Gabriel Carrión y Juan Antonio Cebrián. Satanismo y pedofilia: El caso Marc Dutroux. Turno de Noche, 1997. 4f5412

Conseguir no tener niños, ¿no? En el caso de Tucro, por cierto, avanzabas en exclusiva la intuición, la intuición te provocaba aquellos comentarios y luego el tiempo te dio la razón, como siempre, Gabriel.

Hace dos meses ya comentabas cosas sobre el caso de Tucro, ¿verdad? ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué hay de nuevo? A mí, personalmente, me entristece que... tener razón. Es decir, me entristece tener razón porque, en definitiva, bueno, pues...

Confirma siempre mis peores temores. Y como escribía esta tarde a un sacerdote sevillano, yo no soy nada conspirativo, no tengo un sentido conspirativo de la historia.

Pero sí que es cierto que me estoy empezando a dar cuenta de que, cada vez más, conforme avanzamos, hay personajes en este planeta que se piensan que...

Bueno, pues que la Tierra es un tablero de ajedrez y que sus miles de millones de habitantes no somos nada más que meras piezas a las cuales se puede mover a su antojo, ¿no? Y, en el caso de Tucro, concretamente, pues, por desgracia, me llegaba la confirmación a través de un diario flamenco, Der Estandart, que decía, precisamente, que tres agentes de la Gendarmería y un policía judicial de la ciudad balona de Charleroi eran activos militantes de la secta Abraxas, que es una secta legalizada en esa zona, ¿no? Y que, para más detalles, uno de ellos pertenecía al consejo de istración de dicha secta y que, además, era el tesorero.

Y, bueno, en definitiva, se había encontrado en poder del socio de Tucro, que es Bernard Weystein, una carta firmada por Anubis, que sería, supuestamente, uno de los personajes sectarios, en la que le pedía que no se olvidara de un regalo para la gran sacerdotisa en un próximo ritual satánico.

Bueno, la realidad es que se le pedían algún niño, algún regalo, y, bueno, se plantea, se piensa que realmente esto llegó a suceder, ¿no? Quizá lo más curioso sean las declaraciones que hizo uno de los oficiales de la policía, que decía que, bueno, que no hay ningún problema porque cada quien puede hacer lo que le dé la gana en su vida privada.

Es decir, que estos policías podían perfectamente pertenecer a la secta Abraxas y, a partir de ahí, bueno, pues no pasaba nada porque, en esas zonas, el culto al diablo, debemos recordar que está legalizado.

No hay ningún problema y no pasa absolutamente nada. La libertad de culto es algo total y absolutamente normal y, además, no se investiga demasiado este tipo de cuestiones.

Y, claro, tú nos hablabas hace dos meses ya de esta situación, ahora lo hemos sabido desde la prensa, pero, claro, hace dos meses, ¿qué te hace hablar así en esos términos, Gabriel? Experiencia. En definitiva, cuando uno empieza... porque esto es como todo, ¿no? Uno va poco a poco dándose cuenta de que hay una realidad bastante, bastante más oscura.

Hay que tener en cuenta que yo llevo investigando concretamente las sectas satánicas centroeuropeas desde hace aproximadamente la friolera de 12 años.

Aunque se empiezan a implantar en Europa en 1976 de una manera más legal, concretamente en Holanda, pero es en 1982, quiero recordar, cuando yo o con un investigador holandés y me invitan, yo era muy joven por aquel entonces, me invitan a una reunión de un grupo de personas en el Hotel Maya de Alicante, había un sacerdote que fue quien me invita a mí, y allí empezamos a hablar de lo que ellos llamaban la conspiración del caos, ¿no? Y, bueno, ahí me encontré con un selecto grupo de gente, no voy a dar nombres porque no quiero complicarle la vida a nadie, pero, vamos, de los que me autorizaron a comentarlo estaba un sacerdote sevillano, Enrique López Guerrero, había un periodista alicantino, había el director de una central nuclear, entre otras personas, ¿no? Y, bueno, pues me enseñaron fotos, me aportaron datos, y a partir de ahí pues yo me empecé a interesar de una manera bastante, bastante más activa con el tema del diablo.

Y había una carta, concretamente, que yo espero publicar en un próximo libro, que espero, además, que salga a la luz este año, una carta concretamente que es la que a mí personalmente me empezó a llamar la atención, y precisamente era un investigador holandés que decía que se sentía asombrado de ver la cantidad de coches y de limusinas y de gente de dinero que acudía al local que había comprado esta secta satánica, que había sido legalizada en Holanda, concretamente era la iglesia de Satán, la Church of Satán, ¿no? Entonces, bueno, a partir de ahí no fue difícil comenzar a seguirle la pista a una serie de siniestros,