lleno de supersticiones y antiguas mansiones decadentes. Allí, Marcia Trent es retenida contra su voluntad, por temor a que divulgue los secretos de la familia Mason, pero en su estadía la joven comienza a investigar la naturaleza de este poltergeist, de esta oscura entidad que parece pegarse a las mujeres más jóvenes de la familia, produciéndoles dolorosos estigmas y extraños fenómenos paranormales. Inspirada en la tradición del Gótico Sureño, Mansión Parásito de Mary Elizabeth Counselman desarrolla, en paralelo, la decadencia de la familia Mason y la presencia de este ser sobrenatural, en apariencia, que se adhiere a las descendientes más jóvenes. En este contexto, Marcia Trent utiliza el pensamiento lógico, la ciencia, para develar un misterio que viene atormentando a los Mason durante varias generaciones. Ciertamente hay una crítica a las supersticiones sureñas, capaces de itir la presencia de seres sobrenaturales sin demasiados cuestionamientos, en contraste con la mentalidad lúcida y racional de Marcia, que representa a una sociedad más avanzada luchando en el mismo seno de tradiciones contrarias al pensamiento racional: la Mansión Mason. Mansión Parásito de Mary Elizabeth Counselman posee un interesante desarrollo, un argumento sólido, pero finalmente descree de sí mismo, esencialmente de la posibilidad de que existan casas embrujadas (ver: La Casa Embrujada como representación del cuerpo de la mujer) y elige en cambio resolver el misterio de un modo torpe, incluso precipitado, pero de acuerdo a los parámetros de cierta lógica. Si bien hay una explicación racional para el misterio de la entidad, no todos los elementos sobrenaturales son descartados. Personalmente, creo que el recorrido de Mansión Parásito de Mary Elizabeth Counselman vale la pena, a pesar de que su conclusión no sea en absoluto feliz. Hay muchos matices a lo largo de la historia que resultan sumamente interesantes, como la ambientación de este sur profundo, casi profano, y la atmósfera de decadencia en aquella vieja mansión familiar. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2020/06/mansion-parasito-mary-elizabeth.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2020/06/mansion-parasito-mary-elizabeth.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#270 El Campanario del murciélago de August Derleth
#270 El Campanario del murciélago de August Derleth
Episodio en Páginas Oscuras
El Campanario del Murciélago (Bat's Belfry) es un relato de vampiros del escritor norteamericano August Derleth (1909-1971), publicado originalmente en la edición de mayo de 1926 en la revista Weird Tales. El Campanario del Murciélago, uno de los primeros cuentos de August Derleth, relata la historia de un caballero recién instalado en su nueva propiedad, conocida como El Campanario del Murciélago. Los lugareños susurran misteriosas historias sobre el lugar, al que consideran maldito. Se dice que su antiguo propietario, el lascivo Baronet Lohrville, era en realidad un vampiro, y que en los sótanos de la vieja mansión se encuentra su guarida (ver: El Horror siempre viene desde el Sótano). También se han producido varias desapariciones de niños en la zona. SPOILERS. El Campanario del Murciélago de August Derleth es claramente un homenaje al Drácula de Bram Stoker. No solo se menciona directamente al libro —una copia de la novela es encontrada por el protagonista—, sino que la estructura del cuento, básicamente constituido por una serie de cartas y anotaciones, busca imitar el estilo y la atmósfera de la novela de Stoker. Este dispositivo, además, permite al lector una identificación más cercana con el protagonista. Ciertamente hay vampiros en El Campanario del Murciélago. Cinco, al menos. Un líder, el Baronet Lohrville; y cuatro vampiresas —cuatro, tal vez, para no imitar del todo a las tres novias de Drácula—. El modelo, de todos modos, es casi idéntico al de Stoker: un vampiro antiguo, perteneciente a la nobleza, acompañado por un harem de hermosas y seductoras vampiresas. Claro, aquí es un barón, no un conde, pero no es improbable que August Derleth estuviese al tanto de la posibilidad de que el conde Drácula haya estado inspirado en un barón (ver: el Barón de Gortz: el vampiro que inspiró al «Drácula» de Bram Stroker). Estos vampiros de August Derleth son más etéreos que Drácula, es decir, menos consistentes en términos físicos, pero con hábitos similares. No comparten las grandes ambiciones del conde, como invadir la ciudad de Londres (ver: ¿Drácula era menos inteligente de lo que creíamos?), sino que se conforman con alimentarse de los ocupantes ocasionales de la mansión y, de vez en cuando, llevarse algún niño de la zona. Es importante mencionar que El Campanario del Murciélago fue escrito cuando August Derleth tenía apenas 15 años, y publicado cuando cumplió los 17. De hecho, fue su primera historia publicada en Weird Tales. En cierto modo, parece ser la respuesta de un adolescente fascinado con el Drácula de Stoker. Sin embargo, hay algunas diferencias sustanciales entre los vampiros de August Derleth y los de Stoker. Estos, por ejemplo, responden a las arcanas leyes del ocultismo, es decir, pueden ser invocados y, en menor medida, controlados por un nigromante. Lamentablemente, el protagonista de El Campanario del Murciélago no parece ser un experto en la materia. El Campanario del Murciélago de August Derleth es un relato de vampiros tradicional, pero que debería abordarse con algunas consideraciones. Después de todo, fue escrito por un muchacho de 15 años, y sería injusto exigirle el más alto grado de excelencia a la hora de evaluarlo. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2020/05/el-campanario-del-murcielago-august.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2020/05/el-campanario-del-murcielago-august.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#269 El ídalo de las moscas de Jane Rice
#269 El ídalo de las moscas de Jane Rice
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El Ídolo de las Moscas (The Idol of the Flies) es un relato de terror de la escritora norteamericana Jane Rice (1913-2003), publicado originalmente en la edición de junio de 1942 de la revista Unknown Worlds, y luego reeditado por Alfred Hitchcock en la antología de: Historias que mi madre nunca me contó (Stories My Mother Never Told Me). El Ídolo de las Moscas, sin lugar a dudas uno de los mejores cuentos de Jane Rice, relata la historia de Pruitt, un niño malcriado que tiene el pernicioso hábito de invocar regularmente a Asmodeo. SPOILERS. Si existiera un subgénero del terror dedicado exclusivamente a los niños malignos, Pruitt, el protagonista de El Ídolo de las Moscas de Jane Rice, sería el más demoníaco de todos. Pruitt es un niño huérfano que vive con su tía, enferma y extremadamente ingenua. Su tutora, la señorita Bittner, tiene algunos problemas de audición, y un miedo mortal a las moscas. El chico, hay que decirlo con claridad, es un pequeño monstruo, vicioso y sádico. Entre sus actividades preferidas está la tortura de animales, como empalar pequeños lagartos y arrancarle las alas a las moscas para luego agregarlas a la limonada de la señorita Bittner. Entre otras simpáticas bromas juveniles, le rompe la espalda a la cocinera, colocando una cuerda en la escalera del sótano, e intenta asfixiar a su tía colocando cáscaras de nuez en la preparación de sus galletas