
Descripción de Gobekli Tepe 1ª parte 731q6o
GOBEKLI TEPE, UN TERREMOTO EN LA ARQUEOLOGIATRADICIONAL En el frío amanecer del siglo XX, la arqueología aúndibujaba los primeros trazos firmes sobre el lienzo de la historia humana. Las excavaciones más célebres habían sacado a la luz las grandes civilizaciones mesopotámicas, egipcias, griegas y romanas, sosteniendo la creencia de que la agricultura y la sedentarización fueron el punto de arranque del esplendor cultural. Los libros sostenían que, antes de estos hitos, nuestros ancestros eran apenas grupos errantes de cazadores y recolectores, sin arte monumental nicomplejidad simbólica. Esta línea de pensamiento era casi dogmática: primero sembramos, luego erigimos templos y ciudades. Sin embargo, en 1994, una piedra semienterrada en una colina de Turquía empezó a resquebrajar esta narrativa con la fuerza de una revelación. Klaus Schmidt, un arqueólogo alemán, exploraba la región de Anatolia, no lejos de la ciudad de Sanliurfa, cuando se topó con algo que alteraría para siempre la comprensión del pasado. Lo que al principio parecía un montículo sin mayor interés, conocido por los lugareños como Göbekli Tepe ("colina panzuda" en turco), se convertiría en el sitio arqueológico más asombroso del último siglo. Bajo el suelo dormían megalitos esculpidos con figuras deanimales, columnas de piedra dispuestas en círculos, relieves que hablaban un lenguaje simbólico olvidado. Aquellas estructuras tenían al menos 12.000 años de antigüedad, situándolas mucho antes de la aparición de la agricultura y delas primeras ciudades conocidas. Esto rompía todos los esquemas: era la evidencia palpable de que sociedades cazadoras-recolectoras poseían la capacidad, la organización y el conocimiento para levantar templos sagrados de colosales proporciones. La ubicación de Göbekli Tepe, en la fértil Creciente de Anatolia, cerca de la frontera con Siria, también añadía otra capa de asombro.Esta región había sido considerada la cuna de la revolución agrícola, pero ahora se revelaba como un lugar donde los primeros monumentos de la humanidad se alzaron cuando, teóricamente, nadie debía haber sido capaz de construirlos. El impacto inicial fue sísmico. Los paradigmas de la historia se tambalearon. Si la religión y el simbolismo podían preceder a la agricultura, entonces quizá fue el impulso espiritual y no el hambre quien puso en marcha la civilización. Göbekli Tepe no solo reseteaba la cronología;obligaba a repensar por completo el motor que empujó a la humanidad hacia el futuro. El pasado ya no era como lo habíamos imaginado. Aquella colina panzuda acababa de abrir una puerta a un capítulo de la historia que ni siquiera sabíamos que existía. py6a
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Sumérgete en un viaje a través del tiempo y el espacio, donde desentrañamos los enigmas que la historia ha dejado atrás, desde misteriosos eventos y lugares olvidados hasta personajes envueltos en leyendas y secretos prohibidos.
Acompaña a Eloy López en Los Misterios de la Historia, donde cada episodio revela un nuevo fragmento del enigma universal.
En el frío amanecer del siglo XX, la arqueología aún dibujaba los primeros trazos firmes sobre el lienzo de la historia humana.
Las excavaciones más célebres habían sacado a la luz las grandes civilizaciones mesopotámicas, egipcias, griegas y romanas, sosteniendo la creencia de que la agricultura y la sedentarización fueron el punto de arranque del esplendor cultural.
Los libros sostenían que antes de estos hitos, nuestros ancestros eran apenas grupos errantes de cazadores y recolectores, sin arte monumental ni complejidad simbólica.
Esta línea de pensamiento era casi dogmática.
Primero sembramos, luego erigimos templos y ciudades.
Sin embargo, en 1994, una piedra semienterrada en una colina de Turquía empezó a resquebrajar esta narrativa con la fuerza de una revelación.
Klaus Schmid, un arqueólogo alemán, exploraba la región de Anatolia, no lejos de la ciudad de Sanliurfa, cuando se topó con algo que alteraría para siempre la comprensión del pasado.
Lo que al principio parecía un montículo sin mayor interés, conocido por los lugareños como Gobekli Tepe, colina panzuda en turco, se convertiría en el sitio arqueológico más asombroso del último siglo.
Bajo el suelo dormían megalitos esculpidos con figuras de animales, columnas de piedras dispuestas en círculos, relieves que hablaban un lenguaje simbólico olvidado.
Aquellas estructuras tenían al menos 12.000 años de antigüedad, situándolas mucho antes de la aparición de la agricultura y de las primeras ciudades conocidas.
Esto rompía todos los esquemas, era la evidencia palpable de que sociedades cazadoras, recolectoras, poseían la capacidad, la organización y el conocimiento para levantar templos sagrados de colosales proporciones.
La ubicación de Gobekli Tepe en la fértil creciente de Anatolia, cerca de la frontera con Siria, también añadía otra capa de asombro.
Esta región había sido considerada la cuna de la revolución agrícola, pero ahora se revelaba como un lugar donde los primeros monumentos de la humanidad se alzaron cuando, teóricamente, nadie debía haber sido capaz de construirlos.
El impacto inicial fue sísmico.
Los paradigmas de la historia se tambalearon.
Si la religión y el simbolismo podían preceder a la agricultura, entonces, quizá, fue el impulso espiritual y no el hambre quien puso en marcha la civilización.
Gobekli Tepe no sólo reseteaba la cronología, obligaba a repensar por completo el motor que empujó a la humanidad.
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