CUANTO VALE ? 1x194j

Ayer también tuve la bendición de la mañana ir a una reunión.

El viernes tuvimos una reunión de hombres muy linda, antes que me olvide.

De verdad, hombres que Dios los toca y que transforma sus cosas.

No voy a decir nada porque tenemos un pacto de lo que pasa en la reunión de hombres queda en la reunión de hombres.

Por eso, simplemente decir que es algo hermoso lo que está pasando.

Si no viniste, es la próxima.

Hacé el esfuerzo y vení que entre hombres nos entendemos, hablamos y nos ayudamos, básicamente.

El sábado al mediodía me habían invitado a compartir una palabra en Lorenzo Carneria y en otra reunión de hombres.

Y después se tardó, se tardó y me tenía que ir para la nueva iglesia que estamos trabajando con Rode ahí en Ciudad del Plata, más precisamente en la zona de Santa Mónica.

Y sabés que no había comido.

Corría para acá, corría para allá, iba del centro a Malvin, de Malvin, salí corriendo una hora para llegar hasta Santa Mónica.

Y hay un lugarcito donde venden comida.

Y cuando llegué a ese lugar, es un lugar que vende comidas de oferta, 250 pesos por ahí, dice 250 pesos y hace esa referencia.

250 pesos me daban a elegir o una cazuela de lentejas o una tallarines, no, ravioles con tuco o milanesa o lasaña.

Yo fui con la lasaña, pero me quedó en la cabeza la lenteja.

Que se viene el invierno y es linda una buena cazuelita de lenteja, es hermosa.

Y cuando me volvía después de estar cansado, volvía para casa, Dios trataba con mi vida sobre la cazuela de lenteja.

Vos podrás reírte, ¿no? Pero y me acordé de una historia que está en el libro de Génesis que tiene que ver con vender cosas espirituales por una cazuela de lenteja.

¿Sí? Cambiar una bendición que Dios te ha regalado ante una necesidad o un deseo, por el simple hecho de decir, voy a satisfacer algo que tengo la necesidad.

Génesis capítulo 25, versículo 29, empieza a relatar la historia de dos hermanos que nacen casi simultáneamente, uno agarrado del otro.

Dice, cierto día mientras Jacob preparaba un guiso, Esaú regresó del desierto agotado y hambriento.

Esaú le dijo a Jacob, me muero de hambre, dame un poco de ese guiso rojo.

Muy bien, respondió Jacob.

Muy bien, respondió Jacob, pero a cambio, pero dame a cambio los derechos de tu hijo mayor.

¿Cuáles eran los derechos? En la antigüedad, no solo la herencia principal iba para el hijo mayor, pero había una bendición mucho más grande, que era una oración de bendición que daba el padre en algún momento, cuando ya consideraba que le quedaba pocos días en su vida, donde el padre abría la boca y bendecía a su hijo mayor.

Este hombre definitivamente no entiende que lo que está negociando, porque además Jacob es el creador del pueblo judío, y usted sabe judío, sabe negociar, sabe vender, ¿no? Y entonces este hombre le dice, OK, yo te doy este guiso, pero vos dame algo, dame tu primigenitura, dice la versión Reina Valera.

Dice el versículo 34, y es una de las cosas que golpea, dice, y entonces Jacob le dio a Esaú un guiso de lenteja y algo de pan.

Y Esaú comió luego y se levantó y se fue.

Y así mostró desprecio por los derechos de su hijo mayor.

Estaba despreciando de alguna manera su herencia espiritual.

Por eso lo que hoy quiero reflexionar es, ¿cuánto vale nuestra espiritualidad? ¿Cuánto vale? ¿250 pesos le valía a Jacob?