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Descripción de Cristianismo ficcional 4s6d4g
MÉDULA Capítulo 20 Podcast experimental sobre contaminaciones cruzadas entre la filosofía, el ocultismo, la poesía y la actualidad. Hoy hablamos de amor, de la muerte de Dios y del imperio de la ficción. Materiales de confección: “Death and Ecstasy”, de Trepaneringsritualen (autopublicada, 2017) “Cristianismo ficcional”, de Daniel Sedcontra (incorpore, 2020) “Credo quia absurdum”, en el blog Ojos de músico extraviado (19/01/2021) “Mi último día”, dir. Barry Cook (2011) “ACC08 / ANM031 – Teaser”, de Oscar Abril Ascaso y Daniel Sedcontra (2017) “Veo una vara de almendro. Veo una olla que hierve”, de Angélica Liddell (Ediciones La Uña Rota, 2021) “Aural Arrumatio”, de Daniel Sedcontra (autopublicado, 2014) Presentación de “El discurso impuro” en Liber is Liber (19/02/2019) “Subjectes de l’amor”, conferencia de Daniel Sedcontra y Mireia Sallarés (Centre Arts Sant Mónica, 12/08/2014) “Cristianismo y posmodernidad, hacia una nueva apertura a Dios”, conferencia de Anna Ortín (Fundació Lluís Espinal, 11/11/2015) “Dios sí existe”, @adictosalafilosofía (07/11/2019) “True Detective”, dir. Cary Fukunaga (2014) “Peligros, desafíos y oportunidades de la iglesia en la posmodernidad”, de Lucas Magnin / Teología pop (11/06/2021) “Un coro”, de Fotcandle (autopublicada, 2023) “Circlusión”, de Francisco Jota-Perez (inédito) 3a7u
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Soy Francisco J. Pérez, y esto es Médula.
El buto se define como aquella forma de danza que pone en práctica el cuerpo paisaje, que permite experimentar en movimiento cómo desocializar lo humano, incluso cómo deshumanizarnos y alcanzar un estado que se derrama en lo anterior, un estado de brotar la información subconsciente e invisible. Se dice que es una danza que hace venir al cuerpo otros cuerpos distintos al propio, que integran el cuerpo paisajes y experiencias que se funden en una vivencia anterior a la identidad. El buto apela a un vasto pozo de recuerdos perdidos y sensaciones innombrables, a un antaño, con A mayúscula, que es ilocalizable, a lo impulsivo y lo imprevisible, y que solo puede surgir de la oscuridad del cuerpo.
El origen del buto es más bien poco claro. La teoría más conocida es que nace tras la Segunda Guerra Mundial como reacción de repulsa a las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. La imagen de los supervivientes de aquellos bombardeos vagando desorientades, quemades, amputades y ciegues causó tal trauma en los japoneses que se vieron impelides a recurrir a la más absoluta oscuridad performativa para explicar lo sucedido.
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