Estudio de los Salmos 81-82 306319

Bueno, pues hermano, buenas tardes, preparamos para continuar nuestro estudio bíblico.

Continuamos estudiando el libro de los salmos. Hoy corresponde el salmo 81 y el salmo 82.

Vamos a orar a nuestro buen Dios para ponernos en contexto y comenzar nuestro estudio.

Bendito Dios y Padre Eterno, te alabamos, te damos gracias Señor una vez más.

En esta tarde por el privilegio, Señor, de poder reunirnos a estudiar tu bendita palabra.

Agradecido Dios de que podamos tener un lugar donde podamos congregarnos, abrir nuestras Biblias y todavía con libertad poder leerla y predicar o enseñar acerca de la misma.

Te damos gracias porque creemos que ella comunica tu soberano plan.

Y es verdad, es palabra de vida. Es.

Palabra que continúa obrando en tu pueblo, edifica a tu iglesia.

Mientras también, señor, continúa llamando a la salvación.

Aquellos que dicho soberano plan, señor, todavía han de ser llamados.

Te damos gracias o Dios por tu obra maravillosa en Jesucristo.

Y te pedimos Dios que mientras él sea glorificado, mientras tu palabra sea predicada y enseñada.

Señor, su nombre pueda ser adorado, exaltado, reconocido.

No solo Padre Santo con labios o con expresiones de nuestro cuerpo, como las manos o las que sean, sino sobre todo con un corazón que busca y se somete en obediencia a tu palabra.

Ayúdanos o Dios a ser obediente. Por lo tanto, señor, danos una vez más ojos para ver, oídos para escuchar y esa voluntad que se requiere para ser diligentes en obedecer la misma tu palabra.

En Cristo Jesús damos gracias. Amén.

Vamos a leer el Salmo número 81. Salmo 81.

Y dice de la manera siguiente Cantar con gozo a Dios.

Cantar con gozo a Dios, fortaleza nuestra. Al Dios de Jacob, aclamad con júbilo.

Entonad canción y dañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio.

Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne.

Porque estatuto es de Israel, ordenanza del Dios de Jacob.

Lo constituyó como testimonio en José, cuando salió por la tierra de Egipto.

Oí lenguaje que no entendía, aparté su hombro de debajo de la carga.

Sus manos fueron descargadas de los cestos.

En la calamidad clamaste y yo te libré, te respondí en los secretos del trueno.

Te probé junto a las aguas de Meriva.

Oye, pueblo mío, y te amonestaré, Israel, si me oyeres.

No habrá en ti Dios ajeno, ni te inclinarás a Dios extraño.

Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto.

Abre tu boca y yo la llenaré.

Pero mi pueblo, no yo mi voz, e Israel no me quiso a mí.

Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón.

Caminaron en sus propios consejos.

Oh, si me hubiera oído mi pueblo, si en mis caminos hubieran dado Israel.

En un momento habría yo derribado a sus enemigos y vuelto mi mano contra sus adversarios.

Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido.

Y el tiempo de ellos sería para siempre.

Le sustentaría a Dios con lo mejor del trigo y con miel de la peña le saciaría.

Así que hemos dado lectura al Salmo 81.

Vamos a ver.

La relación que guarda con el último salmo que estuvimos viendo el jueves pasado, que fue el Salmo 80.

Ese es el Salmo 80 que declara el juicio que vendría sobre la vid.

Porque Dios había tomado una vid.

La había plantada.