La Palabra CNCN miércoles 28 mayo 2025 123m1r

La palabra con nosotras, con nosotros. Una reflexión de la palabra cotidiana en diálogo con el acontecer de la comunidad universitaria.

Hola, buenos días, bienvenidas, bienvenidos a la palabra con nosotras, con nosotros. En el podcast anterior terminábamos hablando de este campo semántico para poder entender la ley buena, o ley con mayúscula, y la ley escrita, o ley con minúscula, que vamos a ver a lo largo de los textos de Pablo, pero en particular de la Carta a los Romanos.

La ley con mayúscula, esta ley del corazón, esta ley que Dios imprime, que Dios transmite, que Dios nos capacita a encontrar, es equivalente a esto que acabamos de escribir, presente en la experiencia mística. Descubrir la fuente de todo, que la fuente de todo es este amor infinito que sostiene la creación, que es el origen de la creación, y que tiene la capacidad de llevar la creación en la dirección de la plenitud.

Y también decíamos que esto se despierta la conciencia a esta realidad. Un buen día la empezamos a percibir, a veces de una manera breve, empieza a profundizarse. Si se mantiene la amistagogía, la pedagogía de apertura a la comunicación amorosa de Dios, esa experiencia se va consolidando y eventualmente puede desembocar en un estado interior, en una sensibilidad. Y esa es a la que Pablo nos invita, porque eso fue lo que él vivió.

Despertó a esa armonía, a esa presencia amorosa vehiculada por el Señor Jesús, el Hijo de Dios encarnado, que a través del amor infinito que le demuestra concretamente a Pablo, transforma su vida, lo sana y le permite ser una buena noticia. Compartir esta buena noticia, de que Dios es amor y a través del amor salva, y la necesidad de que el ser humano cultive la sensibilidad interior, la percepción interior, para captar ese amor necesariamente sutil y al mismo tiempo tan fuerte que nos puede transmitir la vida eterna.

Bien, entonces, frente a esto, a esta ley con mayúscula, está la ley con minúscula. De entrada, la primera distorsión es tratar de convertir un estado, una sensibilidad, en una serie de instrucciones. Ya veremos, Pablo lo va a desarrollar con mayor detalle. Él dice los preceptos de la ley están ahí para que no nos salgamos del camino, digamoslo así, no crucemos las fronteras de la muerte definitiva.

Son una serie de instrucciones de mínimos que hay que tener presentes para saber si estamos yendo por el buen camino o no. Pero, en primer lugar, no son suficientes, estas instrucciones o preceptos, porque en ocasiones no llegan a tocar la conciencia del ser humano, que es lo que necesita ser transformado. Entonces, una conciencia puede seguir encerrada en el ego y estarle poniendo palomitas a todo su cumplimiento de los preceptos.

Tal precepto, palomita. Hice esto, palomita. O a veces tache, también. Pero esta búsqueda como de cumplir, cumplir, cumplir, cumplir. Y la experiencia mística no es de cumplimiento.

Como veremos, es de gratuidad. Y a veces nos cuesta, sobre todo las conciencias que están educadas en el cumplimiento, abrirse a la gratuidad. Y el amor por cumplimiento no existe.

Entonces, lo que Pablo vivió y lo padeció, y lo que está tratando de evitar que se dé entre sus contemporáneos, es que se queden encerrados en esta visión de la ley. La ley, más que preceptos e instrucciones, tiene mandamientos. Y es muy importante recuperar, como hemos hecho muchas veces, el sentido de mandamiento.

Dar en la mano, confiar. Dios le confía al ser humano una serie de invitaciones, responsabilidades, pero que implica esta confianza. Ejercita esto. Te invito a que ejercites eso. Lo pongo en tus manos. Y a través de ese ejercicio, el facilitar que la persona que acepte, que acoja este acto de confianza, esto cumplirá.