PALABRA VIERNES 21 MARZO 2025 29621e

Buenas noches a todos, que el Señor les bendiga.

¿Es una bendición estar aquí? Ayer estuvimos aquí mismo compartiendo, estábamos como invitados, compartiendo con los hermanos que nos bendicen al arrendarnos este lugar.

Y ahora nos toca, me toca estar compartiendo la palabra del Señor.

Y para, antes de comenzar me tengo que confesar que yo hace como un mes me sentía lista para esta palabra, estaba, pero que me ofrecía.

Si usted le pregunta a nuestro pastor, cuesta que haya gente que nos ofrezca, vamos a ser bien sinceros.

Bueno, voy a hablar de mí, no voy a hablar de los demás porque tal vez todos los demás están dispuestos siempre, a mí me cuesta ofrecerme.

Pero yo dije, bueno, ya no, tuvimos un invitado al comenzar el mes, así que estábamos como parejitos, dije yo, no, no necesito ofrecerme.

Porque sentía que esta palabra que el Señor me venía dando, hermano, no me crea tan pretenciosa que la tengo cumplida todo, pero sentía que había dado medio paso en esta palabra.

Y que en una semana el Señor me da vuelta todo y me quiere decir, a ver, ¿es verdad? Y el Señor, le tuve que decir, tú lo conoces todo.

Así que esta palabra, más que nunca, o más que siempre, va de aquí para allá.

Quiero leer en el libro de Mateo, en el Evangelio de Mateo, en el capítulo 6, en el Evangelio de Mateo, capítulo 6, el verso 34.

Le doy lectura en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Perdón.

Dice, así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.

Basta a cada día su propio mal.

Amén.

Que el Señor añada bendición a esta palabra, quiero orar.

Incline su rostro ahí.

Amado Señor, gracias, gracias por este tiempo de poder estar ante tu presencia, Señor.

Y poder presentarnos tal y como somos.

Señor, faltos pecadores, nos arrepentimos siempre de nuestros malos caminos.

Y a esta hora, como un vaso de barro, en tus manos.

Señor, habla tu iglesia lo que necesitamos escuchar.

Gracias, Señor, por este tiempo, bendícenos.

Bendice a los que están aquí, a los que puedan estar conectados, que la palabra sea de bendición.

Por Jesucristo nuestro Salvador.

Amén.

Amén.

Quiero comentar que cuando yo pensaba en esta palabra, no pensaba en hablar de la afán y la ansiedad.

Yo pensaba hablar de los milagros.

Porque hemos escuchado harto que el Señor va a hacer milagros, que va a hacer milagros el Señor.

Y yo creo que el Señor va a hacer milagros.

Porque él dijo, mayores cosas que yo haré y vosotros.

Pero yo en medio de eso, me empecé a cuestionar a mí, a la Marcela Hermosilla.

¿Por qué querés que el Señor te responda tantas cosas? ¿O qué cosas le pedía yo al Señor que me respondiera? Y en realidad, eran, para serles sinceros, no estaba pidiendo que el reino de Dios y su justicia se manifestara en mi vida de una.

Cuando partí con estos pensamientos, sino que empecé como a preocuparme, porque uno empieza a escuchar.

Como una vez se nos predicaba, a veces el oído de nuestra alma está más atento a lo que pasa afuera que a la verdad de la palabra.

Que esta no cambia, que esta es verdadera.

Eso lo hemos venido aprendiendo.

Y la palabra dice que esta es verdad.

Y ahí me dice que no me iba a dejar, que no me iba a desamparar.

Y yo, si le dijera, siento que con una ayudadita podría decir, ay, me sé muchas palabras.

Él no nos va a dejar, no nos va a desamparar.

Él es nuestro sanador, él es nuestro libertador, él es mi proveedor, no me va a faltar nada.

Y puedo decir que nada me ha faltado.

Y estoy segura que a usted nada le ha faltado.

Porque él prometió el pan y el agua no le va a faltar.

Y yo creo que usted ha tenido más que el pan y el agua.

Entonces, le ha sido más que bueno, ha sido su proveedor.