favoritas. Ciertamente es eficaz a la hora de planear sus tropelías. Muy eficaz; de hecho, ha planeado tan cuidadosamente el asesinato de sus padres que nadie ha sospechado de él. Ahora bien, Pruitt ha creado una especie de culto exclusivo al mal, representado en una estatuilla con forma de mosca, a la cual le reza diariamente. Esta entidad, el Ídolo de las Moscas, al parecer responde a esa adoración ayudándolo en sus diabólicos planes. No obstante, cada vez que le reza a la estatuilla, Pruitt entra en una especie de trance, de ensueño, donde intenta atrapar unas criaturas oníricas con forma de renacuajo (ver: Vermifobia: gusanos y otros anélidos freudianos en la ficción). Y un día lo hace. Entonces se nos revela que el culto infantil al Ídolo de las Moscas ha despertado la atención de Belcebú, el señor de las moscas. Pruitt y las moscas que adora destruyen el equilibrio ecológico del hogar. En efecto, la presencia intrusiva y violenta de Pruitt no solo evidencia el nacimiento de un joven psicópata emergente que usa moscas para aterrorizar a las mujeres en el hogar, sino de la ausencia de herramientas en los adultos para enfrentarse al mal cuando su intérprete es un niño (ver: Horror Doméstico: cuando lo desconocido se cuela por las grietas de lo cotidiano) En cierto modo, El Ídolo de las Moscas de Jane Rice es una inversión del relato clásico de Saki: Srendi Vashtar (Srendi Vashtar), donde un niño frágil y sensible crea una religión personal para escapar del dominio de su tía solterona. Aquí, Pruitt no es exactamente un amante de los animales ni es frágil. Su religión personal no se centra en un hurón cautivo, sino en un fetiche hecho de cera y alquitrán que mantiene escondido en un cobertizo, y su crueldad se extiende a los humanos que trabajan para su rica pero débil tía. Los actos de Pruitt son tan aberrantes que incluso ofenden a la entidad demoníaca que adora intuitivamente, y es destruido por ella, con la colaboración de los insectos y otras pequeñas criaturas que ha estado torturando. La maldad de Pruitt no parece tener causa. En cierto punto imaginamos que sus actos constituyen un exagerado acto de rebeldía por la muerte de sus padres, pero luego nos enteramos que él mismo ha sido la causa de su muerte. Este es, quizás, el aspecto más interesante de El Ídolo de las Moscas: la posibilidad de que un niño esté genéticamente predestinado a convertirse en un psicópata. En contraste, los adultos que conforman el mundo de Pruitt parecen estar ciegos ante esas tendencias. Bueno, no todos. La cocinera y el jorobado saben perfectamente de lo que es capaz. Ambos extremos, el mal y la inocencia, parecen necesitarse mutuamente para existir. Por momentos, la prosa de Jane Rice es cruda y sofisticada al mismo tiempo, y esa combinación funciona a la perfección. Cuando uno se va acostumbrando a su estilo, de repente irrumpen párrafos extraordinarios que cortan la respiración, y que en cierta forma cierran los presagios que la autora ha dejado ocultos aquí y allí: la artimaña con la limonada, las reflexiones de la señora Bittner, las cáscaras en las galletas, la muerte de los padres de Pruitt, la trampa para la cocinera. Jane Rice deja un rastro de migas que permite que la realización de cada pequeño crimen de Pruitt tenga mayor impacto. Lo que eleva al El Ídolo de las Moscas por encima de todo eso, sin embargo, es el ritual imaginario de Pruitt, el cual termina invocando a Asmodeo durante este trance, este estado de ensoñación, que Pruitt llama tiempo de no pensar. La naturaleza viscosa y sensible de los pensamientos que Pruitt ve en sus sueños representados como renacuajos, y sus esfuerzos por capturar uno, son elementos profundamente significativos. Todavía no estoy seguro de qué hacer con ellos. Parecen una contribución tan original que me pregunto si Jane Rice no los tomó de su experiencia personal (ver: Los sueños como subrutinas del subconsciente en la ficción) No sabemos si estas entidades son el producto conciente de Pruitt o una especie de artimaña de Asmodeo para atraer al niño hacia lo más profundo de su psique. A propósito, también es interesante la versión de Asmodeo [aquí es un epíteto de Belcebú] que presenta Jane Rice, la cual es simplemente aterradora, lejos del estereotipo del demonio que busca hacer tratos a cambio de minucias (ver: El libro de Azathoth: ¿los pactos de sangre son una muestra de ADN para los Antiguos?) También podemos pensar que la psicopatía de Pruitt, la cual toma la forma de un culto satánico personal, en cierto modo es estimulada por el negacionismo de los adultos. O más aun, que la fobia a las moscas de la señorita Pruitt eventualmente tuvo un efecto catalizador en el chico. ¿El miedo de una persona [en este caso, a las moscas] puede desencadenar [o enfocar] las habilidades sobrenaturales de otra en función de esos miedos? Es una interpretación provocativa, sin dudas. Hay cosas en el mundo que no son evidentes para la observación cotidiana, pero ciertas circunstancias quizás pueden activar el potencial latente en ciertas personas. A su vez, este potencial podría verse afectado por las motivaciones e intenciones individuales, en este caso, por la psicopatía de Pruitt. El mundo que Jane Rice insinúa en El Ídolo de las Moscas es más interesante que la historia que se desarrolla en él. En definitiva, Pruitt es un psicópata que se destruye a sí mismo al derrochar poderes que no comprende, que bien pueden ser sobrenaturales como parte de su psique retorcida, tal es así que su muerte resulta casi reconfortante. Pero la visión del mundo que revela El Ídolo de las Moscas es mucho menos tranquilizadora. Algunos de los actos malignos de Pruitt pueden explicarse sin recurrir a lo sobrenatural [la muerte de sus padres, la caída de la cocinera], pero otros no: la tutora rompiendo su audífono, la invasión de moscas al final, la misteriosa cita sobre Belcebú en el libro que la señorita Bittner está leyendo. John W. Campbell, quien es conocido por impulsar la carrera de autores como Isaac Asimov, Robert A. Heinlein y Theodore Sturgeon, entre otros, consideraba a Jane Rice la mayor estrella de Unknown Worlds, y elogiaba su prosa con entusiasmo. Desde aquí, en El Espejo Gótico, suscribimos esa opinión, y también lamentamos que, al menos por ahora, solo hayamos traducido dos relatos de Jane Rice: El Ídolo de las Moscas y El refugiado (The Refugee). Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2021/04/el-idolo-de-las-moscas-jane-rice-relato.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2021/04/el-idolo-de-las-moscas-jane-rice-relato.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#269 Cuentos de Navidad y Año Nuevo de Emilia Pardo Bazan
#269 Cuentos de Navidad y Año Nuevo de Emilia Pardo Bazan
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La Navidad, siempre ha inspirado relatos magníficos, y son muchos los grandes escritores que se han acercado a ella. En esta antología se refleja la alegría, el sentido de comunidad, la excitación espiritual, la oportunidad de cambio, los deseos, la nostalgia e incluso el rechazo que estas fechas despiertan en muchos de nosotros, porque, si bien es cierto que la tradición invita a los buenos sentimientos, no lo es menos que se presta a una variedad sorprendente de estilos y de tonos: no faltan aquí ni el humor, ni la oscuridad, ni la crítica social, ni la fantasía, ni la tragedia... Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#268 La muerte de un dios de Henry S. Whitehead
