PODCAST:Internet: Novedad, Dopamina y Voluntad 54c4c

Bienvenidos.

Hoy vamos a sumergirnos en un tema que, bueno, nos toca a todos.

¿Cómo el uso constante de internet y sobre todo el móvil podría estar afectando nuestra concentración y también nuestra fuerza de voluntad? Tenemos un análisis bastante detallado que explora la neurociencia detrás de esto.

Así es.

La idea central es esa lucha, ¿no? Esa tensión en nuestro cerebro.

Por un lado, la parte que nos empuja a hacer lo difícil, lo que nos beneficia a largo plazo.

Como madrugar para ir al gimnasio.

Odio eso.

Exacto.

Y por otro lado, la parte que busca la recompensa inmediata, el placer ya.

Y para empezar a entender esto, hay un caso histórico que es, bueno, es impactante, el de Phineas Gate.

¿Verdad? Cierto.

Es un punto de partida tremendo.

Estamos en el siglo XIX, un accidente laboral horrible.

A Phineas Gate, un obrero del ferrocarril, una barra de hierro le atraviesa el cráneo, directamente el lóbulo frontal.

Sobrevive, que ya es increíble.

Casi sin secuelas físicas aparentes, pero su personalidad cambia radicalmente.

¿En qué sentido? Pues mira, de ser descrito como alguien responsable, trabajador, con una voluntad de hierro, pasa a ser impulsivo, irreverente, incapaz de planificar o de controlar sus impulsos.

Es un ejemplo extremo, claro, pero ilustra qué pasa cuando se daña esa zona, la corteza prefrontal.

Es como nuestro director ejecutivo cerebral, el responsable de tomar decisiones racionales, de posponer la gratificación, de hacer lo difícil, vamos.

Entiendo.

Esa corteza prefrontal es la que nos dice, venga, estudia o no te comas ese pastel entero.

Pero, ¿cómo compite con la otra parte, la que busca el placer inmediato? Pues ahí está el cuit de la cuestión.

Compite con el circuito de recompensa del cerebro.

Y el mensaje de este circuito es mucho más simple.

Siéntete bien ahora.

Lo que pasa con la adicción, ya sea a sustancias o a comportamientos, el juego, las compras, incluso el uso compulsivo de internet, es que desequilibra esta balanza.

¿Cómo? Potencia ese circuito de recompensa y, según sugieren algunos estudios, puede llegar a debilitar la función de la corteza prefrontal.

La gratificación instantánea, ¿eh? Le gana la partida a las metas a largo plazo.

Y aquí entra la famosa dopamina.

Siempre se habla de ella como la molécula del placer, pero parece que es algo más complejo, ¿no? Exacto. A menudo se simplifica.

La dopamina no es tanto el disfrutar de la recompensa, sino el quererla.

Es la motivación, el impulso para buscarla.

Hay un experimento con ratas que es fascinante.

Les bloquearon la dopamina.

¿Y qué pasó? Dejaron de buscar comida.

Pero, ojo, si les ponías la comida directamente en la boca, la disfrutaban.

El placer estaba ahí.

Lo que habían perdido era el impulso, la motivación para buscarla.

Morían de hambre al lado de la comida.

Qué fuerte.

Entonces, la dopamina es el motor.

¿Y cómo aprende el cerebro qué es lo que tiene que querer? ¿Cómo sabe qué buscar? Aprende sobre todo con las recompensas inesperadas.

Cuando pasa algo bueno que no anticipábamos, el cerebro libera dopamina.

Y es como si dijera, ojo, ¿qué hemos hecho para conseguir esto? ¿Cómo lo repetimos? Ah, claro.

Hay otro experimento, este con monos.

Aprendieron que si veían una luz y pulsaban una palanca, recibían zumo.

Al principio, la dopamina subía cuando recibían el zumo.

Lógico.

Pero al poco tiempo, la dopamina empezó a subir ya con la luz, antes de recibir nada.

La luz se convirtió en la señal, en el disparador de la motivación.

Entiendo.

Así es como asociamos ciertas señales del entorno, un lugar, una hora del día, una notificación en el móvil, con la posibilidad de una recompensa.

Y eso dispara las ganas.

Vale.

Veo la conexión señal-recompensa-motivación.

Pero, ¿qué pasa con eso de que cada vez necesitamos más estímulo o que las cosas normales dejan de interesarnos? La tolerancia, ¿no? Exacto.

Eso tiene que ver con la homeostasis.

El cuerpo siempre busca el equilibrio.

Si lo bombardeamos con un estímulo muy fuerte y constante, como pasa con algunas drogas que activan masivamente ciertos receptores.

Como los opioides con la heroína, por ejemplo.

Eso es.

El cerebro reacciona para protegerse.

Y una forma de hacerlo es reducir el número de esos receptores.

Es lo que se llama downregulation o regulación a la baja.

Si tienes menos receptores de dopamina, por ejemplo, las actividades normales, las que antes te motivaban, pues generan menos chispa, menos querer.

Ya.

Y solo la fuente de esa gran subida, la droga, o quizá ese comportamiento adictivo, sigue generando un deseo intenso.

Se pierde interés por otras cosas, por metas que requieren un esfuerzo sostenido.

Y aquí viene lo interesante del análisis que comentamos.

Esta regulación a la baja de receptores de dopamina.