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Relatos eróticos (Voz real)
Mi novio es negro

Mi novio es negro 154k5p

5/5/2025 · 07:59
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Relatos eróticos (Voz real)

Descripción de Mi novio es negro 1p6oz

https://bellaperrix.com ❤️ Me gusta disfrutar de la vida, por eso me he echado un novio negro.¡Y os lo recomiendo a todas!. Reconozco que la primera vez que le saqué la polla me dio un poco de miedo... ¿Me cabría a mí eso ahí dentro? Supongo que es la pregunta que se hacen todas las que tienen la suerte de toparse con un miembro de semejante calibre... Luego te das cuenta que sí, que cabe, cabe en todos los agujeros... 🔔 SÍGUEME y ACTIVA LA NOTIFICACIÓN para recibir mis relatos eróticos. 🔔 Un nuevo relato erótico cada LUNES!. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1795339 6512j

Lee el podcast de Mi novio es negro

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Soy una mujer de 30 años, bastante liberal y sin ningún tipo de prejuicios raciales.

Digo esto porque tengo un novio de color.

A él no le gusta que le llame así, prefiere que le diga negro, pero a mí la palabra me suena mal, como insulto racista.

Bueno, pues este chico se llama Ali y es originario de Nigeria.

Se gana la vida como jornalero.

Le conocí en el supermercado donde yo trabajo de cajera.

A mí el muchacho me gustó desde el principio, desde la primera vez que le vi entrar en el establecimiento.

Me acuerdo como si fuera ayer.

Compró un paquete de arroz, un pollo y una lata de judías.

Yo le cobré y le devolví el cambio y una sonrisa.

Solía venir cada martes para llevarse más o menos unas cuantas cosas.

Estaba visto que con su sueldo no le debía alcanzar para mucho.

Yo sé que el chico pasaba un poco de penurias en todos los aspectos, especialmente en el sexual.

Un día le pregunté cómo se llamaba.

Otro quedé con él para tomar algo y a la semana siguiente lo invité a cenar a mi casa.

No es por decirlo, pero tengo fama en mi familia de ser muy buena cocinera.

Le preparé una buena ensalada de la que no dejó ni los huesos de las aceitunas, una crema de zanahorias, un plato de pescado y de postre le ofrecí una tarta de chocolate de la que repitió y repitió hasta dejar limpia la bandeja.

Si en lo concerniente a sexo iba a ser tan voraz, me esperaba una de las mejores noches de mi vida.

Nos sentamos en el sofá dispuestos a ver una película de vídeo y antes de coger el mando a distancia me sorprendió con un beso en los labios.

Me dio un morreo que me dejó sin respiración e introdujo su lengua en mi boca como si se tratara de una serpiente invadiendo la madriguera de su almuerzo.

Recorrió mis encías, mis dientes, mis labios y me pringó de saliva mientras se arrimaba a mí para que yo pudiera notar lo excitado que estaba.

Me abracé a él con todas mis fuerzas, le palpé la espalda, los hombros, las costillas, le agarré por el culete e incluso se lo pellezqué y le sobé por la bragueta hasta notar lo gorda, caliente y dura que la tenía.

Se la saqué fuera y era enorme, calculo que tendría unos veinte centímetros y era tan gruesa que daba un poco de miedo.

Temía que pudiera hacerme daño, que pudiera destrozarme el sexo, dado que soy un poco estrecha.

No sé si me entraría bien o no, si me dolería.

No pensé en ello y decidí lubricarla a salivazos.

La cogí con las manos y la aprecié en toda su longitud antes de practicarle el sexo oral.

Me la tagué hasta la base y eso que mis amigas se burlan de mí llamándome boquita de piñón.

¡Qué rica estaba! Era como un gran piruli de chocolate, pero de sabor salado.

Él no perdió el tiempo.

Mientras se la chupaba, se quitó el jersey y dejó al descubierto un torso musculado y fibrado, con unos pechos hinchados y duros y unos pezones redondos y marrones.

Se acababa de bajar los pantalones y el calzoncillo y una vez desnudo se apresuró a levantarme las faldas y bajarme las bragas.

Estaban húmedas, como mi sexo.

Luego me desabrochó la blusa, me quitó el sostén y agarró mis pechos, que mordió con gula como si fueran parte del postre que acababa de cenar.

Yo dejé de chuparle el miembro para volver a besarle en la boca y así revolcarnos juntos por el sofá.

Abrazada a él, noté como un enorme cilindro de carne empujaba la entrada de mi raja.

Hacía presión y quería entrar a pesar de que mis carnes le ofrecían bastante resistencia.

Poco a poco fue abriéndose paso, dándome la impresión de que me abría de arriba a abajo, a que me estaba partiendo en dos.

Sobre todo cuando aquella cosa redonda que era su blande se introdujo por completo para bucear en mis entrañas.

Grité de dolor y de satisfacción y aunque ya hacía tiempo que dejé de ser virgen, tuve la sensación de que había vuelto a perder la virginidad.

Incentivamente, separé todo lo que pude de los muslos para facilitar la penetración.

Yo tenía más de medio pene dentro de mí y aquello no acababa de entrar nunca.

De seguir así me iba a atravesar como un pollo al horno.

Me agarré bien a sus caderas y empujé con fuerza hasta que noté como sus testículos llegaban a la altura de los labios de mi vagina.

¡Oh, la tenía toda dentro! Proporción

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