
OR2cap10 Oliver Ray y el Centro del Universo. Capítulo 10 "La Libélula" 44h69
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"—Así que es un hecho. Se han largado —dijo Krupk. El mutante observaba desde lo alto de una colina cercana a Refugio el lugar donde debería estar la Araña. A su lado, Andrew hacía lo propio con una tarjeta oteadora frente a los ojos. Oliver, agachado, masticaba unos hierbajos amarillentos mientras le daba unas bolitas saladas a Achís. Rodi también estaba con ellos." Oliver trata de adaptarse a su nueva vida en el planeta “Xindi”, pero las cosas no terminan de salirle bien. En el fondo, sabe que algo dentro de él no encaja y está dispuesto a ir lejos, todo lo lejos que haga falta, para conseguir respuestas. Tras lo sucedido en “Oliver Ray y las Luciérnagas del Infinito”, el chico de las estrellas y sus amigos vuelven en esta trepidante aventura, donde viajarán a rincones increíbles de la galaxia y se las tendrán que ver con nuevos y viejos enemigos. Descubre con ellos la magia de las estrellas. #audiolibro #cienciaficcionjuvenil #espacio #robots 64d70
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Capítulo diez LA LIBÉLULA «Así que es un hecho. Se ha enlargado», dijo Krupp. El mutante observaba desde lo alto de una colina cercana a Refugio, el lugar donde debería estar la araña. A su lado, Andrew hacía lo propio con una tarjeta aoteadora frente a los ojos. Oliver, agachado, masticaba unos hierbajos amarillentos mientras le daba unas bolitas saladas a Achís. Roddy también estaba con ellos.
«Uno de los nuestros, que montaba guardia, vio a la araña elevarse a los cielos», continuó Krupp.
«Y no iba sola. La superlanzadera y las flechas iban detrás. Ha sido una oída en bloque».
«¿Cuáles eran sus planes? ¿Volver a la Tierra?», preguntó Andrew.
«¿A dónde pueden ir, si no? ¿Arriesgarse en el espacio profundo, sin una ruta ni destino determinado?», dijo Krupp.
«Es que no tiene sentido», afirmó Andrew. «Se han asustado», intervino Oliver.
«¿Cómo?», dijo su padre. «Sí, ahora que tenemos a Groben, tienen miedo que encontremos una forma a gran escala de neutralizar su control mental», explicó Oliver. «No han querido jugársela y se han ido. Por eso se llevaron la flecha, para evitar que le siguiéramos». Todos guardaron silencio.
«Tal vez podamos rastrearlos», dijo Andrew tras un rato, con una sonrisa misteriosa.
«¿Y cómo piensas hacerlo, papá?» «Creo que va siendo hora de enseñarte mi pequeño proyecto secreto».
Bajaron la colina y pasaron por refugio a coger algunas cosas. Krupp se quedó para realizar tareas de reconstrucción en el muro exterior. Cuando se disponían a salir, Pulpo se cruzó con ellos.
Iba engullendo unas galletas de escachofa que llevaban una gran bolsa.
«Hola, señor Ray, Oliver y Roddy», saludó con la boca llena.
«No me digas que te gusta esa porquería», dijo Oliver con una moca de asco.
«Perdone, tal vez el señor Paladar Exquisito podría darme la dirección de la tienda de pizzabatidos más cercana», contestó su amigo sacando la lengua y poniéndose bizco.
Oliver se echó a reír. A Cheese, que iba sobre su hombro, miraba las galletas de Pulpo con interés.
«Parece que estás mucho mejor. Hasta te permiten ir solo por ahí y todo».
«Sí, bueno, ¿a dónde más podría ir?» «Podrías venir con nosotros», Oliver miró a su padre.
«¿Puede, papá?» «No veo por qué no. Tan solo que iremos un poco apretados, nada más», contestó Andrew.
Pulpo lanzó una mirada inquisidora a Oliver y éste se encogió de hombros. Se pusieron en camino. Tras unas horas de marcha llegaron al borde del bosque, en las cercanías del lugar que solía ocupar la araña. Una gran extensión calcinada de forma circular aparecía frente a ellas. «Si lo sé, no vengo», resopló Pulpo, que estaba empapado en sudor y respiraba con dificultad. «Esto se avisa a centellas.
He hecho más ejercicio en las últimas horas que en toda mi vida». «De hecho, percibo que su tono muscular ha mejorado ostensiblemente», apuntó Roddy. «Tengo que recordaros lo de mi corazón artificial, maldita sea. Está funcionando a pleno rendimiento». «Perdona por tratar de distraerte un rato», rió Oliver.
«Chicos, chicos, atención. Ya casi hemos llegado», dijo Andrew saliendo del camino e internándose entre unos árboles. «Seguidme de cerca». Tras unos pocos metros, Andrew desapareció delante de sus narices. Oliver, Pulpo y Roddy se quedaron clavados en el sitio.
«¡Seguid caminando!», dijo la voz de Andrew justo delante de ellos. Los tres avanzaron unos pasos y se encontraron con Andrew en el interior de una especie de tienda de campaña con forma de cúpula.
«¡Holocamuflaje!», exclamó Pulpo. «Con razón no era capaz de encontrarte», dijo Oliver.
«¿Qué pasa? ¿Has intentado seguirme?», preguntó Andrew con incredulidad.
Oliver hizo una moca modo de respuesta. Su padre se acercó a un bulto cubierto por una lona detrás de él y la levantó para mostrar lo que había debajo. «Os presento… la libélula», dijo ceremoniosamente. Oliver y Pulpo se miraron con incredulidad. «¿Pero qué os pasa con ponerles nombres de bichos a todas las naves?», dijo Oliver cuando logró reaccionar. «¿Eso es una nave?», dijo Pulpo. «Es decir, no se ofenda, pero… ¿esa cosa… ¿vuela?» Lo cierto era que el artefacto, por llamarlo de alguna manera, no era más grande que un pequeño vehículo terrestre y tenía muy mala pinta. Parecía hecho con restos de otras máquinas que no habían encajado bien, y tenía cables colgando por todas partes. Bueno, ¿qué queréis?
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