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En esta metrópolis de acero, arte y ambición, todo parece girar rápido. Luces, taxis, rascacielos, relojes sin tiempo. Pero entre la quinta avenida y los callejones de Chinatown, bajo los adoquines de Greenwich Village y en los sótanos de Harlem, se mueven otras cosas que, por supuesto, dan mucho miedo. Llega el terror. Si todavía no eres Fan del programa, puedes hacerlo dándole un click en el botón azul de apoyar en la portada de nuestro canal y así podrás disfrutar de todos nuestros programas en exclusiva. Todos aquellos interesados en ponerse en o con el programa, pueden hacerlo a [email protected] ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1539797 4i6o5f
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Saludos desde la cripta. Les habla como siempre el guardián del cementerio en la oscuridad del Campo Santo. Dicen que Nueva York es la ciudad que nunca duerme porque en verdad algo la vigila de forma permanente. En esta metrópolis de acero arte y ambición todo parece girar rápido, tal vez demasiado rápido. Luces, taxis, rascacielos, relojes sin tiempo. Pero entre la quinta avenida, los callejones del Chinatown, bajo los adoquines de Greenwich Village y los sótanos de Harlem se mueven otras cosas.
Porque Nueva York, la ciudad de los vivos, también es la ciudad de los que se quedaron. Y esta noche, esta precisa noche, vamos a invocarlos a todos. Comenzamos. El Dakota, en la esquina de Central Park West y la calle 72, es uno de los edificios más exclusivos de Manhattan. También es uno de los más malditos. Fue allí donde vivió y murió John Lennon y fue allí también donde muchas cosas empezaron mucho antes de que alguien apretara un gatillo. Los porteros del edificio hablan de un niño fantasma con ropas victorianas que juega en el pasillo del décimo piso.
Ríe. Corre. Y les digo una cosa. Si te ríes con él, dicen que esa noche soñarás con tu propia muerte. Una muerte exacta. John Lennon contó haber visto a ese niño y también a una mujer llorando en la entrada con el rostro desfigurado. Poco después, una bala terrible, una bala silenció su voz para siempre. Hoy, algunos turistas juran ver a Lennon en la ventana, mirando hacia el parque. Otros lo ven dentro, sonriendo, pero siempre detrás del cristal, como si no pudiera salir de ese terrible y enigmático edificio.
El Dakota. La estación City Hall es una joya del metro neoyorquino. Cerrada desde 1945, su arquitectura curva, sus mosaicos aún se conservan. Eso sí, se conservan bajo tierra. Pero no está sola. Por supuesto que no. Mecánicos y trabajadores del metro han reportado trenes sin conductor que pasan por allí a toda velocidad, aunque el circuito no lo permite y a veces se detiene. Abren las puertas y si alguien se atreve a entrar, no regresa jamás. En 1993, un grupo de exploradores bajó con linternas y cámaras hacia allí.
Uno de ellos desapareció. El resto salió corriendo tras escuchar una campanilla de tren antiguo y ver también una figura con uniforme de 1902. Sostenía un farol y no tenía ojos. Los hogareños conocen a este lugar como la casa de la muerte.
Este edificio de Greenwich Village ha visto 22 muertes violentas en su interior.
Mark Twain, ya saben,
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