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#269 Cuentos de Navidad y Año Nuevo de Emilia Pardo Bazan

#269 Cuentos de Navidad y Año Nuevo de Emilia Pardo Bazan 3c385c

24/12/2023 · 01:11:33
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Descripción de #269 Cuentos de Navidad y Año Nuevo de Emilia Pardo Bazan 2w5360

La Navidad, siempre ha inspirado relatos magníficos, y son muchos los grandes escritores que se han acercado a ella. En esta antología se refleja la alegría, el sentido de comunidad, la excitación espiritual, la oportunidad de cambio, los deseos, la nostalgia e incluso el rechazo que estas fechas despiertan en muchos de nosotros, porque, si bien es cierto que la tradición invita a los buenos sentimientos, no lo es menos que se presta a una variedad sorprendente de estilos y de tonos: no faltan aquí ni el humor, ni la oscuridad, ni la crítica social, ni la fantasía, ni la tragedia... Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537 ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537 5e456n

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Baúl de libros presenta cuentos de navidad y año nuevo escritos por emilia pardo bazán narración javier matesanz uno la nochebuena en el infierno hacía un frío siberiano ya estaba tentadora para pasar las últimas horas de la noche la cerrada habitación la camilla con su tibia fal lamenta que me envuelve como ropón acolchado y el sofá de damasco rojo donde el cuerpo encuentran mil posturas regalo nas en que digerir pacífica mente la sopa de almendra y la compota perfumada con canela en rama pero no asistir a la misa del gallo en la catedral no oír los gorgojos del órgano mayor cuando difunde por los aires las notas trémulas de regocijo de lozana nochebuena y quedarse así egoístamente acurrucada al amor del brasero no puede ser ánimo un abrigo guantes calzado fuerte a la calle en seguida bañada por la misteriosa claridad de la luna la ciudad episcopal dormía extensas zonas de sombra y sábanas de infinita blancura argenta da alternaban en las desiertas calles nunca estás me habían parecido tan solitarias tan fantásticamente bien quejas ni tan adustos los cerrados caserones que ostentan su blasón cual ostentaría la venera un caballero santiaguista ni tan medrosos los sombríos soportales que descansan en capiteles bizantinos el bulto embozado que al través de aquellos túneles de piedra se desliza a paso de fantasma no podrá suceder que realmente lo sea lo es sin duda lo es cierto que la sangre se congela en mis venas al observar cómo el bulto saliendo de las tinieblas del sopor tal se dirige a mí y se me pone delante mudo derecho con un dedo apoyado en los labios olas de luz lunar le envuelven y me permiten distinguir su faz de cera que recata en el alto cuello de un montecristo azul y las alas de un sombrero de fieltro caprichosamente abollado yo conozco a este hombre es decir yo le conocí en otro tiempo cuando era niña le vi un instante y nunca olvide su melancólica y pensativa silueta entonces los estudiantes recitaban sus versos y celebraban sus dichos impregnados de mordaz ironía pero un año después de haberle visto yo el poeta se pegó un tiro la bala le entró por la oreja izquierda y le salió por la sien como es que pasados cuatro lustros me lo encuentro en la calle a estas horas la noche del veinticuatro de diciembre camino de la catedral quiero preguntárselo y me sucede lo que cuando probamos a gritar ensueños en mi laringe no se forman sonidos él tampoco habla me hace señas de que le siga y le sigo en dirección a la basílica cuya masa enorme se alza dominando la la quintana de muertos en vez de entrar por el pórtico bizantino donde se agolpan los fieles que concurren a la misa nocturna mi guía y yo nos pegamos al muro de la fachada nueva y ante nosotros se abre sin ruido una puertecilla pintada de rojo que yo siempre había visto cerrada un pasadizo estrecho que se enrosca por las entrañas de piedra de la catedral y se va sumiendo cada vez más hondo se nos presenta mi fatídico guía se enhebra por él y yo voy en pos sin miedo verdosas vegetaciones húmedas rezumaba por los poros de la cantería dan a aquel pasadizo gran semejanza con el interior de los acueductos allá a lo lejos hostil a una lucecillas y diríase que en vez de acercarnos a ella la vemos cada vez más distante bajamos y bajamos cuestas rampas escalones casi insensibles al principio después tan escabrosos y pendientes que ya me as que bajar creo rodar a tropezones la fatiga y unos asomos de susto me detienen un instante y entonces mi guía siempre callado se vuelve y me hace señas de que continúe

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