#268 La muerte de un dios de Henry S. Whitehead
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La muerte de un dios (ing of a God) es un relato de terror del escritor norteamericano Henry S. Whitehead (1882-1932), publicado originalmente en la edición de enero de 1931 de la revista Weird Tales, y luego reeditado por Arkham House en la antología de 1944: Jumbee y otros relatos de vudú (Jumbee and Other Uncanny Tales). La muerte de un dios, quizás uno de los mejores cuentos de Henry S. Whitehead, relata la historia de Arthur Carswell y su extraño tumor, el cual parece animado por una inteligencia autónoma, diabólica, un antiguo dios Vudú que ansía adoración (ver: Relatos de terror de Vudú). SPOILERS. H.P. Lovecraft, en su ensayo: El horror sobrenatural en la literatura, consideró que La muerte de un dios de Henry S. Whitehead quizás representaba la cima de su genio creativo. El relato presenta una serie de temas recurrentes en el autor: el encuentro con creencias sobrenaturales de una cultura diferente, la cultura Vudú. De hecho, solo en 1931, Henry S. Whitehead publicó seis historias relacionadas con las prácticas del Vudú, y esta en particular es la más original de todas (ver: Zombis: la clase baja en la sociedad de los monstruos). Una lectura despojada de la tradición Vudú nos obligaría a situar La muerte de un dios como la historia de un Homúnculo que, de alguna forma, se aloja y anima el tumor de un hombre (ver: Paracelso y un manual para crear homúnculos). Sin embargo, el relato es demasiado grotesco como para extirparlo de su contexto, el cual le otorga, a la vez, un color local singular, pero también una preocupación más universal. Gerald Canevin es el narrador, tal como lo es en muchos relatos de Henry S. Whitehead. En cierto modo, es un alter ego del autor, y cumple una función análoga a la de Randolph Carter en las historias de Lovecraft. Esencialmente es el encargado de unir los puntos para el lector, ya que es una fuente inagotable de conocimientos sobre el Vudú; algo muy útil, por cierto, ya que a menudo traduce términos y conceptos que de otro modo nos obligarían a recurrir a una enciclopedia; o como en el caso de Pelletier, menos informado, a La isla mágica (The Magic Isle) de William Seabrook. La mayor parte de La muerte de un dios es una conversación entre Canevin y su amigo, el doctor Pelletier. Canevin debe alentar repetidamente a su amigo a contar toda la historia, ya que él, y presumiblemente el lector, están impacientes por escuchar más. Pero Pelletier está extrañamente indeciso. En términos clínicos, el médico comienza a describir lo que encontró durante una cirugía realizada a un sujeto llamado Carswell. El propósito de la intervención era extirpar un tumor grande, aparentemente benigno, del abdomen del paciente. En este contexto, Pelletier introduce su propia teoría sobre la naturaleza del cáncer: Hay ciertos núcleos, ciertas masas, por así decirlo, de material orgánico, que persisten en ciertas personas, el tipo de persona que es susceptible a esta horrible enfermedad; y que, en el estado prenatal, no se desarrollaron completa o normalmente; quiero decir, pequeños lugares en la estructura corporal que permanecen sin desarrollarse. Carswell, aunque norteamericano de nacimiento, se ha vuelto nativo de Haití, convirtiéndose en una figura familiar y popular entre los habitantes locales, especialmente después de un extraño incidente en el que se desmayó frente a su casa, y despertó cubierto de anillos y collares, volviéndose él mismo un objeto adoración ritual. Esto coincide con el inquietante crecimiento de su tumor abdominal, diagnosticado siete años antes como cáncer. Durante la cirugía se despeja todo el misterio. En efecto, Carswell tiene un tumor enorme en el abdomen, pero éste parece haber sido ocupado por una inteligencia extraña, una entidad o dios Vudú —¡con ojos, boca y horribles bracitos!—, el cual de algún modo fue detectado por los nativos, quienes empezaron a adorar a Carswell por ser el soporte orgánico de esta repulsiva deidad (ver: Black Goo y otras monstruosidades amorfas en la ficción) La cirugía en la cual se extirpa el tumor es, al mismo tiempo, una especie de cesárea (ver: Atrapado en el cuerpo equivocado: la identidad de género en el Horror); tal vez producto de la confraternización del hombre blanco con una cultura afroamericana (sí, la dosis de racismo de Henry S. Whitehead es alta aquí); tal es así que La muerte de un dios puede ser leída como una metáfora sobre los peligros de la integración cultural y racial. Más allá de esto, es un relato impactante, y muy bien desarrollado, donde un hombre blanco esencialmente queda embarazado de un símbolo de las creencias de otra cultura, en este caso, la cultura Vudú. Más aun, su enfermedad, su embarazo simbólico en la forma de un tumor antropomorfizado, se agita en su vientre durante muchos años; y aquello que eventualmente lo hubiese matado se transforma en algo vivo, autónomo. Una moraleja involuntaria, sin dudas. Quiero decir, aquello de que el cambio puede ser aterrador, sobre todo cuando se gesta en lo más profundo de nosotros mismos, aunque eventualmente termine en un frasco de formaldehído Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2021/02/la-muerte-de-un-dios-henry-s-whitehead.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2021/02/la-muerte-de-un-dios-henry-s-whitehead.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. 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#267 La Trampa de H. P. Lovercraft y Henry S. Whitehead
#267 La Trampa de H. P. Lovercraft y Henry S. Whitehead
Episodio en Páginas Oscuras
La trampa (The Trap) es un relato de terror del escritor norteamericano H.P. Lovecraft, escrito en colaboración con Henry S. Whitehead, publicado en la edición de marzo de 1932 de la revista Strange Tales. La trampa, inadvertido por muchos lectores de H.P. Lovecraft, se sumerge de lleno en la mitología nórdica, integrando sus mitos más oscuros al presente inquietante soñado por el genio de Providence. Es curioso notar que La trampa, de hecho, es el único cuento de H.P. Lovecraft en explorar concretamente los abismos de la mitología escandinava. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2012/01/la-trampa-hp-lovecraft-whitehead.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2012/01/la-trampa-hp-lovecraft-whitehead.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#266 El Bunyip de Rosa Cambell Pread
#266 El Bunyip de Rosa Cambell Pread
