Colapso Social y Transformación: Comunidades, política y espiritualidad. 4p6nc

Esto es saber sanar, un espacio sentipensante para evolucionar.
Yo soy Cristian Ortiz y comenzamos.
Parece ser que la desesperanza, la tristeza, la desesperación se están normalizando.
Estamos habitando en un sistema que nos quiere en cuerpos y en mentes rotas.
Tenemos que aceptar que estamos pasando por una transición profundamente destructiva y
traumática, en donde la ultraderecha se está haciendo cargo de habitar no únicamente los
espacios de poder, sino también de ir derribando libertades que se han obtenido en el pasado,
dignidades que se han obtenido en el pasado.
Y pareciera ser que estamos teniendo un regresionismo,
tanto a nivel de temas políticos como también espirituales.
Este es un tema muy complejo y me gustaría primero decirte que eso es muy cierto.
Este sistema nos quiere en cuerpos y en mentes rotas porque así no vamos a poder defendernos,
porque así no podemos hacer procesos de sanación, porque así no podemos hacer procesos de conexión,
porque así no podemos organizarnos para defendernos, porque al sistema le interesa
que las personas estemos colapsadas.
Los últimos años han sido un ejemplo muy certero de cómo los ataques tanto políticos
y espirituales, es decir, de formas muy materiales y también de forma simbólico
intangibles han destruido mucho la salud mental de las personas, poniéndonos en una
situación profundamente devastadora. Lo primero que te quiero decir es que
tenemos todo el derecho a tener rabia, todo el derecho a estar indignados,
todo el derecho a estar asqueados y eso está muy bien. Si no tuviéramos esas capacidades de sentir
ese hastío, ese hartazgo y esta rabia, estaríamos atravesando por una devastadora situación que es
entrar en la indefensión aprendida. No caigas en la indefensión aprendida. Siempre hay esperanza,
siempre hay posibilidades, siempre hay otras formas, siempre la vida se abre camino. Tenemos
que proseguir, le llamarían algunas personas, en fe o proseguir en alta conciencia en comprender que
la rabia como una gasolina o como un combustible es necesaria para poder hacer cambios. Ningún
pueblo se ha liberado, ningún colectivo se ha liberado, ninguna comunidad se ha liberado con
el permiso de sus captores y solamente aquel que se mueve pues escucha el ruido de sus cadenas,
el entendimiento, el enterarnos, el documentarnos, en discernir qué fuentes nos están hablando con
la verdad y qué fuentes son profundamente falsas. Es algo muy importante. Esta rabia tendrá que
servir como un alimento político, humano, espiritual y a muchos niveles para confrontar
el poder que tenemos y poder hacerle cara al gran depredador que viene en muchos cuerpos y
en muchas formas. Cuando te digo que la rabia es muy importante, no te estoy diciendo con esto que
te tienes que conformar con quedarte ahí, con quedarte colapsada, con quedarte fisurada, con
quedarte roto o rota. No, esto no es así. Nos podrán quitar o tratar de quitar libertades, dignidades,
derechos, pero la rabia nos va a ayudar a conectar con las capacidades de defendernos. Es un proceso
natural y eso no te hace una mala persona. Sin embargo, si nos quedamos mucho tiempo únicamente
en esa frecuencia, en ese pensamiento, en ese sentir y en ese estar en el mundo, empieza un
proceso también de destrucción en nosotros mismos. Por eso la rabia tiene que ser amalgamada, unida,
alquinizada, si le quieres llamar con procesos mucho más lindos, que son el júbilo, la alegría, la
ternura, la conexión. Esta medicina del júbilo nos impide caer precisamente en los estadios
devastadores de la desesperanza y la rabia, porque llega un momento en que estamos tan
cansados de estar enrabiados, porque llega un momento donde es muy duro vivir así. Y tenemos
también que mirar hacia el lugar de la esperanza, hacia aquella utopía que parece lejana. Y mientras
lo vemos, y mientras se lucha, y mientras se confronta, y mientras se reflexiona, y mientras
se sana, necesitamos la medicina.