
Jueves 15 de mayo – Juan 13, 16-20. El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí. o3266
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Meditación del día 15 de mayo de 2025 Palabra de Vida 4e4t3u
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El que recibe a quien yo envíe, me recibe a mí.
A todos nos encantaría que Dios se nos apareciera directamente, que nos dijera, oye, que quiero que vayas a misa el domingo, oye, que quiero que perdones a tus enemigos, pero Dios se sirve de las mediaciones.
Dios elige a unos apóstoles y a unos colaboradores de los apóstoles y después, por supuesto, elige a todos los bautizados y los envía en su nombre para anunciar su salvación y no solamente para anunciarla, sino también para entregarla por medio de los sacramentos.
Y por eso, atención, Jesús dice, el que recibe al que yo he enviado, me está recibiendo a mí.
El que trata mal al que yo he enviado, me está tratando mal a mí.
Y el que honra y cuida a mis enviados, me está honrando y me está cuidando a mí.
A veces esa famosa frase de, no, yo con Dios directamente, no necesito la iglesia, no necesito los sacramentos, no necesito que un cura me diga nada, ni que un catequista me enseñe nada, ni mis padres, ni mis nietos, ni mis… No te equivoques, es que Dios se quiere servir de instrumentos humanos, de mediaciones, primero para que seamos un poco humildes.
Fijaos qué sobrevivia tan grande sería decir yo directamente con Dios, soy tan importante que Dios me habla claramente a mí y se comunica directamente conmigo.
Digo, hombre, pues qué suerte tienes como Moisés prácticamente, como el profeta Elías o como uno de los grandísimos, tú te estás poniendo a ese nivel.
No, nosotros somos normales, somos gente sencilla, gente de la calle, gente que sí, que queremos hacer oración y que intuimos lo que Dios quiere, pero siempre a través, primero, de nuestra madre la iglesia, que ella es la depositaria de la revelación divina y ella, con su magisterio, que nace de la Sagrada Escritura, que nace de la tradición, pues nos explica el verdadero sentido de las Escrituras y el modo de vivir la fe.
Entonces la primera mediación, nuestra madre la iglesia, por supuesto, decía San Cipriano, un padre de la primera hora de la iglesia, que decía quien no llama a la iglesia madre no puede después llamar a Dios padre, y es verdad, quien nos enseña la paternidad y nos entrega la paternidad de Dios es la iglesia.
Después allá donde estemos nuestros pastores, el obispo de la diócesis, bueno el papá por supuesto en la iglesia universal, pero el obispo de la diócesis, después el párroco o el presbítero en el lugar donde tú estás, si estás en una comunidad, pues los catequistas, para los jóvenes sus padres, todos tendremos siempre alguien que será la mediación entre Dios y cada uno de nosotros, y por eso si les tratamos bien, si los recibimos, si los acogemos, estamos tratando bien, recibiendo y acogiendo al mismo Cristo.
Son sus palabras, yo no me las estoy inventando, las leo directamente del Evangelio.
Pero señor, que yo tenga la suficiente humildad para aceptar las mediaciones, y a la vez que sea consciente que lo mismo me utilizas a mí, para llegar a otras personas, aunque yo sea un trasto, aunque sea una negación, aunque sea cobarde, torpe, no hable bien, te puedes servir de mí también señor, como mediación tuya, para llevar tu palabra y tu vida a todas las personas.
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