Domingo 25 mayo - Juan 14, 23-29 - "El Espíritu Santo os lo irá recordando todo" 4x6v2g

El Espíritu Santo os lo irá recordando todo, del Evangelio según San Juan.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos el que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guarda mis palabras y la palabra que estáis oyendo no es mía sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que os enviará el Padre en mi nombre será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

La paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy yo como la da el mundo.

Que no se turbe vuestro corazón ni sea cobarde. Me habéis oído decir me voy y vuelvo a vuestro lado.

Si me amarais os alegraríais de que me vaya el Padre porque el Padre es mayor que yo.

Os lo he dicho ahora antes de que suceda para que cuando suceda creáis.

Estamos celebrando el domingo sexto de Pascua. Ahora ya la figura del Espíritu Santo aparecerá con mucha más frecuencia en los Evangelios que escucharemos hasta el día de Pentecostés, el domingo que viene será la Ascensión.

Y luego ya celebraremos Pentecostés y dice Jesús hoy, el Espíritu Santo os recordará, os irá recordando todo lo que yo os he dicho.

A veces pensamos que ser cristiano significa saberse el Evangelio de memoria o creemos que como cristianos tenemos que sabernos el Evangelio de memoria o tener clara cada enseñanza de la iglesia, cada punto de la doctrina.

Como si seguir a Cristo fuera como como estudiar para un examen.

Y sí, conocer los fundamentos de nuestra fe es muy importante, por supuesto, pero no se trata sólo de memorizar cosas y de saberse cosas.

A veces, sobre todo los que tenemos, digamos, el encargo de la iglesia, de enseñar como sacerdotes, catequistas, creemos que lo mejor sería que los jóvenes aprendieran todo al pie de la letra.

Pero la verdad es que el Espíritu Santo tiene una manera mucho más profunda y mucho más viva de enseñarnos.

El Espíritu Santo nos recuerda lo importante justo cuando más lo necesitamos.

Cuando atravesamos un momento difícil, el Espíritu Santo puede traernos al corazón una frase del Señor, un gesto suyo, algo que nos consuele.

No sé, por ejemplo, en el dolor, pues podemos recordar gracias al Espíritu Santo que Cristo pues también sufrió.

O cuando nos sentimos culpables por un pecado, pues el Espíritu Santo puede provocar que nuestra mente recuerde aquella frase del Señor a la mujer sorprendida en adulterio, cuando le dice, mira, yo tampoco te condeno.

O cuando la muerte toca nuestra puerta, o la puerta de alguien al que amamos, tal vez resuene en nosotros, gracias al Espíritu Santo, esas palabras del Señor, hoy estarás conmigo en el paraíso, o tu hijo resucitará.

Y es que eso es lo impresionante del Espíritu Santo, que nos hace ver que la vida del Señor, la vida de Jesús, no es algo del pasado, sino algo que sigue presente, vivo, y que toca en nuestra propia historia.

Y también nos hace entender que la Iglesia, con todos sus medios, pues está para acompañarnos, para cuidarnos, para llevarnos camino del cielo, para enseñarnos dónde está el cielo.

Claro que leer el Evangelio y conocerlo, conocer nuestra fe, pues es muy necesario, eso por supuesto, pero no se trata sólo de acumular datos, sino que nuestra fe nos lleva, o nos ha de llevar, a abrir el corazón a una sabiduría mucho mayor, que es la sabiduría divina.

Y si dejamos que el Espíritu Santo actúe, su presencia transforma nuestra forma de vivir, porque todo lo que Jesús enseñó no es sólo teoría, es vida.

Es algo que cambia el corazón.

Por eso decimos que el Espíritu Santo es dador de vida.

En este tiempo de Pascua, lo que ya he dicho, que el Espíritu Santo ha tomado como un lugar protagónico, y no podemos olvidarnos que el Espíritu Santo no es una fuerza vaga o un símbolo, sino que es una persona divina, es Dios, igual que el Padre e igual que el Hijo.

Y como tal, pues por supuesto, el Espíritu Santo merece nuestro respeto, nuestro cariño, nuestra atención, todo esto, que ya todos sabemos.

Y no se trata sólo de buscar al Espíritu Santo por lo que pueda hacer por mí, sino que nosotros lo amamos, lo respetamos, lo adoramos, porque comparte la misma gloria, la misma divinidad, que el Padre y el Hijo, y está vivo el Espíritu Santo actuando en nuestras vidas.

Esa es la verdad.