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El Bunyip (The Bunyip) es un relato de terror de la escritora australiana Rosa Campbell Praed (1851-1935), publicado originalmente en la antología de 1891: Cuentos de la vida australiana de damas australianas (Tales of Australian Life by Australian Ladies). El Bunyip, probablemente el mejor cuento de Rosa Campbell Praed, nos sitúa en Australia, en un campamento junto a un pantano, donde los hombres susurran historias sobre el Bunyip, una criatura de aspecto imposible, cuyo grito «se parece al de un niño o de una mujer que sufre». «Pero también se dice que es algo más que un animal, y entre sus atributos sobrenaturales está la sensación fría, asombrosa y extraña que se apodera de una compañía por la noche cuando el Bunyip se convierte en el tema de conversación.» SPOILERS El Bunyip es una de criatura fantástica que desafía el antropocentrismo. Según Rosa Praed, «es el único horror respetable y espeluznante del que Australia puede presumir». Así como Europa «tiene sus historias de demonios y vampiros, Australia no tiene nada más que su Bunyip». Como sucede con la mayoría de estas leyendas, «nadie ha visto al Bunyip con sus propios ojos» y ha vivido para contarlo. Lo que tenemos son relatos vagos, a veces contradictorios, sugerencias de atributos tangenciales de la criatura. Por ejemplo, se sabe que habita en lagunas y pozos de agua poco profundos, y que siente aversión por los ríos. No es una abstracción, es decir, «una fuente de peligro indefinida», porque el Bunyip tiene una forma física, orgánica, que bien podría formar parte de los bestiarios medievales: es anfibio y se lo describe, a veces, como una serpiente gigantesca; otras como una especie de rinoceronte «de piel suave y pulposa y cabeza parecida a la de un ternero». Hay quienes sugieren que parece un cerdo «con el cuerpo amarillo» [ver: La biología de los Monstruos] Cuando un nativo desaparece, «generalmente se entiende que el Bunyip se ha apoderado de él». Según la leyenda, la criatura atrae a su presa por medio de una «misteriosa emanación», una especie de influencia magnética que obliga a su presa a acercarse imprudentemente a su pozo de agua. Acto seguido, el Bunyip te atrapa, te arrastra bajo el agua y succiona tu cuerpo: «Sin hacer ruido ni luchar, la víctima desaparece y no se la vuelve a ver. El Bunyip es silencioso, sigiloso, y sólo en muy raras ocasiones, dicen, siempre de noche, se le ha visto surgir parcialmente del agua negra y lanzar un extraño gemido, como el de un niño o una mujer que sufre.» El Bunyip, por supuesto, no es una creación de Rosa Campbell Praed, sino una criatura que forma parte del folclore astraliano, tal vez como un recuerdo atávico de la megafauna marsupial, o incluso de la supervivencia de estos animales colosales en tiempos más recientes. El criptozoólogo aficionado encontrará esta historia interesante, pero por motivos diferentes a los nuestros. Se trata de un relato que no solo ha resistido el paso del tiempo, sino que resulta refrescante en su sencillez. Por otro lado, el lector moderno quizás se sienta incómodo con el matiz racial de la historia; y si bien Rosa Campbell Praed fue una defensora de los derechos civiles de los pueblos originarios de Australia, su tratamiento de estos grupos es bastante condescendiente; en una palabra: victoriano. El Bunyip comienza brindando un panorama general [y muy interesante] sobre el folclore del Bunyip, y luego procede a presentar una memoria, un recuerdo [supuestamente] veraz de una serie de hechos extraños. Rosa Campbell Praed evidencia una extraordinaria habilidad para urdir esta atmósfera de verosimilitud alrededor de una criatura cuya percepción requiere un abordaje multisensorial [ver: Lo olfativo, lo visual, lo auditivo y lo táctil en el Horror Cósmico]. Si bien no tiene nada que ver con el estilo de Algernon Blackwood, el Bunyip pertenece a esa inusual categoría de entidades de la naturaleza a la que también pertenece el Wendigo; tal vez menos liminal que este y con mucho de críptido [ver: La Llamada de lo Salvaje: análisis de «El Wendigo»] El relato de Rosa Campbell Praed avanza a un ritmo continuo, sin pausa, hacia un desenlace trágico pero que no ofrece una resolusión al misterio que plantea. El Bunyip propiamente dicho podría ser entendido como un críptido, más como concepto que como categoría; es decir, depende del bagaje de conocimientos del observador, o, en este caso, del infortunado que cae bajo su influencia. Es, en esencia, «algo» que se mueve más allá de la luz del fuego, más allá de lo conocido por la tribu. En la actualidad tenemos avistamientos, reportes, huellas, y extraños gemidos capturados en el bosque que luego son traidos de regreso a la civilización por cazadores y campistas, pero cuando nos reuníamos junto al fuego, como especie, en un pasado remoto, todos veíamos el destello de ojos en la oscuridad y extrañas configuraciones y formas moviéndose entre los árboles. El Bunyip pertenece a esa instancia de la humanidad. La ficción suele presentar a los críptidos siguiendo el mismo patrón. La historia comienza con la fórmula estandarizada de leyendas aborígenes que son rechazadas por un personaje occidental, racional, urbanizado, que al final debe aceptar que esas «supersticiones» son veraces. Como era de esperar, los colonos europeos adoptaron la leyenda del Bunyip [o yowie] y la popularizaron más allá del ámbito autóctono; de hecho, se deliberó largamente sobre la posible existencia de esta criatura, acaso como vestigio de algún enorme animal antediluviano. Una búsqueda rápida por la web puede llevar al lector interesado a encontrar varias cabezas de Bunyip expuestas en museos victorianos, por supuesto, fraudes más o menos elaborados. Debajo de la leyenda del Bunyip se agita la violencia colonialista, el imperialismo y el odio racial; en otras palabras, es una criatura que no está desconectada del pueblo que la forjó. En este sentido, el material original, de transferencia oral, es enfocado por Rosa Campbell Praed desde una perspectiva occidental; por ejemplo, localizando al Bunyip exclusivamente en pantanos o pozos de agua poco profundos. Más allá de esto, ambas versiones hablan de una criatura menos física que sonora, una criatura que se oye más que verse. El Bunyip se expresa como un sonido, haciendo que su espacio de influencia sea básicamente cualquier lugar. Podrías encerrarte en una fortaleza llena de hombres armados, pero el grito del Bunyip igual llegaría a tus oídos. Así como carece de un origen claro, el Bunyip tampoco parece tener causa. Su agenda, si no es que actúa aleatoriamente, es desconocida. Rosa Campbell Praed se preocupa únicamente en el efecto que esta entidad produce en los colonos blancos que merodean por el monte, y en el desconcierto que genera su proceder, desde nuestra perspectiva, a veces maligno, a veces benévolo, y otras indiferente. El Bunyip, dice Rosa Praed, «reparte promiscuamente beneficios y calamidades». Esto sugiere que no se puede rechazar la llamada del Bunyip. Una vez que caes bajo su influencia, debes seguirlo, te guste o no. Los colonos en el cuento de Rosa Campbell Praed se encuentran en una situación delicada. Todavía no están completamente instalados, y todas sus preocupaciones giran alrededor de esa condición de intrusos. En cierto modo, esto agrava aún más la situación, ya que el Bunyip parece despertar cuando se habla de él [«mientras hablábamos, una especie de escalofrío parecía apoderarse de nosotros»]. La criatura desata su «emanación», «toca» a los colonos con ese grito escalofriante que es «como el de un niño o una mujer que sufre». El Bunyip puede ser una criatura «promiscua» [como sostiene Rosa Praed, en el sentido de que puede atacar a cualquiera], pero cuando enfoca su atención se vuelve monógama y apegada. Hay una nota de vampirismo subyacente en la figura del Bunyip. Más allá de su aspecto improbable, aparece sin previo aviso, especialmente por la noche, aúlla salvajemente, y desata un conjunto de efectos hipnóticos en sus víctimas, quienes eventualmente terminan siendo vaciadas de órganos y fluidos sin poder ofrecer la menor resistencia.
