El Expediente Maldito de La Térmica 365y5v

Saludos, Death to the Crypt, les habla como siempre el guardián del cementerio en la oscuridad del campo santo. En la zona occidental de Málaga, muy cerca del mar y al abrigo del rumor de las palmeras, se alza una mole de ladrillo rojo y techos de tejas inclinadas. Un edificio cuya presencia impone y seduce a partes iguales. Hoy quienes lo visitan lo conocen como La Térmica, uno de los centros culturales más vibrantes de toda España.

Pero detrás de sus exposiciones de vanguardia, conferencias sobre pensamiento contemporáneo y resistencias de artistas, se oculta una historia de sombras, de llanto infantil en pasillos vacíos, de noches en vela y de puertas que se abren solas. Porque la térmica, antes de convertirse en un faro de la cultura, fue muchas cosas. Hospicio, colegio, residencia de huérfanos y enfermos, refugio para los olvidados y cada una de estas vidas que por allí pasaron, algunos dicen, ha dejado una huella o algo peor, un rastro que aún se manifiesta cuando cae la noche.

Como la pobreza y el abandono infantil marcaban la ciudad como una cicatriz en la centuria 19, en 1907, recién estrenado el siglo XX, se inauguró la Casa de Misericordia, un centro destinado a los niños huérfanos y a los pobres, regentado por órdenes religiosas. Allí se educaba, se trabajaba, se rezaba, pero también se sufría, que todo hay que decirlo.

Pero lo que pocos recuerdan es que este edificio fue mucho más. Durante la Guerra del Rif, que llevó a España a una victoria total sobre Marruecos, después de haber sufrido muchísimas bajas, la Casa de Misericordia fue habilitada como hospital de campaña. Soldados heridos, amputados, quemados por explosivos improvisados en las cumbres del Rif, fueron trasladados desde Melilla y Ceuta a este lugar.

En las salas, donde hoy se exhiben fotografías y se celebra poesía, hubo camillas ensangrentadas, gritos de morfina, médicos desbordados y jóvenes agonizando en camisas raídas. Más adelante, durante la Guerra Incivil Española, volvió a transformarse en hospital y morgue, y más de uno afirma que aún hoy se siente ese olor penetrante a éter, a sangre seca, a cloroformo que no se va completamente del todo.

Tras el cierre del hospicio en 1978, el lugar fue quedando abandonado hasta que en 2013 renació con otro nombre, la térmica. Pero hay quienes dicen que los muertos de ayer no afectaron ese cambio tan drástico. Por ello vamos a hablar de los expedientes malditos, los casos más oscuros que han tenido lugar en este singular edificio.

Les invito por tanto a entrar en la térmica, pero les advierto una cosa, una vez dentro voy a cerrar la puerta y voy a relatarles estas historias de terror.