
Domingo 1 de junio – Lucas 24, 46-53. Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo. 5z5h15
Descripción de Domingo 1 de junio – Lucas 24, 46-53. Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo. 5d4j5i
Meditación del día 1 de junio de 2025 Palabra de Vida 202yt
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Mientras nos bendecía, fue llevado al cielo.
Hoy celebramos la solemnidad de la ascensión del Señor al cielo.
Dice la fe que allá donde está nuestra cabeza también estará nuestro cuerpo y por tanto el triunfo de Cristo, que es la exaltación de Jesucristo, el sentarse a la derecha del Padre en el cielo no significa que el Señor va a estar en una butaquita tan contento mirándonos y mandando bendición, no.
Ese subir al cielo, estar sentado a la derecha del Padre significa, primero, que entre a una dimensión distinta a la que estaba hasta ahora, incluso en una dimensión distinta a cuando estaba de un modo visible ante los discípulos.
Jesús participa del poder en su naturaleza humana, también participa del poder del Padre, es el mediador entre Dios y los hombres, es el pontífice que ha abierto la puerta al cielo y que Jesús esté en el cielo, sentado a la derecha del Padre, como está también en el tabernáculo, en el sagrario, en la comunión, significa que el puente está abierto, que el puente entre el cielo y la tierra, lo eterno y lo temporal, lo limitado y lo infinito, se puede producir ese encuentro y ese encuentro sucede en la naturaleza humana de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, en la carne de Jesús, por decirlo de algún modo, ¿no? Por eso nosotros, que Jesucristo suba al cielo, no significa que va como Superman volando por el aire y ya se marcha y no vuelve, todo lo contrario, Jesucristo no se va para desentenderse de nosotros, sino precisamente para estar de un modo más implicado porque al ser el mediador entre la divinidad y la humanidad, cualquier cosa de la humanidad la ha hecho suya y está presente ante la divinidad.
La fiesta de la ascensión no es la fiesta de la despedida de Jesús, sino que es la fiesta de un nuevo modo de estar, que es distinto al que hasta ahora había estado, pero que es evidentemente mucho más glorioso.
Mirad, nuestra meta es el cielo, nuestra patria es el cielo, es decir, es contemplar la belleza de Dios eternamente, ya sin miedo, sin límites, a poder perderlo o a poder como apartarnos de él y si Cristo ha entrado en el cielo por nosotros, también nosotros quiere decir que podemos entrar porque formamos parte de su cuerpo.
La cabeza ha entrado, el cuerpo tiene que entrar.
El triunfo de Cristo es nuestro triunfo, la exaltación de Cristo es nuestra exaltación porque desde que Jesucristo sube al cielo y se siente a la derecha del Padre, todo lo humano está ya presente siempre delante de lo divino.
Esto tiene unas consecuencias preciosas para nuestra vida, no olvidemos que nuestro Rey, nuestro Señor, nuestro Salvador es el Rey de reyes, el Señor de los señores, es el Rey de la gloria, sí, y pues o Jesús el máximo respeto, la máxima adoración, pero a la vez la máxima cercanía, el máximo cariño y el máximo amor.
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