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#265 ESCRITORES - Aurora de Lorenzo Suarez
#265 ESCRITORES - Aurora de Lorenzo Suarez
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Texto: Lorenzo Suarez Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#264 La calle perdida de Carl Jacobi y Clifford D. Simak
#264 La calle perdida de Carl Jacobi y Clifford D. Simak
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La calle que no estaba ahí (The Street that Wasn’t There) es un relato de terror de los escritores norteamericanos Carl Jacobi (1908-1997) y Clifford D. Simak (1904-1988), publicado originalmente como La calle perdida (The Lost Street) en la edición de julio de 1941 de la revista Comet, y luego reeditado por August Derleth en la antología de 1948: Extraños puertos de escala (Strange Ports of Call). La calle que no estaba ahí, uno de los grandes cuentos de Carl Jacobi, relata la historia de Jonathon Chambers, un científico ermitaño, completamente aislado de la sociedad, cuyo paseo diario se ve perturbado inoportunamente por la desaparición de una calle (ver: Horror Cósmico: el universo conspira para destruirnos) SPOILERS. El señor Chambers es un hombre rutinario. Camina diariamente por las mismas calles, haciendo el mismo recorrido, desde hace veinte años. Tal es así que la variación de tiempo en esos paseos no supera el par de segundos. Sin embargo, un día regresa a casa quince minutos antes. Atónito, descubre que una de las calles que forman parte de su recorrido ha desaparecido misteriosamente. Chambers no es el único que nota estas irregularidades. Hay esquinas que desaparecen, casas, edificios enteros... y personas. Hay reportes en la radio que aseguran que está sucediendo en todo el mundo. Las cosas simplemente se están desvaneciendo. El mundo se está convirtiendo en... nada. Chambers tiene una teoría: la materia y la consciencia están estrechamente relacionadas; y en cierto modo esta última le da sustento a la realidad. Al morir millones de personas en sucesivas guerras, seguidas por una atroz pandemia, sencillamente no hay suficientes consciencias en el mundo para sostener la materia de nuestra realidad. En consecuencia, esta empieza a desmoronarse y a ser absorbida por una dimensión extraña (ver: El Cambio Climático como proceso de terraformación extraterrestre), cuya arquitectura no euclidiana no solo le rinde tributo al horror cósmico sino también a los Mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft. Recordemos que, posteriormente, Carl Jacobi aportaría una historia muy interesante a los Mitos: El acuario (The Aquarium) Al haber vivido como un recluso en su sala de estar casa durante décadas, Chambers es extremadamente consciente de los objetos que la pueblan: el reloj, sus libros, su silla favorita; razón por la cual puede resistir la desintegración mucho más que el resto de las personas. Esto no le brinda ningún consuelo, sino más bien la obligación de ser un testigo privilegiado del fin de los tiempos. La calle que no estaba ahí de Carl Jacobi y Clifford D. Simak es un gran relato. Contiene muchos elementos extraños, incluidos algunos guiños a la obra de Lovecraft, pero tal vez el dispositivo más curioso de todos, y que de hecho sostiene todo el argumento, se apoya en la ciencia, más concretamente en el efecto del observador; es decir, en la perturbación de la realidad por el acto de observación. Los físicos han descubierto que incluso la observación pasiva de los fenómenos cuánticos puede cambiar el resultado medido. Tal vez el kōan del budismo zen: «Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?» tal vez tenga una base científica. Algo de eso sucede en La calle que no estaba ahí de Carl Jacobi y Clifford D. Simak, donde la realidad y la materia están directamente relacionadas con la consciencia que las percibe. En ausencia de un observador, la realidad comienza a comportarse de forma extraña, impredecible, como el árbol que cae en el bosque sin que nadie esté allí para oírlo. En este contexto, las diferencias apenas perceptibles en el entorno del solitario señor Chambers comienzan a sumarse gradualmente a grandes problemas para el planeta. La calle que no estaba ahí es una de las dos colaboraciones entre Carl Jacobi y Clifford D. Simak. La otra es El gato que tenía nueve vidas (The Cat That Had Nine Lives). Carl Jacobi nunca tuvo demasiada afinidad por la caracterización. Lo suyo es el horror, a veces refinado, y personajes chatos. Clifford D. Simak, en cambio, nunca se deja atrapar por el concepto del argumento como para olvidar la humanidad de sus personajes. En este sentido, los detalles de la solitaria y rutinaria vida del señor Chambers, y sobre todo sus reacciones ante la desintegración paulatina de la realidad, están cuidadosamente retratados. Por ejemplo, ante la desaparición de un cenicero (con forma de elefante), nos enteramos en el momento oportuno que al señor Chambers nunca le gustó de todos modos. Inteligente y conmovedor, al menos ante la perspectiva del fin del mundo. Estos detalles hacen que no importe demasiado lo inverosimil de la ciencia detrás de La calle que no estaba ahí. Después de todo, ¿qué sabemos sobre la realidad? Podríamos estar tan equivocados acerca de la física del universo como los personajes secundarios, grises, que desaparecen mucho antes que el señor Chambers (ver: Einstein, la Relatividad y los Antiguos) Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2020/12/la-calle-que-no-estaba-ahi-carl-jacobi.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2020/12/la-calle-que-no-estaba-ahi-carl-jacobi.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. 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#263 ESCRITORES - La Partida de Felipe Bochatay
#263 ESCRITORES - La Partida de Felipe Bochatay
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Felipe Bochatay, nació en 1976, en Santa Fe, Argentina. Se graduó como abogado en la Universidad Nacional del Litoral. Es mediador civil y penal de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe y Magistrado en Bioética por la Flacso y Magistrando en Ciencias Sociales por la UNL. Actualmente reside y ejerce la magistratura en Reconquista, Santa Fe. Suele participar como invitado en podcast relacionados con la ciencia ficción y la historia de la ciencia ficción. Escribe ensayos donde aborda temáticas relacionadas con la sociología en general y con la ecología, el derecho y la historia. Forma parte del comité científico de la revista electrónica “IberoamericaSocial”. Publicó en diferentes revistas electrónicas cuentos y relatos de ciencia ficción, terror y weird. Su temática preferida es la ciencia ficción especulativa, el vampirismo, el weird, los relatos ficcionales y los microrrelatos. Instagram: @felipe_bochatay Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#262 Kerfol de Edith Wharton
#262 Kerfol de Edith Wharton
Episodio en Páginas Oscuras
Kerfol (Kerfol) es un relato de terror de la escritora norteamericana Edith Wharton (1862-1937), publicado originalmente en la edición de marzo de 1916 de la revista Scribner's, y luego reeditado en la antología de ese mismo año: Xingu y otras historias. Más adelante aparecería en Relatos de fantasmas de Edith Wharton. Kerfol es considerado uno de los mejores cuentos de Edith Wharton. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2011/03/kerfol-edith-wharton.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2011/03/kerfol-edith-wharton.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#261 Todos Los Santos de Edith Wharton
#261 Todos Los Santos de Edith Wharton
Episodio en Páginas Oscuras
Todos los Santos (All Souls') es un relato de terror del escritora norteamericana Edith Wharton (1862-1937), publicado originalmente en la antología de 1937: Fantasmas (Ghosts); y luego reeditado en la colección Relatos de fantasmas de Edith Wharton (The Ghost Stories of Edith Wharton). Más adelante aparecería en 65 grandes cuentos de lo sobrenatural (65 Great Tales Of The Supernatural). Todos los Santos, uno de los últimos cuentos de Edith Wharton, relata la historia de Sara Clayburn, una anciana rica, viuda e independiente que despierta en una enorme casa vacía, excepto por un silencio inusualmente opresivo. Los hechos ocurren en la Noche de Todos los Santos, «la noche en que los muertos pueden caminar». SPOILERS La tarde anterior, la señora Clayburn da un paseo por los alrededores de su inmensa casona de campo [Whitegates] y se encuentra con una extraña mujer. Con acento extranjero, la mujer le dice que va a Whitegates a ver a «una de las niñas» [sirvientas]. Media hora después, Sara tropieza y se rompe el tobillo. El médico la obliga a descansar en cama para no empeorar su estado. Mientras tanto, afuera comienza a nevar, pero Sara niega la posibilidad de sentirse sola ya que puede contar con sus sirvientes para hacerle compañía. Atendida por la cuidadosa Agnes, Sara se prepara para la noche, pero su dolor y una sensación de «febril» perturban su descanso. Espera pacientemente la llegada de Agnes, pero nadie responde a su llamada. Pronto se da cuenta de que la corriente eléctrica está cortada, el teléfono no funciona y los radiadores están fríos. Aunque el médico le ha ordenado que no se mueva, Sara decide levantarse y averiguar qué está pasando. Apenas logra caminar con la ayuda de un bastón, pero el dolor frena sus movimientos; la casa está inmersa en un silencio aterrador. Cansada y dolorida, Sara comienza a explorar cada habitación de la casa, deteniéndose un momento frente a cada puerta y temiendo lo que pueda encontrar. Al otro lado de las puertas puede haber un extraño, un asesino, un cadáver o, peor aún, nadie. La sensación de soledad de Sara crece con cada paso que da. Pronto el silencio se vuelve «frío», «una sustancia impenetrable hecha del cese mundial de toda vida y todo movimiento». En la medida en que se lo permite su mente, Sara siente que «no había límite para este silencio, ningún margen exterior, nada más allá». Al contrario de lo que ocurre con otras protagonistas de Edith Wharton, como Lily en La casa de la alegría (The House of Mirth), que se rinde y abraza su destino, Sara Clayburn es más fuerte. Siente que «debe enfrentar lo que sea que esté al acecho». Pero cada habitación que recorre es «fría, ordenada y vacía». Encuentra las camas de los sirvientes sin usar, pero ve que su ropa todavía cuelga en los armarios. Parecen haber conspirado para dejarla sola. En esta completa soledad el silencio es absoluto, y Sara lo percibe como una presencia real. Instintivamente, busca «la clave del misterio» en la cocina, que es el lugar más acogedor y femenino de la casa. Al acercarse oye una voz masculina, «grave pero rotunda», que rompe el silencio. Es la voz de un extraño que habla un idioma extranjero, y cuyo tono es «apasionadamente serio, casi amenazante». Sara vacila en entrar, pero se deja arrastrar irresistiblemente, como la mayoría de los personajes femeninos de Edith Wharton, hacia esa enigmática y posiblemente violenta masculinidad. Sin embargo, la cocina está vacía. La voz proviene de una radio portátil. Sara consigue volver a su habitación y encerrarse en ella: el miedo no ha desaparecido sino que se ha transformado. Ya no teme a la posibilidad de intrusos, sino a quedarse «sola y sin atención hasta que muera de frío». Al día siguiente todo vuelve a la normalidad; Agnes, la sirvienta, declara que nunca se fue: sugiere que tal vez el dolor y la fiebre confundieron a la señora Clayburn. Sara está segura «de que algo raro había pasado en su casa», no obstante, decide no discutir abiertamente el asunto. Guarda silencio, como Alice Hartley en La campana de la doncella (The Lady’s Maid’s Bell). Solo quiere olvidar su miedo a la soledad y el silencio y la muerte. Un año después, en la Víspera de Todos los Santos, Sara se reencuentra con la extraña mujer de acento extranjero, y decide dejar Whitegates para siempre, buscando consuelo en casa de su prima, en Nueva York, quien es la narradora de esta historia. La sensación de soledad y muerte que impregna a Todos los Santos nos induce a interpretar la historia como autobiográfica. Habiendo perdido recientemente a muchos amigos, Edith Wharton describe el temor a quedarse sola en el momento en que más se necesita compañía: la vejez. Todos los Santos fue escrito pocos meses antes de la muerte de Edith Wharton, que en su faceta pública se mostraba un poco como Sara Clayburn, una mujer anciana fuerte, decidida, que aceptaba con cierto estoicismo el curso natural de su vida. Pero el terror al abandono, a la soledad y el silencio de la muerte expresados en Todos los Santos sugieren que incluso alguien con esta fortaleza interior no podría sostenerla hasta el final. Quiero decir, todos creemos que tenemos una postura tomada respecto a nuestra propia muerte. Algunos se imaginan a sí mismos completamente aterrorizados, paralizados; otros suponen que asumirán cierta resignación, indiferencia, y los más audaces se ven a sí mismos [o dicen que se ven a sí mismos] aceptando y abrazando a la muerte. Todo esto es una farsa, porque solo en presencia de la muerte, es decir, en su proximidad real, podemos saber qué sentiremos. Asumir una conducta desafiante con la muerte cuanto esta parece lejana es una farsa, porque solo en ese momento de proximidad podemos reaccionar insintivamente. Edith Wharton estaba cerca de su propia muerte cuando escribió Todos los Santos. Tal vez por eso Sara Clayburn puede tener integridad ante los demás, pero, cuando está sola, está aterrorizada. Conoces el verdadero peso del miedo cuando la amenaza es la desintegración. Todos los Santos describe el terror por excelencia de todas las personas mayores, pero especialmente de aquellas que viven solas: el miedo a una transición repentina de la independencia a la impotencia. Si bien es una mujer fuerte, con carácter, la señora Clayburn depende del cuidado de sus sirvientes, quienes de hecho son devotos, sobre todo Agnes, que la atiende como si fuera su niñera. Sin embargo, la vida personal de sus cuidadores es un agujero negro para Sara. Quiero decir, ella supone que se han confabulado para dejarla sola. Nunca se le ocurre que tienen otras lealtades, familia propia, quizás un amante. La noche de Todos los Santos [Halloween], con sus sugerencias de desenfreno pagano, es una representación de la desconocida pero vagamente imaginada vida privada de las sirvientas, algo tan poderoso, tan atractivo, que tiene prioridad sobre sus responsabilidades hacia ella. Sara explora las habitaciones del personal, encontrando camas sin usar pero armarios llenos de ropa, evidencia de que volverán después de haber satisfecho sus necesidades privadas. Estas prendas son tanto un consuelo como una amenaza. Prometen el regreso de sus cuidadores, pero dan testimonio de su dependencia. En este punto, el miedo de Sara Clayburn es el miedo al abandono; pero no el de un niño que cuenta con un cuidador inalienable en quien depositar su confianza, alguien con lazos de sangre que siempre regresará. La impotencia y el miedo al abandono hacen que la vejez sea muy parecida a la infancia, pero con desventajas adicionales para los ancianos. En 1937, cuando escribió Todos los Santos, la independencia de Edith Wharton se derrumbó junto con su salud. Primero perdió a Walter Berry, su servidor más entrañable; y en un período de seis meses la muerte reclamó a sus dos sirvientas de confianza: Elise Duvlenck y Catherine Gross. Una tercera sirvienta estaba tan triste por esas pérdidas que se fue. En una carta a Mary Berenson, Edith Wharton escribe: «Quiero alejarme lo más rápido posible de esta Casa Usher». En Todos los Santos la ausencia de los sirvientes presagia la muerte, en primer lugar, la muerte de la casa, cuyas actividades se detienen por completo: no hay luz eléctrica, el teléfono no funciona y no hay calefacción; lo cual se traduce en una amenaza a la vida de su propietaria. La casa de Edith Wharton había sido atendida durante mucho tiempo por la amabilidad de sus fieles sirvientes. Su ausencia dejó la casa estática y fría; y a pesar de las visitas de muchos amigos devotos, Edith Wharton, como Sara Clayburn, se sentía sola. La idea del regreso de los muertos comienza a volverse un motivo frecuente, no solo en su ficción sino en sus pensamientos diarios. En una carta escribe sobre esos amigos «que todos los años en la Noche de Todos los Santos vienen y se sientan conmigo junto al fuego». En ese momento, 1933, estos muertos que regresan de la tumba son visitantes que Edith Wharton recibía con alegría en su hogar, recordándolos; pero cuatro años más tarde, cuando escribió Todos los Santos, este estado de ánimo de aceptación fue perturbado por el miedo. En este, su último relato, el que regresa de la muerte es una figura oscura, amenazadora, una mujer misteriosa que atrae a sus fieles sirvientes para que abandonen a quien confía en ellos para que la sigan al otro mundo, en este caso representado en un coven. En el prefacio de Fantasmas (Ghosts), la última antología de Edith Wharton, donde aparece esta historia, la autora escribe: «Los fantasmas, para manifestarse, requieren dos condiciones aborrecibles para la mente moderna: silencio y continuidad». Aunque la narradora al principio afirma que «esta no es exactamente una historia de fantasmas», Todos los Santos se convierte en un estudio magistral del silencio: «Silencio, ¡más silencio! Parecía amontonarse como la nieve en el techo y en las canaletas. Silencio. Cuántas personas que ella conocía tenían alguna idea de lo que era el silencio, y lo fuerte que resuena cuando realmente lo escuchas?» Edith Wharton se enfoca en construir una historia gótica a través del escenario y la ambientación, pero no recae en los estereotipos del género. El escenario es una remota y solitaria casa de campo de Connecticut; el tiempo es la víspera de víspera de Todos los Santos, el año nuevo pagano y la noche en la que los «muertos pueden caminar». A pesar de las comodidades modernas de la casa [electricidad, teléfono, calefacción], las habitaciones y los jardines bien ordenados, y la presencia de sirvientes leales [que heredó de su suegra, por lo tanto, son ancianos como ella], las convenciones del gótico van surgiendo a medida que estos elementos se apagan: se corta el suministro energético, el teléfono, la calefacción, y los sirvientes se van. Lo que queda es una clásica casa gótica [ver: La Casa como entidad orgánica y consciente en el Gótico]. Incluso el valle de Connecticut se transforma para evocar un ambiente hostil. Los acontecimientos de esa noche han transformado Whitegates, dejándola inhabitable para Sara. Lo Siniestro aquí realmente es unheimlich, es decir, lo desconocido en lo familiar [ver: Lo Siniestro en la ficción]. A pesar de toda la parafernalia de la vida moderna y civilizada, Halloween, lo pagano, se impone. La sensación de seguridad de Sara se hace añicos, no porque sus sirvientes se hayan convertido en agentes del mal, sino porque siguen siendo personas leales, confiables, y también asiduos concurrentes al coven. Para la voz de clase alta de la narradora, solo hay una explicación posible para los eventos que aterrorizaron a su tía: lo sobrenatural. Sin embargo, hay una historia oculta en Todos los Santos. La «mujer extraña», cuya palidez facial y su tono «extranjero» sugieren indirectamente vampirismo, aparece cuando el doctor se ausenta, primero a Baltimore, luego a las Indias Occidentales y finalmente a Suiza. La teoría de Sara, que comenta a la narradora un año después, es que la mujer es un fetch, una criatura sobrenatural del folclore irlandés, cuyo avistamiento se considera un presagio de muerte. Aquí, sin embargo, se piensa que la mujer llega a Whitegates para invitar a los sirvientes a formar parte de un coven. En realidad, no estoy seguro de incluir al chofer, porque la mujer dice que ha ido a ver a las niñas, refiriéndose a las criadas. No es caprichoso que la principal sirvienta de confianza de Sara se llame Agnes, y que haya nacido en la Isla de Skye, cerca de Escocia. Si la teoría de Sara y la narradora son correctas, Agnes fue convocada por un fetch y participa en el aquelarre vestida con el sombrero y el abrigo desechados por su ama; junto con, al parecer, la otra criada y el chofer. Nuestra hipótesis es que la «mujer extraña» es simplemente una mujer, una bruja, que todos los años se reúne con un grupo de personas para entregarse a placeres que normalmente se les niega. La liberación de Agnes y sus compañeros de su habitual decoro es sexual. Sin embargo, quedan muchas preguntas pendientes al final del cuento. ¿Qué trama toda esta gente? ¿Simplemente son encuentros sexuales amparados bajo el manto de superstición de Halloween o puede haber algo sobrenatural? Para mí, el misterio más importante [que no he logrado resolver] es el doctor Selgrove. ¿Por qué Edith Wharton nos da tanta información sobre la repentina enfermedad del doctor, su ausencia y posterior abandono del área? ¿Realmente se enfermó? ¿Qué relación tiene su ausencia con la aparición de la mujer misteriosa? Edith Wharton no nos da las respuestas, pero claramente se supone que no debemos aceptar la florida explicación de los hechos planteados por la narradora. Más bien, creo que Edith Wharton quiere que el lector preste atención al enfoque de Sara Clayburn, no en términos literales, porque la mirada de la mujer está tamizada por su estatus social. En definitiva, Todos los Santos es una historia de apariciones misteriosas e inexplicables ausencias. El eje alrededor del cual giran estas apariciones y ausencias es el coven, el aquelarre, y sus encuentros sexuales. Incluso la narradora, apegada a la explicación sobrenatural, no puede dejar de reconocer que la fascinación de estos encuentros es fundamentalmente sexual: «Cualquiera que alguna vez haya sentido la más mínima curiosidad por asistir a un coven pronto encuentra que esta se convierte en deseo, el deseo en un anhelo incontrolable que, cuando se presenta la oportunidad, rompe todas las inhibiciones; porque aquellos que alguna vez han tomado parte en un coven moverán cielo y tierra para volver a participar.» Bajo esta luz, la explicación sobrenatural de la narradora es indicativa de una mentalidad regresiva, incapaz de comprender el poder disruptivo del deseo, un poder que no respeta las diferencias de clase, género y edad. Porque lo cierto es que Agnes no es una joven criada, sino una mujer madura, probablemente anciana, que una vez al año se permite participar en estas reuniones ilícitas mientras su ama lucha desesperadamente por mantener su posición de clase, su autoridad, incluso el dominio sobre su propio hogar. Porque sin la asistencia de las clases bajas, Sara es solo una anciana aterrorizada e impotente en la oscuridad. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2023/04/todos-los-santos-edith-wharton-relato-y.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2023/04/todos-los-santos-edith-wharton-relato-y.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#260 Algo viejo de Mary Elisabeth Counselman
#260 Algo viejo de Mary Elisabeth Counselman
Episodio en Páginas Oscuras
Algo viejo es un relato de terror de la escritora norteamericana Mary Elizabeth Counselman (1911-1995), publicado originalmente en la edición de noviembre de 1950 en la revista Weird Tales —donde rápidamente se convirtió en un clásico del relato pulp—, y luego reeditado en la antología de 1964: A medias en las sombras. Algo viejo, uno de los cuentos de Mary Elizabeth Counselman más destacados, y probablemente entre los mejores relatos de terror de mujeres en Weird Tales, narra la historia de una joven pareja, un compromiso, y un antiguo anillo babilónico con propiedades estremecedoras. SPOILERS No sólo este anillo mágico se aferra al dedo de su portadora hasta hacerla sangrar, sino que en su noche de bodas una criatura de aspecto grotesco se presenta ante ella para reclamar, por la fuerza, aquella supuesta virtud que con tanto celo la muchacha había reservado para su marido. Al parecer, en el interior del anillo se encuentran los restos de un cabello humano, así también como de pelo animal, acaso pertenecientes a una macabra pareja babilónica. Después de todo, el anillo fue forjado para una sierva de Baal, cuya personalidad revive cuando éste se desliza en el dedo de una nueva portadora. En este sentido, Algo viejo se inspira en una antigua tradición babilónica: la hierogamia; es decir, el encuentro de una mujer humana, una sacerdotisa, con el dios encarnado. Los griegos expresaban este concepto bajo el término entusiasmo (en, theo, asthma), que podría traducirse como: el «soplo interior de Dios« », o más literalmente: «con el Dios adentro», siendo ésta última versión la que nos evita mayores precisiones al respecto. Al igual que la protagonista de Algo viejo de Mary Elizabeth Counselman, las sacerdotisas debían entregarse al Dios, o bien a cualquier representante en la tierra que reclamase ese privilegio, antes de mantener o físico con sus esposos. Esta práctica adquirió, en ciertas épocas, matices mucho más perturbadores, cuando no directamente delictivos. Muchas jóvenes babilónicas, en la noche de bodas, eran obligadas a entregarse al primer desconocido que arrojase dinero en el templo. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2018/01/algo-viejo-mary-elizabeth-counselman.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2018/01/algo-viejo-mary-elizabeth-counselman.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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#259 La estatua de piedra negra de Mary Elisabeth Counselman
#259 La estatua de piedra negra de Mary Elisabeth Counselman
Episodio en Páginas Oscuras
La estatua de piedra negra (The Black Stone Statue) es un relato de terror de la escritora norteamericana Mary Elizabeth Counselman (1911-1995), publicado originalmente en la edición de diciembre de 1937 de la revista Weird Tales, y luego reeditado en la antología de 1964: A medias en las sombras (Half in Shadow). La estatua de piedra negra, sin dudas uno de los grandes cuentos de Mary Elizabeth Counselman, se ha convertido en un verdadero clásico del relato pulp, y por motivos que van mucho más allá de su argumento. En el relato de terror, los escultores —y pintores y artistas plásticos en general— a menudo son descritos como individuos alienados, perversos, obsesionados, monomaníacos, cuyos egos colosales finalmente logran imprimir su propia locura en sus abominables creaciones. En este sentido, La estatua de piedra negra de M.E. Counselman, acaso por primera vez, desecha las obsesiones personales y establece la idea de que la supuesta locura del escultor —y del artista en general— en realidad está vinculada con dos aspectos atávicos del ser humano: el narcisismo y la idolatría. SPOILERS La estatua de piedra negra, que bien podría inscribirse en el cuento policial o la ficción detectivesca, incorpora elementos tales como el ingenio, la creatividad artística, pero también la codicia, la conspiración, el asesinato, y una misteriosa criatura extraterrestre. Si bien esto parece conformar un cliché de la ciencia ficción, el marco que utiliza Mary Elizabeth Counselman anula por completo esa clasificación. El relato está narrado a través de una nota de suicidio enviada por un artista a los directores del Museo de Bellas Artes de Boston, quienes le han solicitado, debido al increíble y perturbador realismo de sus figuras, que cree una estatua de sí mismo, naturalmente, con consecuencias nefastas. Análisis de: El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com/2018/06/la-estatua-de-piedra-negra-mary.html Texto del relato extraído de: http://elespejogotico.blogspot.com/2018/06/la-estatua-de-piedra-negra-mary.html Musicas: - 01. Mind Tricks - Experia (Epidemic) Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537
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